Si, el profesor Lerma, sin lugar a dudas, fue un personaje icónico para el D fue el maestro con el que tal vez batallamos más.
Si tu vieras al maestro Lerma, pensarías que es un adulto mayor algo cascarrabias, y si, lo es, pero, eso no quiere decir que no sepa, pero, por lo que muchos maestros nos dijeron, el maestro Lerma sabia tanto de matemáticas que le aburrían las que se supone nos debía enseñar (que yo quiero creer tenían activado el modo hasta un pendejo le entiende) pero, el profesor decidió confiar más en nosotros; mala idea a decir verdad; (o tal vez dijo que como era su clase él la enseñaba; la clase; como quería…) y enseñarnos a su manera tan extraña las matemáticas, yo no sé ustedes, pero, Algebra, fue como si de la nada yo creyera que me querían enseñar a hablar en otro idioma sin tener ni idea de nada.
En primer semestre, recuerdo que todo era infinito no existía nada más en mis cuadernos que apuntes feos que siempre terminaban en infinito. Era un martirio intentar entender y entenderme a mí, y cuando lograba entender una cosa, ya tenía que estudiar cinco más a las cuales claramente no entendía.
Algo que también recuerdo es: el padre, el hijo y el espíritu santo en las matemáticas, más de una vez nos dijo de eso, e inclusive nos puso tres rectas y cada una representaba a un personaje de los anteriores, fue muy raro, pero te aseguro que eso hacia a Lerma, Lerma.
O tal vez yo era medio imbécil…
Pero yo creo que lo peor de todo, era que él parecía tenía una manía de escribir rápido y medio extraño, a veces entendía su letra, otras veces pasa mucho tiempo intentando descifrar su mensaje. Llegue a confundir nueves con cuatros, “y” con cuatros también, infinitos con ochos chuecos, y era aún peor cuando su marcador para el pizarrón parecía a nada de acabarse y eran color rojo.
Pero, sin duda, la anécdota por la que le doy un (o varios) capitulo es por la primera vez que hizo salir a alguien del salón.
Era una manera muy extraña, no recuerdo a quien fue (pues mi memoria de pez no da para tanto) pero si recuerdo que era temprano (porque sus clases siempre eran las primeras horas) así que, imagínate, un profesor, hablando de algebra, a las 7:00am, mientras todos pensábamos en dormir, cuando llego la segunda hora y dijo algo que a todos nos hizo quedarnos como: ¿Qué chingados está pasando aquí? Y entonces conocimos la frase célebre del maestro Lerma.
Muchachitos cabezones.
Y tú no lo sabes, pero esa frase tiene poder de hacerme reír si lo dices de la manera correcta. Además, de que todo el mundo la puede recibir, desde los inteligentes hasta los desmadrosos. Nadie se salva jamás de esta frase.
Después de que el maestro Lerma saco a uno del salón, nunca más falto día en el cual no sacara a alguien. Casi todos salieron, aunque sea una vez a causa de su frase célebre acompañado de un pequeño discurso después en el que se quejaba sobre nosotros, o decía que esperaríamos a que el niño(a) este se saliera del salón. Te podía tocar porque lo merecieras, o por un descuido, algunos dijeron incluso que era porque el maestro no los soportaba, pero nada jamás se investigó (porque que aburrido y esos chismes no estaban buenos).
¿Sus exámenes? Otro dolor de cabeza que te aseguro jamás quiero volver a ver. No les entendía del todo por más que me esforzara y nadie jamás los hacía del todo bien, aun cuando eran en equipo ¡En puto equipo!, así que en un punto de mi trayectoria dije “Pues lo que caiga es bueno” y el maestro Lerma no parecía un profesor que te reprobara si veía algo de interés en su clase, así que todo el D debió de mínimo aprender esa técnica: Fingir interés cuando no tienes ni puta idea de que estás haciendo en ese lugar.
E inclusive en el examen éramos unos muchachitos cabezones.