Daemon (orgullo Blanco 2)

Peligro

[Capítulo 10]

 

{Inoha}

 

Tras la advertencia de Daemon a su tía, todo fluyó más tranquilo; la mujer era única en su especie y disfruté de ver cómo le sacaba la vuelta a su hijo de manera olímpica. A Dasher todavía le faltaba mucho para superar a su maestra, aunque era divertido ver cuánto lo intentaba. No podía decir lo mismo de Isabella, claro estaba, ya que así hubiera querido llevarme bien con ella, me lo puso difícil; igual entendía que pudo sentir el peligro en mí, sobre todo si era tan inteligente como Demian la describió, obvio él lo dijo en palabras despectivas, pero el significado era el mismo.

Más tarde estaba en mi habitación y con la laptop en mis piernas, Demian estaba eufórico, incluso leyéndolo lo sentí de esa manera; le dije todo lo que pasó con Daemon y su madre, me informó que ya estaban investigándome y agradecí que al menos mi familia se igualara a los Pride en cuestión de inteligencia, puesto que como me lo aseguraron antes… me supieron blindar y de mí solo encontrarían lo que queríamos que supieran.

«Felicidades, nena. Diste el primer paso de forma magistral y ahora lo que se viene es pura candela»

Sonreí al leer aquel mensaje, lo que sucedió era una pequeña victoria para mi familia y por supuesto que para mí. La guerra no estaba ganada y era consciente de eso, pero logré mover una pieza de ajedrez muy importante y todo pintaba de maravilla.

«Te diría que lo celebráramos, pero sería de mal agüero y no soy tan imbécil como para aparecerme por ahí, sabiendo que la gran Isabella White está en la ciudad».

«Tan machito que te ves y le temes a una mujer»

Tecleé tras leer su mensaje y me reí frente a la pantalla imaginado su cara al ver mi broma.

«Lo que te hiciera si estuvieras conmigo, por decir estupideces. Te mereces unos buenos azotes, aunque no te los diera con la mano»

Negué y me seguí riendo al leerlo, Demian era fácil de enojar cuando se le mencionaba a aquella mujer y me causó curiosidad su odio hacia ella.

«¿Por qué la odias tanto? Yo tengo excusa, pero tú… siento que le tienes más asco que yo»

Esperé un rato su respuesta, mas se tardó demasiado e imaginé que pregunté algo de lo que a él no le gustaba hablar; mi móvil vibró con un mensaje de texto y vi el nombre de Daemon. Días después de aceptar tener algo con él, me confesó que tenía mi número telefónico desde que confundí el suyo con el mío y agregó que si nunca lo usó, fue porque no pretendía tener nada conmigo; su sinceridad era algo a lo que todavía me estaba acostumbrando, a veces me molestaba, otras lo agradecía, eso sí… odiaba cuando me decía las cosas a medias.

Quería que fuera por él a una gasolinera, así que cogí mis cosas dispuesta a marcharme, aunque antes vi que un nuevo mensaje se encontraba en borradores.

«Cuando vuelva a verte te lo diré, solo te adelanto que muchas veces la sangre no une a las personas sino todo lo contrario. Y este es mi caso»

Volver a verlo se convirtió en algo que ya necesitaba y sobre todo después de esa respuesta. Demian era enigmático, un tipo casi obligado a convertirse en hijo de puta, pero tenía una tremenda debilidad por su madre, mujer a la que adoraba con locura. Sin embargo, Charlotte Sellers no siempre merecía a un hijo como él. En ese momento quise saber si fue ella quien le inculcó el odio hacia Isabella o si también tenía una razón de peso como yo, para querer verla destruida.

Pero tendría que esperar para saciar mi curiosidad, debido a la situación.

Casi me dio un paro cardiaco cuando llegué al lugar donde Daemon me esperaba, estaba sin camisa, jamás me acostumbraría a ver semejante cuerpo celestial. No obstante, eso no fue lo que me dejó sin respiración, sino que su rostro magullado; tenía un corte en la garganta y otro en la ceja que no dejaba de sangrar y él con su camisa trataba de limpiar. Corrí hasta donde estaba, temiendo no poder hablar y se cruzó por mi cabeza que su estado era culpa de mi familia, aunque Demian no me dijo nada.  

— ¡Madre mía! ¿Qué te ha pasado? — pregunté preocupada.

No respondió, en lugar de eso me haló del brazo con rudeza y de golpe unió su boca a la mía. Y cuando decía de golpe no fue literal, sino que sus labios y dientes golpearon los míos y de forma posesiva comenzó a besarme. Era como si necesitaba de eso para sanarse de manera mágica, me dolió aquel gesto, de inmediato sentí mis labios calientes y el sabor metálico creí que era de mi sangre y no de la de él.

— Me quisieron robar, pero no te preocupes que el otro quedó peor — repuso con una sonrisa divertida cuando dejó de besarme, se suponía que eso era una broma y debía reírme, sin embargo, era imposible al verlo así.

— Tengo que llevarte al hospital — zanjé y zafé mi brazo adolorido por su fuerte agarre, tomé el suyo y lo hice caminar hasta mi coche. Cuando se sentó en el asiento del copiloto aproveché para ver su rostro, la herida de la ceja era un poco profunda, su nariz estaba inflamada y entre un color rojo y morado, su pómulo izquierdo lucía igual, aunque fue la herida de la garganta la que preocupo. No obstante, sentí un tremendo alivio cuando noté que solo fue rozón muy escandaloso para mi gusto —. No entiendo cómo puedes decir que el otro quedó peor, si parece que te atacaron al menos tres tipos — sonrió satírico cuando señalé eso.




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