Daemonium

Capítulo 1: Nuestra llegada

Por fin llegamos a la tierra, el viaje aquí fue más agitado y largo de lo que Adam nos explico que sería, paso la mirada por todo el lugar, agua nos rodea, estamos encima de un gran pedazo de madera evitando que nos mojé, la oscuridad empieza a apoderarse del lugar, el choque de unas cosas flotantes en el agua es lo único que se escucha.

—Estamos aquí—es claro que dejamos el infierno atrás, no hace tanto calor como lo hace allá abajo, además los colores que hay en este lugar son diferentes, hay más luz, más aire, más humanos.

—Estamos aquí—Evelyn dice confirmándolo.

Empezamos a caminar siguiéndola, nadie de nuestro equipo a estado antes en la tierra, no sabemos a dónde estamos yendo, ni cómo sé supone que se ve nuestro refugio.

Mis pies chocan contra un suelo extraño, es suave, inestable y caliente, logra meterse entre mis dedos como si quisiera devorarlos, rápido los saco con miedo a que desaparezcan entre la tierra movediza. 

Me muevo siguiéndole el paso a los demás, están igual de afectados que yo, miran la tierra con cierta repulsión y recelo, es extraño ver como dejo una marca de mis pisadas con cada paso que doy, por más que lo intento es difícil caminar en este suelo. Observo a Evelyn en frente de mí, lo hace ver tan fácil, luce tan tranquila, es claro que ella ya ha hecho esto antes.

—¡No vayas tan rápido, Eve!—se queja Travon frustrado por no poder ir a su paso, esta peor que yo, apenas deja caer el pie lo alza inmediatamente para evitar que se sumerja, después el siguiente, y así sucesivamente, avanzando a saltos hasta nosotros. 

—¡Camina tortuga!—grita ella caminando más rápido solo para molestarnos. 

—¿Tortuga? ¿Qué demonios es eso?—lo ignora continuando su camino. 

—Es mejor que ni lo preguntes—le susurra Stephan. 

Caminamos y caminamos por este peculiar lugar por lo que se siente como una eternidad, empiezo a dudar que esta mujer sepa dónde queda nuestro supuesto refugio, por un momento parece estar absorta consigo misma. 

No puedo creer que estoy aquí para hacerla de niñero, yo no estoy hecho para esto, merezco un cargo mucho mejor que cuidar de la novia del jefe. No me complace para nada cuidar de alguien como ella, tan arrogante y mandona, se cree que es la mejor porque ningún demonio se mete con ella. Si lo hacen deben ser lo suficientemente estúpidos o masoquistas, porque no solo se enfrentarían a Adam, se enfrentan a ese ángel caído que, por mucho que no me guste, es mucho más fuerte que muchos de nosotros allí abajo. 

La odio, pero es la mejor que tenemos, por eso esta aquí, su poder y fuerza lograrán subir a todos del infierno. 

—¿Cuánto falta?—Pam se atreve a preguntarle.

Eve alza el rostro, regresando a la realidad. 

—Hemos llegado.

Esas palabras son música para mis oídos, ya no soporto un segundo más caminar en esta tierra de extraña procedencia, Evelyn no duda en subir por las escaleras entrando por una puerta rota, los demás la siguen adentro, me quedo atrás asegurándome que no hay nadie que nos haya visto llegar. Para nuestra suerte, parece ser que nuestros nuevos vecinos se van a la cama temprano, no hay nadie afuera y no veo movimiento adentro de sus casas.

Entro a la casa esperando a que nuestra jefa nos diga cual es nuestro siguiente movimiento, me sorprendo al no encontrarla en la sala.

—¿Dónde está?—le pregunto a Pam quien inspecciona la tierra por todo el lugar, no tarda en acomodar el lugar a su antojo.

—Subió por ahí—apunta con su dedo hacía las escaleras.

Subo abriendo todas las puertas en este lugar, creyendo estúpidamente que la encontraría asegurándose de que no haya nadie más con nosotros dentro de la casa, o al menos que estaría organizándose para nuestro siguiente movimiento, no que estaría acostada en la cama durmiendo. 

¿Qué demonios?

Este no es el tiempo para descansar, venimos con un propósito, todos están contando con nosotros para llevar a cabo el plan, entre más pronto mejor. Cierro la puerta con más fuerza de la necesaria, no sé mueve de su lugar exasperándome, me acerco a su lado esperando que despierte, abre un ojo para verme, lo vuelve a cerrar al ver que soy yo. 

—Imagino debes tener una buena razón para molestarme. 

Por supuesto que tengo una buena razón, la única razón. 

—Ya estamos aquí—comienzo a decir cauteloso. 

—Puedo ver eso. —contesta cortante.

—Y...

—Y...—me arremeda molestándome.

—¿No debemos de estar haciendo algo, como no sé, ir a hacer lo que vinimos a hacer?—no puedo contenerme de decir, me molesta que no se lo este tomando en serio, no entiendo como Adam confía tanto en ella, la comisura de su labio se eleva formando una sonrisa que desaparece tan pronto como aparece.

—¿Disculpa?—abre los ojos de golpe. 

Se levanta de la cama parándose frente de mí en un abrir y cerrar de ojos, aunque sea unos centímetros más baja que yo, su mirada en lo suficientemente intimidante para hacerme retroceder.

—Primero que nada, no vienes aquí y me dices que es lo que tengo que hacer. La última vez que cheque soy yo quien da las órdenes—cierro mis puños, aprieto mi mandíbula conteniendo el enojo que empiezo a sentir—Segundo, no sé sí te has dado cuenta de hasta dónde hemos llegado el día de hoy, es más de lo que cualquier demonio hubiera esperado llegar—avanza otro paso, me quedo en mi lugar rehusándome a que vea que puede asustarme.—Por último, si vez por la ventana rota te puedes dar cuenta de que ya oscureció, necesitamos recuperar la fuerza que perdimos llegando aquí.

Evado su mirada viendo otro punto en la habitación, odio que tenga tanto poder sobre nosotros, no sé que clase de pacto hizo con nuestro padre, pero alguien debería bajarla de ese pedestal en el que cree estar. 

—Se lo que hago, Archer, así que no vuelvas a cuestionarme. ¿Queda claro?

—Muy claro—contesto entre dientes. 

No me agrada la idea de tener que obedecer a alguien, siempre he sido yo quien daba las ordenes a los demás, pero me guste o no, por cuestiones de supervivencia, tengo que hacer caso a lo que esta demonio diga, pase a ser un demonio temido y respetado a un simple achichincle.




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