Cydent Todo Esta Al revés

Capítulo 9: Ya casi

Maldición, maldición, maldición. Esa palabra no dejaba de resonar en mi mente. ¿Cómo es posible que esto sea realmente una maldición?

Sorprendentemente, mientras mi mente recorre la historia, empiezo a recordar detalles que había olvidado. La expresión de esa voz femenina que aparece en mi cabeza comienza a cobrar sentido con el tiempo. Yo debo ser ese guardián de secretos que yace en un profundo sueño. Todo empieza a tener sentido, tomando un rumbo inesperado. Con cada imagen que llega a mi mente, que también es visible para Lot como si estuviéramos conectados, algo nuevo surge en mí. Esta no es la versión que recordaba. Me siento mucho más consciente que antes. Incluso siento que puedo escuchar voces a mi alrededor. Aunque no logro entender lo que dicen, siento que están más cerca. Los estímulos recorren todo mi cuerpo sin parar, y un ligero dolor de cabeza—algo que no había sentido en mucho tiempo—comienza a manifestarse.

—¿Una maldición? ¿No lo sabías? —preguntó Lot con un tono de preocupación, interrumpiendo mis pensamientos. Ahora, los detalles son más claros en mi mente, y con cada imagen aparece algo nuevo, como si alguien estuviera controlándome.

Y continua.

Dos días antes de la Gran Fiesta Dorada

—¿Ya revisaste todos los detalles de la fiesta? ¿El buffet, la decoración, la banda sonora, los espectáculos y el DJ? —le pregunto a JamePhu, que además de ser mi mejor amigo es mi secretario y mano derecha.

—Sí, todo está listo. Solo falta que prepares tu discurso, ya que serás tú quien presente y despida la noche.

—Eso ya lo sé, aunque no creo que tenga tiempo para despedirla. Tengo muchos pendientes. Encárgate de todo lo que falta y no olvides decirles a los jefes de cada especie que preparen sus palabras de bienvenida. No quiero ni un solo error en esta noche; todo tiene que estar perfecto, como me caracteriza. También, recuerda enviar una carta a todos los nuevos, notificándoles que, inmediatamente después de la fiesta, al día siguiente, deben integrarse a las actividades de capacitación de su especie.

—Entendido. ¿Qué hay de las clases que todas las especies tienen en común, Cuidado de CYDENT y Respeto e Igualdad, ¿si mal no recuerdo? En ocasiones pasadas, tú la impartías, pero ¿ahora lo harás?

—No, en esta ocasión será tu trabajo. Solo daré la primera clase de cada materia para introducirlos a todos, pero del resto te encargarás tú. Como bien sabes, soy una bomba de tiempo y tengo muchas cosas que resolver. Encárgate de todo lo que mencioné anteriormente y, por favor, no me busques en las próximas horas. Tengo visitar nuevamente al jefe de los Muphyros. —Asintió y se retiró de mi oficina.

El trabajo parecía interminable: desde la organización de las actividades hasta la aprobación de peticiones de otras especies. Además de revisar los informes de cada jefe. La prioridad siempre es CYDENT.

Tras horas de trabajo y de terminar mis deberes del dia, me adentré nuevamente en los caminos que me conducen al territorio de los Muphyros, sumido en mis pensamientos y con gran ansiedad. Cada paso que doy es como una punzada en mi cabeza. Espero que esta vez Anthochand me dé respuestas; necesito saber más sobre la supuesta maldición de mi familia. Mis pensamientos, tan distraídos, me llevaron a su puerta sin darme cuenta. Entré, como de costumbre, sin tocar. Me senté en el sofá y esperé pacientemente. Escuché el sonido de la puerta desbloquearse y un sentimiento de déjà vu me acompañó.

Sin decir una palabra, Anthochand se sentó frente a mí, me miró a los ojos y luego me escaneó de arriba abajo, como si estuviera sumergido en mi ser. Su mirada, incómodamente penetrante, me hace sentir que puede leer mi mente, y más allá de eso, mi alma.

—No te vas a rendir, ¿verdad? —preguntó.

—Esa palabra no está en mi diccionario. Ayúdame, y la recompensa será tan grande como tu voluntad.

—Incluso si te digo la causa, no puedo revelarte el por qué, quizás la solución, pero no lo hare a profundidad. La maldición que llevas está más allá de mis habilidades; necesitarás más que mi ayuda y suerte para superarla, lo cual es muy poco probable… O puedes preguntárselo a tu padre… Oh, cierto, murió de esa misma maldición.

—Déjate de rodeos y no seas grosero. Aunque no me ayudes, tengo control absoluto sobre las especies, y debes obedecerme en otras tareas. No te conviene estar en mi lado malo. — Su expresión cambió, volviéndose seria y con una gran impotencia.

—Lo único que puedo decirte es que esa maldición te perseguirá de por vida, y que tu padre es el gran culpable. Recuerda, no todo en esta vida se puede obtener, y a veces la ambición lleva al fracaso. ¿Cómo resolver la maldición? Tú lo sabes mejor que yo: esa maldición no tiene solución, a menos que estés dispuesto a sacrificar algo precioso. Algo que aún no sabes qué es, pero es tan valioso que la maldición se volverá el menor de tus problemas. Es lo único que te puedo decir por ahora. Sé conforme; has llegado bastante lejos.

—Si me ayudas a descifrarla y resolverla, te daré el estatus que siempre has deseado.

—Si lo pones de esa manera, empieza a interesarme. Pero, como te dije antes, aunque parece que eres sordo, no tengo el poder para resolver tu maldición. Mi único consejo es que aprendas a vivir con ella. No cometas errores, porque cada error acortará tus días. Recuerda, lo que te hace fracasar es el estrés. Mientras menos estrés tengas, más podrás vivir, aunque eso no te asegure llegar muy lejos.




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