Daemon (orgullo Blanco 2)

Nueva ciudad

[Capítulo 1]

 

{Inoha}

 

Salí del aeropuerto cansada del largo viaje que tuve que hacer y de las impresiones que me llevé al no estar preparada. Mi compañero de asiento había sido de lo más divertido, era un chico extrovertido y a pesar de la tristeza que opacaba sus ojos, supe que la genialidad lo acompañaba siempre.

— Fue un gusto conocerte, Aiden Pride — dije sincera y me sonrió amable.

— Lo mismo digo, Inoha Nóvikova — me extendió la mano cuando salimos del área de revisión del aeropuerto y se la tomé con gusto.

El tipo me cayó muy bien y esperaba que su apellido solo fuera una mala coincidencia que no afectara en los motivos que tuve para mudarme a esa ciudad.

Tenía veintiún años y por siete estuve viviendo en Rusia con mi madre y su esposo, pero mi familia paterna me necesitaba y fue la razón de regresar para ayudarles. Toda mi infancia la viví en esa misma ciudad que me vio nacer, aunque lo lindo que tuvo que ser esa etapa para mí, siempre se vio opacada por la ausencia de mi padre.

Fue el príncipe de mi vida, pero me lo arrebataron y me dejaron en el limbo cuando no llegó más a casa para leerme mi cuento favorito: «La bella y la bestia». No recordaba mucho de mi vida pasada, solo lo que mi madre, mi abuelo y mi tía abuela me contaron en su momento y no me gustó para nada lo que tuve que saber; crecí odiando y desde muy pequeña se me inculcó buscar justicia para mi héroe y es lo que haría, no importaba lo que tuviera que hacer o sacrificar para lograrlo.

— ¡Joder, mujer! Al fin llegas — fue el saludo de Alana Russell, la chica a la cual conocí por medio de internet y quien me rentaría una habitación de su apartamento.

Todo eso era parte del plan, la chica no tenía idea de quien era yo en realidad. Para ella solo era una extranjera con ganas de hacerme un hueco en su país.

— Lo siento, mi vuelo se retrasó en Denver — me excusé.

— Bueno, lo importante es que ya estás aquí. Es un gusto conocerte en persona, Inoha y espero que podamos llevarnos muy bien ya que seremos compañeras de apartamento — le sonreí cuando me habló amable — ¡Muévete, mujer! Tengo dos horas de retraso y debo limpiar una casa más para acabar mi día como cenicienta — avisó y me apresuré a meter mis maletas en el baúl de su coche.

Temí morir antes de cumplir mi objetivo cuando esa mujer se colocó al volante y condujo como si estuviese en una persecución policíaca, maldecía cada vez que un semáforo en rojo la hacía detenerse y entre mi miedo entendí lo importante que era para ella limpiar la dichosa casa.

— Te dejaré en el apartamento y te tocará conocerlo sola, pero siéntete como en casa ¿eh? Te juro que si la dueña de esa mansión no fuera tan bruja, no estuviera a punto de asesinarte de un paro cardiaco por mi forma de conducir — me reí cuando señaló tal cosa. Era muy parlanchina y se notaba que también una buena persona.

— Te comprendo, ya tendremos tiempo para conocernos mejor. Solo espero que tengas suficiente cosas en tu refrigerador para hacer una deliciosa cena y esperarte para comer ¿Llegas a tiempo? — quise saber.

«Down on the corner» de una banda que a mamá le encantaba, comenzó a sonar a todo volumen y su cabeza se movió al compás de la música.

— Es tu día de suerte, hoy es mi día de descanso en mi segundo trabajo — avisó sin dejar de mover su cabeza, ese era el efecto que «Creedence Clearwater Revival» tenía en mi madre y hasta en mí después de escucharlos tanto.

— ¿Y cuándo estudias? — quise saber.

Me dijeron que ese era un país donde los sueños se cumplían a punta de trabajar como burros, pero viéndola a ella tan apurada… imaginé que la realidad era aún más exagerada.

— Este semestre tengo solo clases en línea, así que trabajo ocho horas limpiando casas o locales, cinco como recepcionista en un gimnasio y al salir, dedico dos horas a mis estudios.

— Vaya vida la que tienes — señalé y se encogió de hombros.

— Espera un momento — pidió cuando llegamos a otro semáforo en rojo, me reí cuando le dio todo el volumen a la canción y comenzó a cantar el coro a todo pulmón.

Su voz no era para nada afinada, pero la pasión con la que cantaba me hizo disfrutar de aquella letra.

Me giré para ver por la ventana de su Honda — que si bien no era nuevo, estaba en excelentes condiciones para transportarla a dónde quisiera — y juro que mi corazón se aceleró al ver que en un hermoso Jeep color gris plomo a nuestro lado, se encontraba mi compañero de viaje. Solo que en ese instante lucía más serio y hasta un poco molesto, fue por eso por lo que no quise saludarlo, creyendo que no era un buen momento para eso, pero por alguna razón que desconocía…lo miré como si era la primera vez que se cruzaba en mi camino y a diferencia de cuando lo tuve sentado a mi lado, su belleza me cautivó de una manera indescriptible.

Su sonrisa era hermosa, mas esa seriedad y frialdad que lucía en ese momento, lo hacía ver como un tipo misterioso, peligroso y muy interesante. Mi cuerpo se paralizó cuando sintió mi mirada y sus ojos se conectaron a los míos, casi me dejó sin habla en el instante que aquellas orbes color tormenta me observaron y el coche en el que se conducía hizo todo peor, puesto que me sentí más chiquita y hasta inferior al sentirme atrapada en su fría mirada.




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