Lo primero que pidió al resignarse de pasar dos días de nuevo en una cama fue su celular, buscó entre sus contactos el "Eli💫" registrado, dando al botón de llamada espero a que la misma fuese atendida, Samuel y sus padres salieron minutos después de que ella despertará, tomaron todos sus datos, Samuel anotaba mientras su madre leía su temperatura, su presión, su nivel de glucosa entre otros datos más.
— Niñita eres muy madrugadora. — La voz somnolienta de Elián le hizo sonreír, fue entonces que buscó un reloj, siendo las 8:15 de la mañana.
— Quería escuchar tu voz... — Dijo sin meditar y sintió un nudo comenzando a crearse en su garganta. Más que eso, quería estar entre los brazos de su novio, estaba segura de que con ello todo desaparecería.
— ¿Te sucede algo, nena? — Arleth negó como si Elián pudiese verla.
— Estoy en la clínica de mi madre, ayer me desmayé luego de llegar a casa y-
— ¿En dónde es? ¿Estás bien? ¿Cuál es la dirección? — La preocupación de Elián la sorprendió, le dio la impresión de que con ello su pareja había despertado por completo, su corazón comenzó a latir, Arleth sintió ganas de llorar, quería verlo, sin embargo, no podía decirle dónde era además de qué no sabía exactamente la dirección.
— A las afueras de la ciudad, p-
— Voy para allá, mándame la ubicación y estaré ahí tan rápido como pueda. — La seguridad en el tono de Elián no era broma.
— Elián, estoy bien, solo fue consecuencia de la anemia... No te hablé para preocuparte, quería escucharte. — Confesó y escuchó un suspiro lastimero por parte de su novio. — Solo tengo que quedarme hoy y mañana en la clínica.
— Me gustaría estar contigo. — Arleth podía jurar estar viendo la cara de niño pequeño mimado que estuviera haciendo su novio.
— Tienes que esperar por mí unos días.
— No sé si podré aguantarlo. — La voz de Elián era dulce y había llegado a ser más alegre a diferencia de lo que había escuchado antes.
— Inténtalo, malote. — Arleth escuchó a su chico reír, su corazón se alborotó era adorable. Tenía ganas de apretujarlo. La risa de Elián fue más grave y melodiosa. ¿Sería algún efecto del micrófono? Fuese o no, estaba encantada de poder hablar con su novio.
╭☀╮
Su amiga lucía deprimida y no sabía de qué manera poder ayudarla, estaba sumamente preocupado y dudoso de ser de verdad de ayuda, observó cómo los padres de Arleth le entregaron su celular, salieron uno por uno del cuarto y Trevor siendo el último había cerrado la puerta cuando esta comenzó a hablar con su pareja. Trataba de lucir apacible, pero en momentos como ese donde recordaba que él solo tendía el hombro de amigo era complicado ser inexpresivo con sus emociones.
— ¿Te pido un favor? — La voz del profesor Rosello lo sacó del trance. El muchacho asintió sin llegar a emitir sonido. — ¿Puedes mostrarme el lugar?
— Seguro. — Contestó Trevor con una sonrisa. Los demás adultos se fueron dispersando, Samuel y Estela seguían hablando sobre datos referentes a Arleth.
Comenzó por sacar a Adam del edificio para ir hacia el invernadero, le contaba cosas diversas mientras caminaban por la asociación, quizá porque Trevor la conocía completamente le parecía muy pequeña, sin embargo, era gigantesca, había zonas para todo, laboratorios, habitaciones, las cápsulas. Además todo el recorrido fue ligero gracias a la intenta platica sobre el conocimiento de Trevor referente a la asociación y a Arleth.
El muchacho le contó cómo la conoció, a qué edad, lo que pensaba, lo que hacía, era agradable poder decirle a alguien todo lo que experimentó al crecer sabiendo que existía una joven atrapada en un cristal. Adam sonreía con las ocurrencias que Trevor tenía de niño ante lo que le contaba. Y a pesar de que el muchacho intentará actuar desinteresado y no darle mucha importancia a sus actitudes con Arleth, Adam sabía que el cariño que expresaba Trevor era diferente al suyo, al amor fraternal.
— ¿Aquí estaba ella? — La voz del profesor sonaba afligida. La zona más complicada era la de cápsulas, sabiendo eso, Trevor no dudó en hacerla la última parada del recorrido. Adam cruzó el pasillo lentamente hasta llegar al máquina siete. El catedrático se dio el tiempo para imaginarse a su vieja amiga dentro, una punzada llegó a su corazón.
— Sí... — Contestó Trevor viendo a la máquina también. — Justo aquí. — Adam levantó la vista a él. — Su máquina la llevaron a otro lugar, pero era justo acá. — Explicó Trevor, Adam notó que no mentía, unas máquinas parecían más modernas que otras.