Daemonium

Capítulo 15: Pesadilla

Maia. 

Giro y giro como pez en un sartén por toda mi cama, nada logra borrar el mal sabor de boca que se asentó después de que abandone el salón. Sus palabras fueron como el filo de una daga, no sabía que le estaba haciendo daño, no entiendo cómo, si yo solo trataba de ayudarlo, de ser amable con él. 

Lo último que quiero es lastimar a alguien, mucho menos a él, no sé lo que me pasa cuando esta cerca, dejo de pensar, de razonar. Es cómo si un imán me atrajera a él, o más bien, me hiciera chocar con él. Admito que el accidente en el bar fue totalmente mi culpa, no me gusto la manera en que Nicole se lo estaba comiendo con la mirada, o la mujer en la enfermería, o la de la tienda de ropa, o la maestra Paula... como sea, las demás veces han sido coincidencia, lo juro. 

No dejo de pensar en su mirada intensa, molesta, su rostro rojo, se veía impotente. Ese hombre me confunde, dice que le hago daño y se aleja de mí lo más que puede, luego aparece celoso por verme con otro. Me esta volviendo loca con tantas contradicciones. Gruño volteándome hacía arriba. Unos toques a la puerta me hacen levantar. 

—Mai, ¿estás dormida?—escucho la tierna voz de mi hermano el marco de la puerta. 

—¿Qué pasa, Uli?

—Una pesadilla. ¿Puedo dormir contigo?

—Claro, ven—me recorro a un lado dándole espacio a mi lado. 

Se pega a mi buscando refugio en mis brazos, lo abrazo acariciando su cabello, pronto se queda dormido entre mis brazos. Poco a poco al igual que él cierro los ojos quedándome dormida. 

Todo luce extraño, oscuro, frío, carente de emoción y vida. No me gusta este lugar, todo lo que transmite es desolación, miedo, soledad. Fuego emerge de las tinieblas iluminando un poco el lugar, no puedo ver nada más que tierra naranja, un trono negro aparece frente a mí, mi cuerpo se eriza por completo, tengo un mal presentimiento de todo esto. 

—Maia—una voz grave susurra mi nombre en mi oído. Intento verlo, pero no puedo hacerlo, todo se vuelve más frío, lágrimas inundan mis ojos de miedo. Soy consiente de que sigo dormida cuando escucho a mi hermano hablarme. 

—Mai—intenta moverme con sus manitas. Despierto del horrible sueño. Gracias a Dios fue solo eso, una pesadilla.—Mai. Mai, despierta—me empuja de nuevo. 

—¿Qué sucede, Uli?

—Estás volando.

¿Estoy qué?

Abro los ojos, caigo de golpe a la cama, provocando que mi hermano rebote en ella. ¿Qué rayos acaba de pasar? Miro a mi hermano a mi lado, luce sorprendido, al igual que emocionado, mientras yo estoy que me orino encima. Estaba flotando en el aire. ¡En. El. Aire! ¿Cómo es eso posible? ¿Acaso estoy poseída? Me daría cuenta si un ente esta dentro de mí, verdad. ¡¿Verdad?!

—Eso fue asombroso, hazlo de nuevo—salta en la cama. 

—Uli, Uli, Uli, escúchame, no puedes decirle a nadie lo que pasó—giro tomando a mi hermano de los hombros.—No puedes decir ni una sola palabra. 

—¿Porqué?—se detiene frunciendo el ceño. 

—Por que... nadie va a creernos. 

—Pero si yo te vi, hacías...—se tira a la cama intentando imitarme. 

—Promételo, Ulises, no se lo dirás a nadie. 

—Pero...

—Prométemelo—insisto. 

—Esta bien, te lo prometo—hace un puchero cruzando los brazos sobre su pecho. 

—Bien. Este será nuestro pequeño secreto. 

 




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