VIERNES, 13 DE ABRIL
—Si Marco, ya lo sé, voy bajando las escaleras, espérame en el estacionamiento. —le digo a mi amigo a través del celular y cuelgo inmediatamente. Es un día importante en el trabajo, presentaré mi primer diseño de intervención, y Marco al parecer está tan nervioso como yo. Solo fuimos finalistas seis arquitectos paisajistas en el concurso, y ser quien tiene menos experiencia laboral me pone en desventaja, sin embargo, sé que hice un buen trabajo y espero que mi proyecto destaque, pues puse todo mi empeño en recuperar el espacio público de un reconocido centro comercial.
—Ví la presentación del proyecto, y es alucinante. Aunque es lógico sentir nervios, debes estar tranquilo, tu trabajo es bueno, eso de la sustentabilidad es impresionante; mi mamá te envía estas gotitas de valeriana, dice que calman los nervios. —empieza a recitar en cuanto me ve salir del edificio de cuatro plantas en el que habitamos; continua caminando a mi lado mientras nos acercamos a su escarabajo del 83. Es un buen auto, y su color negro mate, le da un aspecto más rudo, (es lo que dice Lupe, mi vecino, cada vez que nos encontramos por el pasillo).
—Déjame ver que efectos causa exactamente— le pido mientras subo al asiento del copiloto—. Necesito mis sentidos intactos para ir repasando lo que diré en la presentación.
El sube al auto, y lo veo leer las instrucciones del frasco, extiendo mi mano y lo suelta allí, aparentemente son inofensivas y casi nunca tienen efectos secundarios; veo mi reloj y como vamos un par de horas antes de lo habitual, decido tomar algunas gotas, abrochamos los cinturones y…
—¡Carajo! —Gruñe Marco y baja del auto; lo imito al ver que se dispone a revisar el motor, me acerco y dice—: El auto no enciende y no tengo idea que pueda estar pasándole. Lo siento, creo que es mejor tomar el autobús.
—No hay problema. Aun voy a tiempo para la reunión. —Comento mientras me encargo de asegurar las puertas; me fijo nuevamente en mi reloj y le informo—: El próximo autobús pasa en cinco minutos por la parada del conjunto ¿Vamos?
—Intentaré dar con el fallo Adam. Yo puedo irme más tarde —responde con la mirada fija en el motor— Vete tranquilo, pasaré a verte antes de la reunión.
Me despido y voy a esperar el autobús. Reviso mis bolsillos y enumero las cosas que necesitaré para comprobar que no faltan, entonces, noto que hay algo extra, el frasco con el calmante que me dió Marco. Me aferro a la idea que las gotas no causarán efectos secundarios mientras viajo en el transporte público, que por cierto, se acaba de detener frente a mí.
Subo al autobús y pago el monto establecido. Camino por el pasillo y noto que hay varios asientos desocupados; creo que nunca antes había hecho uso de este trasporte a las 6am, cuando por fin elijo donde sentarme, me detengo al encontrar un par de ojos café observándome fijamente. Quedo instantáneamente atrapado y me descubro incapaz de ver hacia otro lugar. No sé exactamente por cuanto tiempo perdura la conexión visual, pero el fuerte frenazo del autobús y mi cara contra uno de los asientos vacíos, se encargan de romperla.
Con la dignidad que me queda, me levanto del suelo y me siento en ese mismo lugar que segundos antes golpeó mi rostro. No soy capaz de voltear nuevamente hacia la dueña de esos ojos café; y mientras el autobús continúa su recorrido, yo me limito a recrear en mi mente los pocos detalles que capturé de su rostro.
—¡OYE! —el grito me sobresalta; parpadeo varias veces para enfocar mejor a la persona que me habla, nunca antes había escuchado esa voz, pero si reconozco el par de globos oculares que me escudriñan— Trabajas en ECOnstrution, ¿no? —formula con el ceño fruncido. La verdad es que me siento un poco lento, no logro desviar la mirada hasta que chasquea los dedos muy cerca de mi rostro— ¿no crees que es muy temprano para estar tan drogado? —exhala y muerde la manzana que lleva en su mano. No deja de mirarme en ningun instante, y con esa pregunta me trae finalmente a la realidad.
—Tienes razón —logro pronunciar y noto que estuve babeando— En todo. Es decir, si trabajo allí y si es muy temprano. Pero no estoy drogado, es solo que tengo algo importante hoy y un amigo me dió esto para los nervios —le explico entregándole el frasco. Instantáneamente recuerdo que aún estoy en el autobús, veo mi reloj y son la 7:47am; dormí más de lo que creía, me giro a la ventana y trato de ubicarme.
—Debes quedarte en la próxima parada. Es por eso que intentaba despertarte —revela como si leyera mis pensamientos y se levanta del asiento a mí lado— Aquí me quedo yo —dice finalmente, y sin darme tiempo a expresar más que un simple gracias, que no sé si alcanzó a escuchar, se aleja caminando por el pasillo.