D E S P E R T A R

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17 de agosto de 2011; Hace 3, 288 días

 

Era la primera vez que su abuelo lo llevaba a su lugar de trabajo, a pesar de su edad, Víctor lucía fuerte y no parecía tan grande, Trevor estaba emocionado, había escuchado por su abuelo grandes cosas de aquel lugar, entonces tenía que ver todo con sus propios ojos.

 

El chico tenía escaso ocho años, todos lo recibieron con una gran sonrisa, y las chicas que trabajan por ahí le regalaron dulces, mientras el niño caminaba por los pasillos acompañado de su abuelo, llamó su atención el invernadero que descubrió, no le importó mucho que su abuelo lo regañara después, ya volvería a su lado, entrando con cautela, saltó de impresión al ver a una señora regar las plantas.

 

—    ¿Puedo ayudar? — La dulce voz de aquel jovencito causó un susto a Estela, quien se encontraba regando los girasoles que plantó para su hija.

 

—    Claro que sí. — Estela le entregó la regadera que tenía en las manos, para tomar las tijeras y comenzar a podar con cuidado las plantas de las hierbas que aparecían.

 

—    Dime, ¿Cómo te llamas?

 

—    Soy Trevor. Con v y r, no soy trébol. ¿Y tú?

 

—    Estela... — La mujer sonrió ampliamente, por primera vez en varios años, no había sonreído así, natural. Se quedó admirando el perfil del pequeño, tenía las pestañas largas y sus ojos grandes, podía notar en él el perfil de Amelia sin duda alguna.

 

—    ¿Vienes solo, Trevor?

 

—    No, mi abuelo me trajo, me pidió que no me separará, pero vi el invernadero y vine corriendo.

 

—    Ah, ¿Qué tal si vamos a buscar a tu abuelo? Seguro se preocupa. — Estela vio al niño fruncir los labios, parecía tierno con aquel puchero, el chico dejó la regadera en el suelo y se dirigió a ella.

 

—    Está bien.

 

Juntos avanzaron por el pasillo, a mitad de este Estela fue interceptada por dos investigadores, con una mirada le pidió a Trevor que se quedara quieto, sin embargo, la aventura para un niño de ocho años llamaba y algo detrás de aquella puerta al final del pasillo llamó su atención, soltó la mano de Estela y avanzó hacia la puerta, fácilmente entró al solo empujarla un poco, afortunadamente estaba abierta.

 

Al entrar hacía un frío tremendo, obligándolo a abrazarse a sí mismo, y como si estuviera dentro de alguna cueva en el Himalaya, Trevor siguió avanzando encontrándose con las cápsulas.

 

Solo una de ellas parecía encendida, lo cual hacía que fuera más intrigante acercarse a ver que tenía dentro, Trevor se acercó, imaginándose lo peor, probablemente al ver detrás del cristal se encontraría con un alien o quizás una cosa horrible saldría detrás.

 

El niño tragó dándose fuerza para seguir avanzando, y al estar a unos escasos pasos de la cápsula cerró sus ojos para ponerse completamente a su costado. Abrió ligeramente uno de sus ojos, y al no notar nada extraño terminó por ampliar su campo de visión, encontrándose con algo que nunca esperó.

 

—    ¡Trevor!

 

—    ¡Aquí! — Respondió al llamado, aunque su concentración estaba más en aquella chica, lucía dormida y tranquila, Trevor sintió una ligera punzada, no entendía mucho que causó en él ver a aquella señorita dentro de esa cápsula.

 

—    ¿Trevor? — Al apartar la mirada de la cápsula, Trevor se encontró con su abuelo entrando. — ¿Cómo llegaste acá? Debemos salir.

 

—    ¿Quién es? ¿Por qué está adentro? ¿Está bien? — Las preguntas salieron una tras otra, sin dar tiempo a su abuelo en pensar alguna excusa, Víctor miró detrás de él para asegurarse estar solos, cerró la puerta y avanzó hacia Trevor.

 

—    ¿Te sabes la historia de la bella durmiente?

 

—    Sí... — Su abuelo preguntaba por un cuento de hadas que le gustaba a su hermana menor. ¡Era imposible no saberlo!  Solo hablaba de ello.

 

—    Bueno, digamos que ella es Aurora, y necesitará un fiel caballero al despertar.

 

—    ¿Vas a besarla? ¿Mi abuela no se enojará? — Víctor soltó una carcajada, negando pronto se inclinó hacia su nieto.

 

—    ¿Qué tal si lo haces tú? Ya sabes que con eso la despertarás — Vio a Trevor pensarlo, y pronto reparar en una negación completamente a su estilo, infantil y avergonzada.

 

—    ¿Qué? ¡No, qué asco!

 



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En el texto hay: ciencia, romance, drama

Editado: 25.05.2020

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