27 de agosto de 1990; Hace 10, 948 días.
Adam no había visto a Madeleine desde hace dos semanas, y eso era raro porque siempre estaban juntos, las vacaciones estaban por terminar y su amiga no daba señales de vida. Los Bennett tampoco estaban y solo los veía llegar de noche e irse temprano en la mañana, por más que preguntara a su madre, no tenía respuesta para saber el paradero de Maddie o la razón de las salidas de los Bennett.
Esa mañana, el chico se acomodaba la corbata frente al espejo, cuando el ruido del motor arrancando le avisó que los Bennett volvían a irse, quizás ese día sería diferente, al ser inicio de clases seguramente todo regresaría a la normalidad y su amiga saldría como antes por su puerta.
Como era su rutina, la esperó diez minutos en la entrada, deseando con todas sus fuerzas que la chica puntualidad saliera de su casa. Pero no fue así, al mirar su reloj de muñeca, tuvo que rendirse de esperar para avanzar hacia la preparatoria.
En el camino trató de omitir información sobre su preocupación por Maddie, Tabata y Gwen no dudaron en preguntar por la ausencia de la menor, haciendo que Adam se sintiera cada vez más intranquilo por no saber cómo contactarla o algo referente a ella. Era como si a su amiga la hubiese tragado la tierra.
— Hola, eh, ¿Y Mad? — A la persona que Adam menos quería ver ese día era a aquel chico que hacía competencia en su belleza.
— No vino a clases. — La voz de Adam estaba apagada y todos podían notarlo.
— ¿Está enferma? — Jonathan se preocupó, por el propio hecho que no había contactado con su novia por dos semanas largas.
— No lo sé, no he podido visitarla.
— Eh, ¿vamos después de clases?
— Me gustaría hablar primero con sus padres, tampoco he podido cruzarme con ellos.
— Bien, me avisas cualquier cosa.
— Seguro...
Una, dos, tres semanas más, y Adam no tenía siquiera idea de que más inventar para que Jonathan no se presentará en casa de los Bennett, ni él podía hablar con ellos, Estela y Joel cada vez desaparecían más rápido por la mañana y en la noche llegar cada vez más tarde. Un mes había pasado desde la última vez que habló con su amiga. ¿Dónde estaría Madeleine? ¿Por qué no iba a clases? ¿Estaría bien? Tantas preguntas rondaban en su cabeza, le agobiaba todo lo que sucedía y más, no tener ni la sola oportunidad de preguntarle a los Bennett sobre ella.
— En verdad, Adam, ¿Dónde está Madeleine? — Jonathan lucía alterado, quizá ella solo no quería saber nada más de él, probablemente haya actuado mal, sin embargo, lo último que recordaba era haber hablado con Maddie un domingo y despedirse con un te quiero.
— ¡No lo sé! No... No sé, llevo un mes sin verla. — Adam era transparente en ese momento, se le notaba mal, débil y desorientado.
— ¿Se fue con Amelia?
— No... Hablé con ella hace dos noches, y, ella tampoco sabe nada.
— ¿Y sus padres?
— Desaparecen cada que intento hablar con ellos, al menos sé que siguen vivos y habitan la casa, pero no sé nada más...
— Tienes... ¿Tienes alguna idea de que haya pasado? — La mirada que Jonathan le daba a Adam era deprimente.
— He dicho que no tengo idea.
Tanto Adam como Jonathan parecían coordinarse para rondar los lugares habituales que tenían con Maddie, Tabata y Gwen sabían que algo andaba mal, pero, la expresión de Adam alertaba no preguntar, ahora Maddie parecía una leyenda urbana, comenzaban a correr rumores por las clases, que se había ido, que había huido porque sus padres eran horribles, que Jonathan la había embarazado y por ello optó por no ir más a clases, absurdos rumores que encolerizaban a Adam. ¡Ellos no tenían derecho a decir algo sobre ella!
— Eh, Coleman. ¿De verdad tu chica se fugó con otro? — Antoni, un perdedor que solo tenía huevo en el cerebro se acercó a los chicos con una actitud coleguita que no pegaba para nada.
— ¿Qué dijiste idiota?
— Oye, todo el mundo dice eso, que-
El puñetazo que soltó Jonathan fue de película, Antoni dio contra el concreto del patio, se aglomeraron más personas a ver qué pasaba, Adam se levantó de la banca y se llevó a Jonathan con él, seguidos por Noel y las chicas, Tabata logró patear a Antoni, quien maldijo levantándose entre tanto bullido de gente.