Los días siguientes de haber hablado con Jonathan le ayudaron a tranquilizar su corazón, o al menos, a estar con muchísima paz. Estaba feliz, volvía a sentir que tenía una vida perfecta, un novio increíble, amigos grandiosos, una familia amorosa, en especial, una vida sin secretos o mentiras, totalmente feliz, y cómo no podía estarlo, Arleth sentía que sus tormentos se desvanecían, sí, todavía resonaba la voz de Jonathan diciendo que era mejor contarle la verdad a Elián, a sus amigos, pero, le costaba aceptar que eso le aterraba más que decirle a los propios adultos, Amelia, Adam, Jonathan, los tres lo tomaron tan bien, sin ningún problema, la aceptaron y cobijaron como si nunca hubiese mentido, engañado, desaparecido, no obstante, Leth no estaba para nada segura de que sus amigos lo tomaran con la misma ¿facilidad?
Ese lunes por la tarde estaban en casa de Elián, tumbados sobre la cama del chico, con un bol de palomitas entre ellos y la laptop con pausa en la serie que se encontraban mirando antes de comenzar a platicar sobre una travesía de Elián y Jackson, a grandes rasgos, los chicos estaban pasándolo bien.
— ...Y entonces, hm, ¿Nena? — Arleth se encontraba absorta en... Él, lo miraba con tanta fijación que comenzaba a ponerle nervioso, es decir, no era la primera vez que su novia lo miraba de esa forma, Elián sonrió al recordar la primera vez que lo hizo, cuando se presentó en su casa para que se convirtiera en su cómplice. — ...Entonces le dije que tengo una novia muy rara que se queda callada sin dejar de mirarme. ¿Acaso es un castigo por ser tan guapo? — Las facciones de Elián eran las favoritas de Arleth, sus ojos y aquel brillo que desprendía, su lunar bajo el ojo derecho le parecía el rasgo más atractivo que nunca hubiese visto antes, y ese sentimiento se acentuaba cuando el muchacho le sonreía justo como en ese momento lo hacía. — ¡Leth! — La chica reaccionó a medias y sin pedirlo, suspiró un "sí" en respuesta, completamente embelesada, es decir, como cualquier adolescente enamorada y embobada por su novio. Elián liberó una carcajada por dicha reacción, estando enternecido se inclinó a ella para darle un beso en los labios. — ¿Qué tanto miras, boba? ¿Soy increíblemente guapo?
— Sí. — Y aunque no lo quisiera, la honesta respuesta de su novia lo hizo sonrojarse.
— ¿En qué piensas, niñita? — La realidad, en nada, simplemente estaba admirando a su chico, observándolo con devoción, sin embargo, cuando Elián preguntó no evitó pensar en su actual problema, ¿Sería un buen momento para contarle a Elián? Se sentía en duda, pero, al mismo tiempo con valor, en las ocasiones anteriores había necesitado de Trevor para hacerlo, no obstante, en ese momento le parecía que era tan fuerte para afrontarlo ella sola.
— En que eres increíble. — Respondió con una sonrisa, el chico le devolvió el gesto. — Que me siento muy feliz de que estés conmigo, de que seas mi novio... — Confesó al acercarse más a él, Elián pasó su brazo bajo la cabeza de su novia, aferrándola más a él.
— Te quiero, Leth. — La muchacha sonrió, levantando el rostro para encontrarse con su novio.
— También te quiero, Eli. — Volvieron a besarse, desencadenando una oleada de besos y caricias, respiración agitada y corazón acelerado.
Entonces se convirtió en un mágico recuerdo, siendo entre eterno y fugaz, el inicio fue titubeante, la delicadeza, la prevención y el cariño no faltó, lo que experimentaron no tenían forma de definirlo, Arleth no imaginó como sería dicho momento con Elián, y ahora sabía que su imaginación nunca hubiese hecho justicia a lo que sucedía. Si le decían que era magia pura la muchacha estaría totalmente de acuerdo con ello, ese momento con Elián había marcado su cuerpo y alma de muchas maneras. Entre besos se repetían lo mucho que se querían. Con caricias se corroboraban los sentimientos, Elián fue cuidadoso, los nervios y la emoción se combinaban entre sí, el rostro sonrojado y agitado de su novia le parecía mejor que cualquier ensoñación que tuvo antes, sus ojos estaban clavados en ella y los de ella en él, compartían sonrisas y parecían entenderse, era como si confirmaran su complicidad.
Cuando el momento cesó, las palomitas estaban tiradas en el suelo, el ordenador portátil de Elián tendría el mismo destino de no ser porque este logró tomarlo dejándolo sobre su buró de noche. Miró la hora en su celular y la noche estaba por llegar, tendría que despertar a su novia y llevarla a casa antes de que se marcaran las siete de la noche.
Se volvió a acomodar dentro de las sabanas mirando a Arleth, el chico se avergonzó completamente al darse cuenta de lo que había pasado, lo hicieron. Tuvieron sexo, Elián se permitió sonreír, era un sentimiento complejo, lleno de alegría y de vergüenza. Apretó sus labios y no esperó para inclinarse en su novia y despertarla a besos. Arleth abrió los ojos, al encontrarse con su novio sonrió cubriendo su rostro.
— ¿Estás bien? — Arleth asintió sin llegar a responder, al ser su primera vez, Elián siempre tuvo cuidado con ella. Le mostraba tanto amor y respeto que Arleth se sintió feliz y amada. — ¿Te duele? — La chica simplemente negó moviendo la cabeza, dolía si, era una experiencia un tanto dolorosa, sin embargo, podía catalogarla como el mejor momento de su vida, Elián liberó una carcajada. — ¿No me vas a hablar?