Daemon (orgullo Blanco 2)

Epílogo

Meses antes…

Isabella y Elijah se fueron para el cuartel tras terminar la primera sesión de electrochoques a la que Daemon fue sometido; al llegar ahí fueron recibidos por Marcus y Maokko, la pareja siempre trabaja junta, al igual que Elijah e Isabella. Maokko avisó a su amiga y jefa, que su sobrina se hacía cargo de la custodia de Danik y les habló de los detalles de cómo atraparon a Caleb. Todo se debió a que Sadashi le informó a su tía de muchas cosas que averiguó en sus pequeñas misiones, mismas que le hizo saber a Caleb y él nunca mencionó a los demás. Eso hizo sospechar a Marcus, quien decidió ir a enfrentarlo junto a otros miembros de Grigori; llegaron a casa del rubio y lo descubrieron allí junto a la mujer que tanto buscaron y jamás encontraron.

Hasta ese momento entendieron la razón, era protegida por un Sigiloso, lo que casi significaba buscar una aguja en un pajar…hasta que el pajar se desmoronó y descuidó.

Por supuesto que Caleb luchó por Brianna, diciéndoles que nada era lo que ellos creían, pero por algún motivo se negó a explicarles más y cuando Brianna lo vio rodeado y dispuesto a morir por protegerla, decidió entregarse para evitarle la muerte.

— Entiendo que se haya enamorado de ella, pero no que me traicionara así — espetó la castaña, muy triste y decepcionada, pero también enfurecida como la peor de las fieras — ¿Han reunido a Danik con su madre?

— No, los hemos mantenido separados para que no puedan planear nada — explicó la asiática mayor.

— Bien, llegó la hora de reunirlos — espetó Elijah.

— Quiero hablar antes con Caleb, vamos con él — pidió Isabella y sus dos acompañantes asintieron.

Su corazón latía acelerado cuando más se acercaba hasta el salón donde pidió que llevaran al rubio, a su mente llegaron recuerdos del pasado, cuando tuvo que enfrentarse a una situación similar y fue el verdugo de un compañero al que también consideró amigo. Aquello todavía la desbastaba y si su hijo no hubiese caído en la condición que estaba, por culpa de la traición de Caleb, consideró que tal vez no hubiese sospesado el volver a actuar como años atrás.

Cuando entraron al salón, vieron a Caleb sentado en una silla, con los codos recargados en sus rodillas y cogiéndose la cabeza con verdadera frustración y preocupación; tenía un pómulo inflamado y su labio cortado, pruebas de que luchó mucho para no acabar en sus manos. Como Sigiloso, debía estar consciente que no era el único inteligente de la Orden y sus actos tarde o temprano iba a ser descubiertos.

— Al parecer, tus súbditos te han considerado mucho — espetó Elijah al verlo. Caleb se puso de pie de inmediato.  

Pero no tan rápido como para poder esquivar el golpe de Isabella, quien le propinó un puñetazo que le hizo girar el rostro.

— ¡Linda, escúchame! — gritó.

Isabella se volvió una diabla y lo atacó tal cual lo hacía con sus enemigos, Elijah sonrió al presenciar aquello, siendo que uno de sus sueños más antiguos, se estaba cumpliendo.

— ¿Llamo a alguien para que nos ayude a separarlos? Porque tú con esas manos, no podrás — señaló Maokko y Elijah negó.

— Deja que se desahogue — soltó tajante.

— Lo supuse — inquirió Maokko con una sonrisa divertida.

Caleb solo trataba de esquivar los golpes, sin llegar a dañar a su amiga, pues entendía aquella reacción; imaginó que llegarían a eso tras creer que la traicionó y sí, él también aceptaba que parte de la situación de Daemon se debía a su culpa, por no hablar cuando tuvo que hacerlo.

— ¡Hijo de puta! ¡Jamás lo esperé de ti, Caleb! ¡Nunca de ti, que viste cuanto sufrí cuando me traicionaron! — Isabella lo golpeaba con más intensidad mientras gritaba tales cosas.

Caleb vio a Elijah y Maokko disfrutar de aquel espectáculo y supo que no lo ayudarían, todos lo creían un traidor.

— ¡Déjame hablar! ¡Joder, Linda! ¡Deja que te explique lo que he hecho! — volvió a pedir.

En un momento dado, Caleb logró contener a Isabella y detuvo sus ataques. No sería por mucho tiempo y estaba sabedor de eso, así que dijo lo que tenía que decir antes de que aquella mujer ordenara que lo mataran, sino es que lo hacía ella misma.

— ¡Isabella, me enamoré de Brianna tras ayudarla a escapar a ella y a su hija de un infierno al que las condenaron! ¡Inoha no es Danik! ¡Brianna jamás dejó que su hija conociera a los Black y mucho menos le habló de ti y tu familia!

— Qué mierda de excusa es esa — soltó Elijah —. Y suelta a mi mujer antes de que sea yo quien te muela a golpes — exigió.

Su condición no le permitiría tal cosa, pero contaba el que supiera intimidar con sus palabras y actitud.

— ¿Recuerdas la misión en Londres a la que me enviaste hace seis años? ¡Mierda! — preguntó y se quejó cuando soltó a Isabella y ella le propinó un último puñetazo.

— ¡Sí! — gritó su amiga y lo empujó con fuerza — ¡Así como recuerdo que mi hijo acaba de salir de una sesión de choques eléctricos y yo estuve presenciando todo! ¡Recordando cuando aquel mal nacido me electrocutó a mí! ¡Y todo eso también es tu puta culpa!

— ¡Y lo sé! ¡Mierda que sí! Pero escúchame, Isabella. Tengo una explicación, solo hice lo mismo que tú con tus hijos, protegía a mi hija ¡Joder! — gritó.




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