Daemon (orgullo Blanco 2)

Quiero soñar

[Capítulo 20]

Parte 2

Fabio ya les había explicado todo a Elijah e Isabella, referente al procedimiento que se llevaría a cabo con Daemon; tal cosa no aplacó el miedo de aquella madre, pero su marido seguía convenciéndola de que todo era por el bien de su hijo.

Isabella no había dicho nada, pero se sentía terrible al saber que propició el aborto de su nieto y eso envió a su hijo directo al abismo, sabía que también Elijah se sentía mal por lo que hicieron y en sus conciencias cargarían con semejante aberración. Danik podía darse por vencedora, ya que tocó su punto débil y los logró joder tanto o más que su padre.

La chica había reído victoriosa cuando los médicos confirmaron la pérdida del bebé y muy segura les dijo que Daemon jamás los perdonaría por eso.

«— ¿Qué hago con ella? — les preguntó Sadashi. Como se lo aseguró a Inoha antes, ella no conocía el arrepentimiento y aunque sintió una incomodidad al saber que golpeó a una mujer embarazada, todo despareció cuando vio a esa rubia disfrutar de lo sucedido.

— La mantendremos con vida hasta ver cómo reacciona Daemon al tratamiento — aseguró Isabella».

Llevaron a Inoha hasta el cuartel de Grigori y la mantendrían vigilada, las órdenes eran matar a todo aquel que se acercara a ella con la intención de ayudarla.

Daemon estaba siendo sometido a análisis de sangre, revisiones del corazón y pulmones, además de un electrocardiograma que determinaría si podían proceder de inmediato o no; mientras los resultado llegaban, lo mantenían dormido para evitarle la agonía por la que atravesaba y para impedir que volviese a atentar con su vida.

— Dime — respondió Elijah su móvil, cuando recibió una llamada de Marcus.

— Hemos encontrado a Brianna Less — avisó el moreno, Elijah puso la llamada en altavoz para que Isabella escuchara.

— Ya era tiempo. ¿Dónde estaba metida esa rata? — espetó.

Isabella solo escuchaba atenta.

— Bueno, viejo, esas son malas noticias — advirtió Marcus, Isabella mordió su pulgar mostrándose nerviosa. Algo le decía que lo que dirían a continuación no le agradaría —. Estaba en casa de Caleb.

— Eso no puede ser — exclamó Isabella, negándose a creer que su amigo escondiera a aquella tipa, que la hubiese protegido todo ese tiempo — ¿En cuál casa? — quiso saber, sabiendo que Caleb era de Londres, pero poseía una casa en Richmond.

— En la de acá — confirmó Marcus. Isabella sintió que su mundo comenzaba a desmoronarse una vez más.

— La tipa tenía un puto localizador en el culo y si logró entrar al país, es porque ese maldito rubio la ayudó. Dime que me equivoco — espetó Elijah, Isabella rogó para que se equivocara.

— Todo indica tal cosa, la hemos revisado con los aparatos necesarios y no encontramos ningún rastreador. Y todos sabemos que solo con nuestra tecnología y con el permiso de Gibson e Isabella, se le podía retirar.

E Isabella entendió que para Caleb era fácil acceder a todo eso, sobre todo cuando ella le entregó potestad para decidir por ella en algunas cosas. De nuevo se estaba enfrentando a la traición y sumada a la situación de su hijo, deseó también someterse a electrochoques; solo en ese momento pudo comprender de lleno a su hijo, solo así se dio cuenta de cuánto su pequeño necesitaba olvidar.

Era increíble que la vida no le diese descanso e hiciera que una de las pocas personas que consideraba amigo, le fallara así.

— Llévalos al cuartel, en cuanto podamos iremos para allá. Y olvídate del rango que poseía ese hijo de puta, ahora no es más que un traidor — ordenó Elijah y cortó la llamada.

Odiaba ver a su mujer sufriendo como lo estaba haciendo, tanto se prometió hacerla feliz siempre a ella y a sus hijos, y no lo estaba logrando. En su interior siempre sintió un poco de celos por Caleb y hasta deseó muchas veces que su hermosa esposa le pateara el culo, pero nunca pretendió que fuera por esos motivos, jamás quiso que precisamente Caleb, la traicionara de esa manera.

— Puedo hacerme cargo yo solo de él, si así lo quieres — se ofreció y la cogió del rostro con las manos vendadas. Una de ellas tenía una pequeña férula y su movilidad era poca, pero con la otra lograba hacer lo necesario, como acariciar el rostro de su mujer en ese instante. El disparo que detuvo hirió ambas palmas de sus manos, aunque ocasionó más daño en la izquierda; a Isabella le pareció increíble que estando en su estado, se ofreciera para tal cosa.

Elijah iba a tener que tomar terapias para recuperar bien la movilidad de sus manos, fue sometido a una operación rápida y tendría que someterse a otra para terminar de arreglar el daño recibido. Pero eso era nada para él, su hijo seguía vivo y eso le bastaba. Isabella miró aquellos ojos del color de la plata líquida, mismos que solo le transmitían amor a ella y a sus hijos, pero pura frialdad a los demás. Y en esos momentos lucían como la nieve negra, Elijah también sufría por la traición de Caleb.

— No, también me haré cargo él — aseguró como la luchadora que era —. Quiero que me mire a la cara y me diga por qué lo hizo — sentenció.




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