Daemon (orgullo Blanco 2)

Límite

[Capítulo 17]

Parte 1

 

{Daemon}

 

La música sonaba a todo volumen en mis oídos, tenía los audífonos puestos y golpeaba el saco de boxeo como si la vida dependiera de ello. Usaba mis puños, brazos, rodillas y piernas en sí, para acribillar a punta de putazos aquel saco al que le había puesto un rostro imaginario. Los medicamentos que tomaba para controlar mi puta maldición no estaban haciendo el mismo efecto y Fabio, no quiso arriesgarse con otros ya que aseguraba que todo se debía a mi nivel de estrés tan alto.

El tiempo pasó después de aquel día en el que descubrí que el amor era una mierda y traté de concentrarme en mis estudios y fiestas organizadas por los chicos, pero no me bastaba para olvidarla. Aiden me decía que era increíble cómo esa chica se me metió bajo la piel cuando no hizo nada extraordinario para lograrlo, mas entendí que no se trataba de lo que hacías para ganarte el corazón de alguien, sino de cómo la vida quería joderte, entregándoselo en bandeja de plata a personas que no lo querían.

Mi saco solo tenía un rostro imaginario ya que no volví a ver a Sadashi para que me describiera al hijo de puta que aseguró que se follaba a Inoha y, podía averiguarlo sin ella, pero me evité eso para no joderme más de la cabeza, aunque igual lo hacía, pues no lograba sacarme de la mente a aquella chica y pensar en que otro la tocaba en mi lugar, hacía que perdiera mi mierda muy seguido.

— Dasher ya tiene todo listo para esta noche, asegura que llevará a los mejores culitos de Virginia Beach — avisó Aiden cuando ya íbamos en el Jeep, hacia nuestra casa en la playa.

El verano estaba en su apogeo, el calor al parecer le alborotaba las hormonas a todos, incluido a mí. Mi hermano volvió a ser el donjuán de siempre y las chicas celebraron por eso. Yo dejé mi abstinencia dos meses después de que Inoha desapareciera de mi vida, como si solo hubiese sido una alucinación y cuando mi estado maniaco llegaba, disfrutaba de las mujeres como si fuese un perro hambriento. Muchas veces intenté evitar el sexo, pero siempre llegaba a una etapa donde me era imposible, así como vivía una donde no se me apetecía para nada.

Esa noche, por ejemplo, me sentía como si me hubiesen inyectado más feromonas de las normales y pensaba solo en follar hasta que me doliera la polla.

Al llegar a casa notamos que Dasher ya tenía todo listo para recibir a los invitados, subí a mi habitación a tomar ducha e intenté relajarme un poco. Me sentía hiper elevado y al entrar en aquella ducha artificial, lo primero que imaginé fueron todas las veces que me follé a Inoha mientras nos bañábamos, eso bastó para que tuviese una tremenda erección y terminé masturbándome, pensando en ella.

Patético

Abrí mis ojos cuando escuché aquella puta voz en mi cabeza, luego de haberme corrido en mi mano; era la primera vez desde que estuve en la clínica, que volvía a escucharla y negué decepcionado. No podía ser cierto, no tenía que haber regresado a esa etapa.

Nacimos contigo, moriremos contigo.

¡Ni mierda!

Mascullé y terminé de bañarme, salí de la ducha y busqué mis medicamentos. Pensé en doblar la dosis sabiendo que la recetada no me haría nada, pero estaba consciente que hacerlo sin el permiso de Fabio, me podía causar más daño que bien, así que opté por no tomar nada. 

— Los invitados están llegando — Aiden llegó a mi habitación, todavía estaba con la toalla enrollada en mi cintura. Asentí hacia él y tiré el bote con píldoras en la cama — ¿Las necesitas demasiado? — quiso saber y negué.

— No me harán nada, esta noche paso de ellas y mejor me pondré un buen pedo — avisé. 

— Viejo, sabes que Fabio te ha dicho que cero alcohol — me recordó como si no lo sabía hasta de sobra.

Busqué un bóxer y me lo puse para luego buscar la demás ropa que usaría.

— Necesito la medicina, pero no me está haciendo nada y no puedo aumentar la dosis sin que antes me hagan estudios, así que mi única alternativa es beber hasta perder la conciencia por un rato. Lo único malo que eso me hará será que mañana no soportaré ni abrir los ojos, pero peores cosas estoy pasando — solté molesto, suspiró con fuerza y supe que me comprendió.

— Cojamos un buen pedo entonces y follemos hasta que las chicas se acaben — propuso y sonreí. Ese era mi hermano.

— Y sigamos con los chicos — añadí para joderlo.

— ¡Diablos, D! — exclamó dramático.

Bajé cuando estuve listo, nuestro jardín trasero en realidad quedaba frente a la playa y la piscina que teníamos fue preparada desde días antes para aliviar un poco el calor. Había más personas de las que esperaba y de inmediato fui recibido por sus saludos; por supuesto que la gente de mis padres estaba por todos lados y aseguraba que en esos momentos ya estaban integrados entre los invitados, fingiendo ser universitarios en busca de una fiesta. Dasher estaba al lado del Dj que contrató, llevaba un sombrero veraniego, calzonetas de playa y una camiseta de tirantes gruesos, en su cuello se iluminaba un collar de neón, en una mano sostenía el micrófono y en la otra una copa realmente alta con líquido azul, naranja y blanco; animaba a todos y aprovechaba para flirtear con las chicas desde ahí. Eran las nueve de la noche y el sol apenas comenzaba a esconderse, la música era acorde a nuestra edad y una variedad que a todos les gustaba; Lane y Aiden estaban en un bar improvisado, mi hermano tonteaba con una chica que se notaba que se la estaba poniendo difícil y Lane no dejaba su maldito móvil, de seguro mensajeaba con Leah o publicaba alguna tontería en sus redes sociales.




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