D E S P E R T A R

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Tenía veintiséis años cuando su hija nació, en mil novecientos setenta y tres el señor Bennett había comenzado una familia completa.

 

Se casó con Estela cuando tenía veintiuno años, eran jóvenes y estaban absolutamente enamorados, se conocieron en la universidad y a dos años de su primer encuentro no dudaron en dar un paso enorme en su vida. Para aquel entonces su estudio profesional como físico era lo primordial, sin embargo, la llegada de su dulce niña fue un golpe de alegría. La madre de Madeleine era una gran y maravillosa dama, había dejado por un tiempo su profesión como medico con el fin de mantenerse a lado de su hija los primeros dos años, retomando su actividad laboral en el hospital cuando su chiquilla dejó de llorar su ausencia en la guardería.

 

Joel Bennett y su amigo de toda la vida, Víctor Benavent, estudiaron juntos al prepararse como físicos les gustaba hablar sobre los enigmas del universo, pero algo más atrapó su atención, la criogenia, todo fue gracias a aquella clase donde el profesor recomendó un libro "The Prospect of Inmortality" el autor Robert Ettinger. Les creo una incógnita que deseaban resolver, querían ver esos avances, aquellos resultados, las páginas de aquel libro plasmaron que la congelación de un cuerpo no era un fin en sí mismo sino un método que abriría las puertas a futura tecnología médica.

 

Desde que tenían veinticuatro años ambos físicos comenzaron con aquellas investigaciones, Estela fue parte importante del proyecto pues la habían maravillado con la posibilidad de "salvar vidas" a través de las técnicas de congelación. Sin embargo, todo aquello que estudiaron e investigaron se basaba en suposiciones si querían que fusionara, si deseaban comprobarlo, necesitarían dinero, mucho dinero.

 

Requerían fondos y para su suerte, o desgracia, se encontraron con Amadeus Marsden. Ese señor imponía, tenía un perfil de miedo. Lo conocieron en una convención de ciencia y física durante gran parte de la misma Marsden estuvo frente a su panel con mucha intriga de lo que llevaba su exploración, no paraba de cuestionar y se le notaba interesado en aquel proyecto... Proyecto que necesitaba dinero, dinero que él tenía.

 

Fue cosa de días para que Amadeus los encontrará de nuevo y ofreciera su financiamiento para el proyecto, tanto Víctor como Joel rechazaron la propuesta ¿Por qué? No tenían que ser eruditos para identificarlo, Amadeus Marsden era la ejemplificación más correcta del típico empresario lleno de avidez y codicia, no obstante, transcurrió casi un año de perseverancia pura por parte de Amadeus, constantes peticiones para que aquellos dos jóvenes físicos fuesen a iniciar con las operaciones de su máquina.

 

En 1976 accedieron porque definitivamente ellos solos no podrían, por muy positivos que se vieran, tenían toda la información en sus manos y necesitaban hacer esas máquinas ¡Ya! De lo contrario, algún otro podría desvelar aquellos descubrimientos antes.

 

— La máquina es nuestra... — Seguía Joel un tanto renuente a firmar.

 

— Lo es, tendrán todo el crédito de su trabajo, no les quiero quitar ese mérito. — Amadeus estaba ansioso, el joven físico seguía dudando de su ayuda, lo entendía y le gustaba que cuidara su trabajo tanto como él cuidaba su dinero.

 

— ¿Podremos ser libres de usar los fondos? ¿Tendremos que pedir permiso para gastarlo? — Sí, pregunta más absurda de Víctor, no obstante, debían dejar las cosas en claro.

 

— ¡Indudablemente! Planeo financiarles todo el proyecto, usen el recurso como mejor les convenga. Solo pido... resultados, progresos, el fin para es el mismo, ustedes obtendrán su mérito científico y yo deseo... eh, ver ese avance en el mundo. — Aquello parecía humano, Amadeus parecía un empresario con humanidad buscando lo mejor para la sociedad ¡Lo parecía!

 

— De acuerdo... — Víctor y Joel firmaron. Aunque la incertidumbre por el futuro no los abandonaba.

 

La sonrisa maquiavélica de Amadeus pasó desapercibida, lo había conseguido y sería muy fácil hacerse de la patente. Solo tenían que trabajar para conseguir aquella máquina en funcionalidad y sería él quien habría de priorizar el proceso en serie para el avance científico más importante del mundo.

 

— ¡Magnífico! — Amadeus trató de acercarse a tomar el contrato, sin embargo, le fue retirado de las manos por Joel.

 

— Hemos firmado, pero nos llevaremos el contrato para poder leer bien cada cláusula. Por supuesto, no le molesta ¿No? — El señor Marsden se quedó helado por unos segundos y con una tiesa sonrisa negó.

 

— Sin problemas. — No esperó aquel mecanismo de defensa por parte de los dos jóvenes científicos, Amadeus respiró y encaró a ambos jóvenes. — Bien, hay un terreno a las afueras de la ciudad, comiencen la obra para poder alcanzar este gran avance de talla mundial. Confío en ustedes.



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En el texto hay: ciencia, romance, drama

Editado: 25.05.2020

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