¿Cómo debía hablarle? Pues normal como cualquier otra chica siendo novia de su hijo, si le daba tantas vueltas al asunto era porque justamente se sentía presionada por dar una buena imagen. Una que reflejara que era una joven jovial de buena educación, el objetivo no era caerle bien sino ser aceptada. Aunque Elián dijera que su padre de por sí ya era considerado con ella sin llegar a conocerla a fondo, no era que animará a Arleth eso simplemente tensaba más a la joven, pues tenía en mente que eso era todavía mayor peso a sus hombros.
— ¿Por qué estás nerviosa? — Elián la ayudaba a bajar de la motocicleta, la jovencita se retiró el casco sonriendo intranquila repitiendo el "Actúa natural, relájate" como mantra para su corazón. La muchacha se peinó los cabellos que sintió rebeldes una vez con sus pies en el suelo.
— ¿Presentarme a tu padre no es razón suficiente? — Su novio sonrió, la realidad es que él no estaba para nada angustiado con eso. Lo que sentía era más bien emoción no pudo evitar compararlo como la vez que presentó a Laila, su padre había actuado más bien mesurado y eso si le alteró.
— Arleth, él ya te conoce. — Puntualizó su novio con sarcasmo. — Sólo relájate, sé tú.
— Sí, bueno, ese es el problema. — Masculló para después apretar sus labios, observó su alrededor con fisgoneo.
— ¿Dijiste algo, nena?
— No. — Su expresión fue más relajada, Elián había acomodado su motocicleta en la cochera, dejó los cascos en una estantería con diversas herramientas, levantó el asiento de la motocicleta para sacar el regalo que Arleth había preparado.
— ¿Qué compraste? — Curioso el chico trató de agitar la caja de regalo, escuchando como algo se agitaba dentro, quizás eran unas simples galletas pero para la caja tan cuadrada era demasiado.
— ¡No lo agites así! Bobo, podría romperse. — Reclamó la jovencita acercándose a él, el muchacho vio la intención de Arleth por quitarle de las manos la caja así que la levantó en el aire.
— Entonces dime qué es.
— ¿Por qué eres tan entrometido? — Elián trataba de no reírse al verla de puntas casi trepándose a él para conseguir la caja. — Además, es para tu padre no para ti. — La muchacha sonrió bufona y cuando el muchacho se disponía a reclamar, bajó los brazos, logrando que Arleth le quitara el regalo a su novio.
— ¿Por qué no me trajiste algo a mí? — Leth actúo desinteresada encogiendo los hombros.
— Mhn, porque no quise. — Elián sonrió atrapando a la jovencita ahora. Arleth sonrió con diversión y el chico no esperó para besar su mejilla, de paso morderla como reclamo. — ¡Caníbal! — Sus labios en mohín le causaban mariposas a Elián.
— Me gustas. — Confesó luego de un rato callado, tomando desprevenida a la jovencita quien solo reaccionó con una sonrisa nerviosa y las mejillas rojas. Elián volvió a besarle el cachete, de forma sonora y rápida, entonces, dejó a la jovencita sobre el suelo. — Vamos, seguro mi padre se desespera por no vernos llegar. — El chico la tomó de los hombros guiándola hacia la casa entrando por la puerta de garaje.
El aroma que llegó apenas entraron era delicioso, siendo un olor a naranja con algún condimento más en el aire, recorrieron el pasillo que conectaba el garaje y la vivienda, pasaron directamente a la cocina, encontrándose con un Jonathan de espaldas terminando de dar toques a su platillo.
— ¿Elián? — Llamó sin llegar a girarse simplemente miró sobre su hombro. —¡Oh! Hola, Arleth. — Jonathan tomó un trapo de cocina para limpiarse las manos, traía puesto un mandil con un estampado "Comida hecha por el mejor papá del mundo" con una huellita en forma de pie diminuto de vinil en la esquina, lo cual le daba pensar a Arleth que aquella prende llevaba más años existiendo.
— H-hola señor. — Susurró sonriendo ligeramente. Teniendo a Jonathan justo en frente desvió su vista a otro punto en la cocina. — E-esto es para usted. — La sutil risa de Elián la fastidió, su novio se estaba burlando de ella.
— Oh, muchas gracias. No tenías que molestarte. — Sonrió y Arleth se contagió del gesto.
— Bueno, me nació traerle algo. — Complementó la jovencita al ver que Jonathan no demoraba en destapar la caja de regalo y sacar de ella el famoso presente dejando maravillado al astrónomo y a su hijo.
— Vaya, estoy... Estoy sin palabras, gracias Arleth. — La sonrisa grande de Jonathan le provocó calidez, el adulto seguía mirando la bola de cristal con el sistema solar dentro si agitabas la bola partículas de brillantina simulaban ser las estrellas, el presente había sido demasiado hermoso a consideración del astrónomo. — La iré a poner en mi escritorio. — Agregó finalmente saliendo de la cocina con una sonrisa similar a la de un niño pequeño dejándola sola con Elián.