Daemon (orgullo Blanco 2)

Jugando con fuego

[Capítulo 8]

 

{Inoha}

 

Desperté una vez más con alguien a mi lado, un hombre en todo el sentido de la palabra y más grande que el último con el que me acosté días atrás y me refería al cuerpo. Esa mañana todo se sintió diferente y no tenía ganas de salir de la cárcel que formaron sus brazos alrededor de mi cintura, su respiración acariciaba mi cuello y la lentitud con la que exhalaba, me indicó que todavía seguía dormido.

De nuevo habíamos follado casi toda la noche y si las cosas iban a ser así con él, tenía que irme preparando y tomar muchas vitaminas y energizantes para estar a su altura. Alana no llegó la noche antes y solo recibí un mensaje suyo indicando que todo estaba bien, para que no me preocupara; esa chica estaba actuando raro e imaginaba que un hombre era el culpable…solo esperaba que no fuera el causante de que mandara todas sus promesas al carajo.  

— ¿Vamos a desayunar algo? — la voz soñolienta de Daemon me sacó de mis pensamientos. 

— Tengo clases a las diez — avisé y se removió para quedar tumbado sobre su espalda y viendo hacia el techo.

— Tenemos tiempo suficiente para echarte un mañanero y luego ir a comer algo, te llevaré a la universidad y más tarde iré a recogerte — estaba demandando otra vez. 

— Tienes todo tu plan trazado ¿eh? — señalé y me di la vuelta para quedar frente a él. Estaba sonriendo y sus ojos adormilados se encontraron con los míos; esa mañana tenía un gris claro hermoso y me pregunté si eran reales — Y no sabía que tenías coche, porque supongo que si ofreces todo eso es porque viniste en uno… ¿Dejaste a Aiden sin transporte? — quise saber, era la primera vez que él salía solo, por sus propios medios y me extrañó un poco.

— Tengo mi propio coche, me lo traje de casa esta vez; pero a veces prefiero no manejar y por eso me ves siempre con alguno de los chicos — explicó vagamente — ¿Iniciamos con mi plan perfecto? — en segundos lo tenía sobre mí, ambos estábamos desnudos y me sonrió de lado cuando un gemido de sorpresa se escapó de mi boca en cuanto lo sentí muy duro.

Deduje que quería distraerme para que no habláramos de nada de nuestras vidas y me convenció en seguida cuando comenzó a dar besos castos en mi cuello.

Esa mañana me di cuenta que las cosas se complicarían más de la cuenta y no me equivoqué. Los días fueron pasando y con ellos muchas cosas avanzaron, aunque nada de lo que pretendía, descubrí que Alana estaba muy entusiasmada y cuando conocí al causante de todo, me topé con que era un hombre mayor y muy misterioso. Lo conoció en el gimnasio y era la primera vez que lo veíamos por ahí, el señor era muy guapo y podía comprender a mi amiga, pero también demasiado enigmático y algo en mi interior me decía que me mantuviese alerta con él; días después nos enteramos que era el dueño de la cadena de gimnasios en la cual trabajábamos y estaba de vacaciones en la ciudad. Las playas todavía estaban cerradas porque el agua era casi congelante y había días en los que ni podías ir a caminar en la arena ya que los vientos eran demasiado fuertes, así que eso añadió otro punto de curiosidad sobre hombre. Y no era que no existieran otras atracciones, pero la mayoría de personas llegaban a Virginia Beach precisamente por su playa.

«¿Sabes cómo se llama?»

Ya entendía bien el método de comunicación que tenía con Demian, ambos utilizábamos un mismo correo y nos escribíamos por medio de mensajes que mandábamos a borrador. Según él estábamos usando una red segura, manejada por su gente y no había ningún problema de ser rastreados. Le estaba comentando sobre el hombre que tenía como loca a Alana ya que me picaba demasiado su forma de ser tan reservada.

«Evan Butler, es el dueño de los gimnasios»

Expliqué y en lo que esperaba a que apareciera una respuesta me preparé un café. Ya tenía un mes saliendo con Daemon y esa tarde pasaría por mí para ir a comer algo con los chicos, ya no estaba usando su coche y cuando le pregunté la razón, me cambió de tema y no me dio oportunidad para volver a preguntar nada de eso. Sus cambios de humor a veces me sacaban de mis casillas, en ocasiones era más que frío, en otras se comportaba eufórico y otras era como el chico problemático; cuando estaba en esa fase me celaba hasta con las escobas que utilizaba para limpiar y un día casi golpeó a Lane porque el chico sin querer tomó mi mano, mientras me ayudaba a recoger algo que botamos en un choque de cuerpos accidental. Esa vez se volvió como un maniático posesivo y me exigió no volver a acercarme a su amigo, me quedé en shock por su reacción y Aiden me pidió paciencia, prometiendo que hablaría con su hermano y lo haría disculparse por su actitud.

En efecto así pasó, pero una semana después, el chico de ojos turbulentos tardó todo eso para pedirme disculpas por su actitud, siendo un poco cariñoso — nada comparado a cuando me pidió que intentáramos algo — y explicando que estaba teniendo mucho insomnio esos días y por eso se comportó de esa manera. Su explicación fue lacónica y mis dudas quedaron, ya que no creía que la falta de sueño en realidad causara todos esos cambios tan extremos.

«— Creí que pasabas con mucha hambre y casi me fui a la tienda para comprarte unos snickers — bromeé con él y medio sonrió.

— Si ese fuera el caso, mejor te como a ti — devolvió y sonreí».




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