Se asomó por la ventanilla del avión cuando avisaron que llegaban al aeropuerto, su corazón empezaba a latir desenfrenado y entendía que era muy simple la razón, después de unas cuantas semanas lejos, volvería ver a Arleth. Aunque estuviesen hablando seguido, por no decir que todos los días, era emocionante volver a estar con su amiga.
Sus hermanas insistieron en que hiciera las cosas bien y hacer las cosas bien implicaba terminar con Olivia, no era como que tuviese miedo de hacerlo, y es que sí, sin embargo, seguro se culpaba ligeramente por tomar acciones tan egoístas. Aunque eso fuera lo que principalmente le carcomía la cabeza, la voz de su madre lo atrajo de nuevo y de esa forma se enfrentó a un nuevo problema. ¿Cómo le explicaría a Arleth que su madre había regresado con él?
La sorpresa también fue para él cuando su madre salió de su habitación con dos grandes maletas y una más pequeña, Trevor no comentó mucho e intentó alertar a su amiga del eminente encuentro cosa que, evidentemente, no logró.
— ¿Le avisaste a tu abuelo que llegarías pronto? — Trevor asintió, su madre lucía bastante hermosa ahora que lo pensaba, como toda una italiana cosa que le parecía divertido.
— Le mandé mensaje antes de abordar. — Amelia sonrió y regresó a su libro.
— Mamá... ¿Por qué no quisiste decirle a mis abuelos que vendrías también?
— Porque es una sorpresa, amore.
— Ya... — Trevor suspiró, revisó de nuevo su celular y el mensaje no había sido leído por Arleth. Ni siquiera parecía haber llegado. ¿Por qué? El piloto del avión empezaba a hablar por los parlantes, dando la bienvenida a su ciudad, se comenzaban a escuchar las explicaciones para el descenso real de la nave y las azafatas preparadas para las medidas de seguridad.
Transcurrieron rápido los minutos para bajar del avión, seguía mandando mensajes sin respuesta, entendía que su amiga no estuviera acostumbrada a usar un celular, sin embargo, esos últimos meses había perfeccionado el arte del uso de un smartphone. Así que, ¿Cuál era su excusa ahora para no contestar sus mensajes? Siguió a la pequeña caravana de personas que salían a la área más concurrida del aeropuerto, tras cruzar con su madre y las maletas la puerta, se topó con sus abuelos y una pequeña figura a un lado, su corazón se paralizó momentáneamente y sin darse cuenta sonrió con emoción al verla, momentos como esos hacían evidente que Trevor no podía fingir todo el tiempo. La muchacha lo saludó con emoción, agitando su mano de un lado a otro.
Si Trevor tenía la intención de acercarse pronto y abrazarla, su madre le robo la idea al actuar con rapidez, dejando las maletas y avanzar corriendo, Arleth pareció notar por fin la presencia de Amelia, pues se puso notablemente nerviosa y su primer acto instintivo fue esconderse tras Víctor quien al igual que ella y su esposa estaba sorprendido de ver a su hija con Trevor.
— Eres tú. — El acento italiano en Amelia le pareció divertido, sonaba como el de Alessa pero menos exagerado.
— Hola... — Mustió suave luego de que Amelia apartará a su padre de en medio. Sintió las manos de Amelia tomar su rostro y examinarla por completo, la manera tan meticulosa en la que Amelia estaba viéndola la hizo reír. A diferencia de lo que imaginó, su corazón estaba cálido. Amelia sonrió como si fuera cómplice de algo, sin embargo, su vista comenzó a nublarse y su risa se convirtió en un pequeño lamento, abrazó con fuerza a la jovencita y se permitió llorar.
— Estoy tan feliz. — Murmuró apenas, apretando más a Arleth, quien intentó mantenerse apacible y frotar la espalda de su vieja amiga. La muchacha se dejó llevar, abrazando con la misma fuerza a Amelia.
Era bastante conmovedor, experimentó el sentimiento de contarle la verdad, no obstante, para ese momento se quedaría callada disfrutando del cariñoso y reconfortante abrazo de su amiga. Después de unos segundos más que le parecieron eternos, se apartaron, Amelia le dedicó una sonrisa amplia y reluciente, justo como la recordaba, aun tenía en ella esa pillería al sonreír, le recordó a la misma chiquilla que la retó a ver un cadáver.
— Bueno, creo que es mi turno. — La voz de Trevor las obligó a separarse, el jovencito aprovechó la distancia que formaron para poder abrazar a su amiga. Arleth sonrió y lo apretujó. — Te eché de menos, Leth.
— Bienvenido, Trevorcito.
╭☀╮
En el trayecto hacia la casa de los abuelos de Trevor, Amelia estaba bastante animada hablando con ella, tanto que había hecho que se sentara a su lado, dejando a Arleth justo en el medio del asiento trasero. Trevor estaba entre enfadado y no, es decir, celoso, su madre estaba absorbiendo por completo a su amiga, no dejaba si quiera que la muchacha le preguntará algo, Amelia contestaba por él y seguían hablando con mucha emoción, le contaba bastantes cosas referentes a la vida que tenía en Italia, de alguna forma, Amelia narraba todo como si fuese Madeleine a quién le estuviera contando, lo cual le pareció curioso y lindo.