A través de los ojos de Ivette
La emoción es tan grande que apenas puedo contenerla: ¡finalmente ha llegado el día de iniciar mi preparación! Estoy llena de entusiasmo y un poco de ansiedad por todo lo que aprenderé. Elijo cuidadosamente la ropa que usaré para mi primer día en la gran academia de gigantes. Al abrir el clóset, me encuentro con una sorpresa: mi mamá ha preparado un sin número de conjuntos para mí; son preciosos. Opto por una blusa azul de cuello tortuga ajustada y sin mangas, junto con unos jeans holgados; perfecta combinación para sentirme cómoda en mis clases.
Tras un desayuno rápido, una despedida y bendición de mi mamá, me dirijo hacia la academia. El clima es perfecto: el cielo de un azul marino profundo se mezcla con destellos brillantes, y el canto de las aves exóticas de CYDENT armoniza con el suave aroma de las plantas, que parecen recién despertadas.
Mi adaptación ha sido más rápida de lo que esperaba; la majestuosidad de lo que me rodea me hace sentir como en un sueño. Después de una caminata larga, llego a la gran academia que forja a los mejores talentos de CYDENT. Supera todas mis expectativas: los edificios de cristal, robustos y capaces de soportar nuestro gran peso, son impresionantes. A través de ellos, se ven las diferentes especies en sus respectivas áreas. El campus es magnífico, y aunque la entrada queda un poco opacada por las enormes estructuras de fondo, la vegetación resplandece en perfecta armonía con el cielo, peleando por el protagonismo visual.
—¡Por fin llegaste, Ivette! —interrumpe mis pensamientos Moon, saliendo del edificio de orientación y acercándose con una sonrisa.
—Sí, aquí estoy. Me quedé absorta en mis pensamientos… Este lugar es fascinante. Estaba tan encantada que incluso olvidé avisarte que venía en camino.
—No te preocupes, Ive, te entiendo. Pero dejando eso de lado… ¡No sabes a quién acabo de ver en el edificio administrativo!
—No me digas que ya encontraste una "presa" —respondo entre risas.
—No para mí, pero sí para ti, querida —dice, con una sonrisa juguetona.
—Deja de bromear, Moon. Estamos aquí para aprender y entrenarnos, no para enamorarnos, y mucho menos de un jefe de especie…
—¿Y cómo sabes que es un jefe? Ni siquiera te he dicho nada.
—Intuición. Tienes la misma mirada y sonrisa que pusiste en la fiesta, así que debe ser él.
—Me sorprendes, Ivette —responde, sarcástica y divertida.
—Ya basta de distracciones. Aún no me he registrado para la clase de orientación general.
—¡Vamos! Quiero un asiento adelante para… eh… entender mejor la clase, claro.
Entramos al edificio. Tiene una decoración extravagante y llamativa con tonos blancos, brillantes y sofisticados, aunque bastante sutil. Al fondo está la oficina; nos dirigimos allí y, al entrar, el secretario del gran jefe de especie nos recibe, nos pide nuestros nombres y nos indica que debemos presentarnos en clase en 30 minutos. Asentimos y nos retiramos.
—Te lo perdiste por nada, ¡no alcanzaste a verlo! —dice Moon, visiblemente decepcionada.
—No te preocupes, Moon, ya tendremos tiempo de sobra para verlo.
—Hasta que al fin reconoces que también quieres verlo —me dice con picardía.
—Sólo digo… —respondo, rodando los ojos con una sonrisa.
Nos paseamos por todo el campus, matando el tiempo mientras observamos cómo las distintas especies se desenvuelven en sus áreas asignadas. Más que una academia, parece un campamento de habilidades extraordinarias; es como si todos aquí poseyeran poderes mágicos. Los 30 minutos pasaron en un suspiro, y llegó la hora de dirigirnos a nuestro salón de clases. Al llegar, el lugar ya estaba repleto de gigantes de todas las especies. La decepción en el rostro de Moon era evidente al darse cuenta de que nos tocaría sentarnos en la última fila.
—¿Ves? Te dije que no debíamos perder tiempo y venir directo al salón —me recrimina Moon, entre suspiros.
—Lo siento, sólo quería explorar el campus un poco, pero tienes razón. Te recompensaré como quieras, te lo prometo.
—Bueno, ya lo dijiste. ¡Ahora tendrás que cumplir! —responde ella con una sonrisa llena de entusiasmo.
—Sí, Moon, claro que sí…
Antes de que pudiera terminar la frase, entra un ente imponente, irradiando una presencia única. Sus ojos brillan con intensidad y su elegancia es de otro nivel. Su voz resuena en el salón con naturalidad:
—¿Cómo va todo, chicos? Como sabrán, soy Laiot, y estaré con ustedes solo en esta clase, dándoles una pequeña introducción sobre cómo será su vida en esta academia. —dice con una expresión cálida.
—Voy a omitir el paso de presentarnos uno a uno, ya que no seré su profesor habitual; solo estaré hoy. Para mí, es un gran placer darles la bienvenida a lo que será su nueva casa, esta academia. El objetivo de hoy es proporcionarles las directrices para sus próximas clases. Tengan en cuenta que esta materia se imparte solo una vez, y es la única asignatura donde estarán mezclados con diferentes especies. A partir del próximo ciclo, las clases serán exclusivas para miembros de su especie; pero no se preocupen, podrán hacer amistades fuera de clase. Eso sí, recuerden que el contenido de cada asignatura variará según la especie a la que pertenezcan. —continua su discurso.