Daemon (orgullo Blanco 2)

Razones

[Capítulo 11]

 

{Inoha}

 

Todavía no podía creer lo que hice y menos lo que Daemon me hizo; seguía sentada en el suelo de mi habitación, viendo lo destrozada que estaba y trataba de alguna manera de justificar a aquel chico debido a su condición, pero me era un tanto difícil.

Literalmente me había violado y quizá me obligaba a no verlo así, porque yo buscaba lastimarlo aun sabiendo que no lo merecía. Lloré y yo no era de las que demostraba mi dolor de esa manera, pero me fue inevitable no hacerlo ya que todo me superaba.

Daemon era bipolar y tras lo que me hizo pasar, comenzaba a creer que personas como él, sí eran peligrosas. Y le dije que era un monstruo con tal de que se fuera, para alejarlo para siempre de mí, aunque tras pensarlo bien y un poco más lúcida, no creí estar tan equivocada al llamarlo así; mi cuerpo y habitación eran prueba de lo descontrolado y peligroso que podía llegar a ser.

— ¡Oh divino Jesús! ¡Inoha! ¿Qué ha pasado aquí? — me asusté cuando Alana entró en mi habitación. Me miraba horrorizada y temiendo lo peor.

— No te preocupes, he tenido una crisis y me desquité con la habitación — mentí, en un santiamén llegó hasta mí y me escrutó con la mirada.

— ¿Y esos cardenales en tus brazos y piernas te los hiciste sola? — cuestionó y me puse nerviosa al verme.

Me puse de pie de inmediato y una mueca de dolor me atravesó el rostro, mi entrepierna dolía, mi cadera también y sabía la razón. Miré mis piernas y maldije al ver los morados, mis brazos no se salvaban… ¡Joder! La cosa fue peor de lo que imaginé.

— Lo último que supe es que estarías aquí con Daemon… dime por favor que no es lo que estoy pensando — comencé a transpirar y mi única reacción fue buscar ropa que me protegiera — ¿¡Inoha!? — gritó Alana y comencé a llorar.

— ¿Alana? ¿Pasa algo? — casi me voy de culo cuando escuché aquella voz varonil, Evan se apareció en la puerta y quise morirme, no solo porque vería el desastre sino también porque que estuviera en el apartamento no era buen augurio.

Él estaba saliendo con Alana, ella estaba súper entusiasmada y era lógico que en algún momento lo invitaría a su apartamento, pero a mí no me convenía esa cercanía.

— Nada grave, puedes por favor salir de mi habitación — pedí un tanto brusca.

— Claro, lo siento. Solo quise saber si todo estaba bien — se disculpó.

— Lo está, puedes irte — repetí y lo vi hacerlo.

La adrenalina que me provocó verlo ahí me hizo tomar un valor que no sentía; Alana me miraba impaciente, esperando una respuesta que no podía darle e incrédula por cómo le hablé a su chico.

— Habla — exigió dejando de lado mi falta de modales hacia Evan y cruzó los brazos a la altura de su pecho.

— Entiendo que ese tipo esté saliendo contigo, pero por favor has que respete mi espacio, así escuche que me están matando aquí adentro — escupí y sus ojos se desorbitaron por mi demanda —. Nada de lo que ves es lo que piensas y te pido que no te metas.

— ¿Cómo me dices eso? Eres mi amiga y me preocupo por ti, es obvio que me meteré si veo que alguien te ha dañado, así me caiga bien Daemon, no lo permitiré — zanjó dolida. Me iba a complicar peor las cosas si seguía en ese plan.

— Nadie me dañó, lo hice yo misma y te agradecería que me dejes sola y no le menciones nada de esto a tu señor — odiaba que me refiriera de esa manera a Evan, pero en ese instante no me importó. No la vi con intenciones de irse — ¡Joder! He dicho que te vayas, estoy de muy mala leche y no me quiero desquitar contigo — espeté.

— Voy a respetar tu espacio, pero no creas que me trago esas mentiras y solo añadiré que está muy mal que lo encubras — no dije nada más y comencé a vestirme.

Alana se fue en seguida y maldije porque todo se me estaba saliendo de las manos.

Todavía no terminaba de procesar lo sucedido con Daemon y tenía que agregarle las dudas de Alana, a parte debía inventarme algo para decirle a Demian y convencerlo de que aquel gemelo no nos serviría, situación que veía muy difícil de lograr.

Comencé a recoger el tiradero de mi habitación y agradecí cuando escuché a Alana irse con Evan, fui a la cocina por algo liviano para comer y mi móvil vibró en ese momento con una llamada entrante de mamá, la cogí y traté de hablar con ella cosas triviales; cuando intentaba preguntarme algo relacionado a mis razones para estar de vuelta en el país, hice todo para desviarla y me sentí aliviada de que ella haya estado entrenada y entendiera la indirecta. No era estúpida y con Evan llegando al apartamento, no podía arriesgarme a hablar demás, sabiendo que pudo haberme dejado por ahí algún micrófono de alta tecnología, con el fin de espiarme.

Los Pride podían ser perros de caza, pero yo no sería una presa fácil.

Cuando llegó la hora dormir y me metí en la cama, miré fijo la mesa, mi pecho dolió y las lágrimas desbordaron mis ojos; si lo que yo viví fue horrible, no quería ni imaginar lo que otras mujeres pasaban en una violación en todo el sentido de la palabra. Mi corazón sufría y una opresión en mi interior no me dejaba dormir. Recordé la desesperación de Daemon cuando me dijo lo que era y cuanto lo hirieron mis palabras, aunque eso era nada para todo lo que de verdad tenía que hacerle.




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