Daemon (orgullo Blanco 2)

Bipolar

[Capítulo 6]

 

{Inoha}

 

Los días siguientes a mi encuentro con Daemon, casi me hicieron pegarle un par de patadas en su bonito culo. Fue más cabrón que de costumbre y cuando nos encontramos en el gimnasio, pasó de mí como si nunca nos hubiésemos cruzado, como si unos días atrás no nos hubiéramos dado el revolcón de nuestras vidas — al menos para mí lo fue —. Actuaba como un verdadero hijo de puta y me sentí como una estúpida por haberle abierto las piernas, pero — y ahí iba esa dichosa palabra — el tercer día apareció justo donde dejé mi coche, mismo que compré en esos días. Me sorprendió verlo recostado en el capó, destilando chulería a morir y cuando me vio llegar, sonrió como el mejor de los arrogantes.

Mi corazón golpeó mi pecho como un loco, queriendo huir de aquel peligro, mi cerebro lo alentaba a hacerlo, mas sus débiles señales no fueron nada para mis piernas y me quedé anclada al suelo sin saber qué hacer. Ese día estaba más feliz que de costumbre, sus ojos brillaban con diversión y el gris en ellos era dos tonos más oscuro de lo normal, dejando que el miel reluciera como oro. Me invitó a ir por algo de comer y mi boca casi se desencajó, puesto que apareció como que si fuéramos una pareja que nunca atravesara por problemas. Demás estaba aclarar que no me dejó darle un no por respuesta y terminamos en una pizzería, hablando de lo que hice dos días atrás y dejando de lado las razones por las que fue un completo capullo conmigo.

Esa tarde dudé de que él de verdad fuera Daemon y si no hubiese sido por el color de sus ojos, quizás me habría atrevido a preguntarle si era Aiden. Me estaba dejando ver un lado que no creía que existía y hasta era capaz de hacerme bromas; horas después lo fui a dejar a su casa ya que habíamos ido en mi coche y cuando nos despedimos, se limitó a darme un beso en la mejilla, muy cerca de la comisura de mis labios. Esa acción me enloqueció y deseé cogerlo de la camisa y estampar mi boca en la suya, pero me contuve sabiendo que todavía teníamos muchas cosas por aclarar.

El cuarto día llegué a su casa junto a Alana para limpiar y tras terminar, él apareció y no dejó que me fuera. En su lugar me invitó a ir a caminar a la playa y cuando tuvo la oportunidad me cogió de la mano. Me puse muy nerviosa por aquel acto y tras eso recordé lo que le dije días antes en la universidad y me reí.

— ¿Qué es tan gracioso? — cuestionó.

— Me estás cortejando — señalé con burla y se encogió de hombros con una leve sonrisa en su rostro.

— Quiero volver a follarte — mis ojos se desorbitaron cuando dijo tal cosa.

¡Mierda! Ese chico hacía que odiara la sinceridad y la necesitara al mismo tiempo.

— ¿¡Me tratas bien solo por eso!? — pregunté entre indignada y divertida al ver que el se reía de mi reacción.

— Y porque te lo mereces, discúlpame por como he sido estos días. No he estado siendo yo en mis cincos — soltó y creo que su disculpa me sorprendió más que su sinceridad anterior.

A pesar de eso y de haberla pasado bien esa tarde, no pasó nada más que conversaciones y bromas inocentes entre nosotros. No podía caer tan pronto y él tenía que aprender a tratarme, le prometí algo e iba a cumplírselo; aunque admitía que dejarlo ser tan lindo conmigo, también me hacía correr peligro, sobre todo cuando le añadía posesividad al asunto.

El viernes llegó y al salir de clases fuimos por algo de comer, la mesera que nos atendió fue una completa descarada con él y me detuve de hacer cualquier comentario cuando noté que a Daemon le daba lo mismo; sus ojos estaban puestos solo en mí y su sonrisa de depredador casi me estaba convenciendo de abrirle las piernas otra vez. Me hacía sentir única en su vida y la mujer más hermosa que sus ojos vieron, me cohibía por eso, aunque también me sentía poderosa.

Tomé mi móvil cuando avisó de un mensaje entrante y al leerlo me puse un poco nerviosa, era Demian y le urgía reunirse conmigo esa tarde.

— Esta noche Dash a organizado una fiesta y me gustaría que fueras — habló Daemon, sacándome de mi concentración en el móvil —. Puedes llevar a tu amiga si lo deseas — añadió.

Mi móvil volvió a vibrar y Demian me avisaba que era urgente. Ese idiota no pudo buscar un mejor momento.

— Intentaré ir — respondí a Daemon y mi respuesta cambió su feliz rostro.

— Contaba con que dirías que sí — repuso y lo vi hacer puños sus manos. Ahí estaba de nuevo aquel tono demandante y actitud posesiva.

Por momentos lo notaba tenso y segundos después demasiado relajado.

— No he dicho que no, pero tampoco prometo asistir — aclaré. Su mandíbula se apretó fuerte y después de eso, nuestro tiempo juntos se volvió incómodo.

Pasé a dejarlo a su casa y esa vez nuestra despedida fue muy seca, era casi como una madre despidiéndose de su hijo caprichoso y molesto porque no lo dejaron ir a jugar con sus amigos. Esos cambios en él me aturdían demasiado, era demasiado lindo cuando se lo proponía; esos días lo noté sonriendo más de lo normal, pero tras escuchar mi respuesta su seriedad volvió triplicada.

No estaba segura de si eso era bueno o malo para mí.

Más tarde llegué a un centro comercial en donde quedé de reunirme con una persona que trabajaba para Demian, me sorprendí al ver que era una mujer y ella se encargó de llevarme a donde me vería con él.




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