D E S P E R T A R

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Los días entre clases y amigos, pasaron rápido, una nueva semana había comenzado. Maddie y Jonathan cada vez se encontraban más a menudo después de clases, porque Tabata había exigido los recesos y entre clases únicamente para ellos, aunque no faltaron las protestas de Adam para un horario "exclusivo", sin embargo, todos sabían que él pasaba más tiempo en casa de Madeleine que en la suya. Así que no podía quejarse más.

 

— Me gustan las estrellas... — Jonathan y Madeleine estaban sentados en el mismo banco en el que hablaron la primera vez, como una rutina volvía a mirar las estrellas. — Son hermosas... — Maddie alzó el rostro, a veces jugaban a adivinar constelaciones, y en muchas ocasiones, Jonathan solo corroboraba si Maddie estaba bien o no.

 

— ¿Por qué te gustan?

 

— Porque resplandecen... Porque ellas tienen su propio brillo, lo generan solas.

 

— Hmn...

 

— Es como si te contaran su historia mientras las observas...

 

— Muy poético, Aristóteles... — Jonathan rio ligeramente, dirigiendo su mirada a la chica a su lado.

 

— Vaya, conoces a Aristóteles, que sorpresa.

 

— No solo a él, sé de Tales de Mileto y Copérnico.

 

— ¿Ah, sí? ¿Cómo?

 

— La biblioteca tiene demasiado libros, ¿No te parece? Además, pedí un libro de astronomía hace unos días... Te lo dije, quiero conocer más de ti y tus pasiones.

 

— No tienes por qué forzarte a saber del tema, quiero decir, me basta con que me escuches... — Jonathan se encontraba un poco avergonzado, le conmovía que la muchacha pusiera mayor interés en él.

 

— Lo hago porque me interesa, y no es solo para quedar bien. — Las palabras de Madeleine causaron un mayor impacto en el muchacho.

 

A lo largo de los días, se conocieron bien, se escuchaban y lo curioso era que no parecían cansarse de hablar de ellos.

 

— ¿Lo estudiarás? — Maddie quebró el silencio que los había reinado.

 

— Bueno, ¿Tal vez? Aún no sé. — Jonathan se cohibió, sí, amaba la astronomía, no obstante, no estaba seguro de poder dedicarse a ella. Probablemente su padre sugeriría abogacía.

 

— Sé que serás el mejor astrónomo, también sé que tu padre quisiera que fuera un respetable abogado, pero esa no es tu pasión. — Las palabras de Maddie dieron fondo en la conciencia de Jonathan, él lo sabía, sin embargo, por años había omitido y comenzado a creer que sería abogado, ahí estaba ella, siendo de nuevo defensora de sus sentimientos y creencias, tan fiel, que era aquello lo que cautivo al joven Coleman.

 

— Mad, es que no lo sé... Mi padre podría enfadarse... — Sí, había un cierto temor en su voz.

 

— Hazlo por mí.

 

— ¿Perdona?

 

— Hazlo por mí, prométeme que cumplirás tu sueño de ser astrónomo. — Jonathan calló por varios segundos, segundos que causaron tormento en Maddie, ¿Y si se había pasado? Tal vez Jonathan no quería su opinión...

 

— Lo prometo... — El chico sonrió, lucia melancólico, a pesar de ello, Maddie le devolvió una amplia sonrisa, y mirándose a los ojos, juntaron sus labios, a estas alturas su relación estaba dada por hecho. Compartían más que palabras de aliento y buenos deseos.

 

Ambos sabían que sentían una gran atracción por el otro, concebían como sus corazones se aceleraban, como sus pensamientos volaban imaginando y pensando en el otro, era fascinante el amor tan puro que ambos estaban experimentando, sin embargo, ninguno había empezado la charla con un "¿Qué somos?" era cierto que entre ellos sabían que eran, aún no se ponían la etiqueta o se escuchaba un "Me gustas" por parte de alguno.

 

Al alejarse de sus labios, Jonathan sonrió cuando sus miradas se cruzaron, el joven volvió a acercarse dejando un beso suave en la frente de la más pequeña, era como si su mundo cobrara mayor sentido estando juntos, podían jurar que sus latidos se coordinaban en un ritmo somero y especial.

 

Los dos, imaginaban que no volverían a sentir algo así en un futuro, era solo ellos dos. Jonathan y Madeleine.

 

Madeleine rogó a los cielos por proteger y cuidar ese amor, sí, era el primero, sí, eran jóvenes, pero aun siendo adultos, Maddie sabía que su corazón seguiría latiendo al ver su rostro, al ver la sonrisa de Jonathan y, sobre todo, al escuchar como pronunciaba su nombre, la chica estaba ilusionada, cautivada, enamorada, y todo parecía más bello si era con Jonathan.



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En el texto hay: ciencia, romance, drama

Editado: 25.05.2020

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