Estoy cambiando, no supe en que momento, pero lo hice, un sentimiento extraño se incrustó en mi pecho desde hace días, por más que trato de entenderlo, de creer que pronto desaparecerá, no lo hace, incluso hoy después de mi platica con Maia se intensificó.
No sé si estoy próximo a morir, aunque nunca había oído de un demonio morir por esta razón. Maldición, se siente como si me apretaran el pecho, como si una parte de mí apenas empiezará a despertar, mis entrañas se remueven en su lugar agitandose nerviosos.
Evelyn no fue la única afectada al subir a la Tierra, yo también lo estoy siendo, una parte de mí quiere seguir ayudándola, aunque esta sensación es nueva y me tiene con los nervios a flor de piel, y una vocesita en mi cabeza me dice que hago mal en ir en contra de los míos.
Nunca había hecho esto antes, preocuparme tanto por alguien, mucho menos una humana, ser yo quién corteja, siempre eran las mujeres quienes venían a mí, ahora que los lugares se invirtieron no tengo idea de lo que voy a hacer, pero tengo claro que no la voy a dejar ir tan fácil, no para que esté con ese humano idiota.
Piensa Archer, que más podemos hacer para recuperarla, que puedo hacer que la haga sonreír de nuevo.
Piensa...
Piensa...
—¿Estás bien?—aparece Eve por arte de magia, recargada en el marco de la puerta.
—Eve—me acomodo en mi lugar.—No te escuche llegar.
Se acerca a mí preocupada.
—Archer—alzo la mirada para verla.—¿Qué sucede?
—¿Con qué?—frunzo el ceño.
—Algo te pasa. ¿Qué es?
Niego con la cabeza, no pienso hablar. Para mi suerte no insiste más.
—¿Irás al famoso baile?
Mierda. El baile. Lo olvide por completo.
—Tengo que—no pienso dejarla ir sola con la lombriz, no después de oír lo que dijo en los pasillos, y ver lo hermosa que se veía en la tienda modelando el vestido.
—Supongo que para ti es obligatorio.
Asiento, me pone mal saber que mi humana irá con él y no conmigo.
—Y tú, ¿vas a ir?—le pregunto para saber que tanto espacio libre tengo para moverme sin levantar sus sopechas.
—Si—me mira dudosa.—Le voy a contar todo Archer.
¡¿Qué!?
—¿Cómo que se lo contaras todo?
—Tengo que hacerlo, él es el único que puede ayudarnos a detener todo esto.
No creo que le haga ninguna gracia al ángel saber que varios de nosotros subimos para abrir las puertas del infierno, que hemos estado buscando la daga hasta por debajo de las piedras, y que es su sangre lo único que se interpone entre para lograrlo.
—Eve...
—¿Confías en mí?
Bufo.
—Después de todo lo que hemos hecho juntos, creo que se puede decir que sí.
—Entonces sabes que no haría nada que nos pusiera a ambos en peligro.
—Lo sé—suspiro.
La miro frente a mí, no puedo creer que estoy de acuerdo con la demonio mayor, que de pronto confío tanto en ella como para confiarle mi existencia y mis planes.
—Sabes, nunca imagine que tú fueras la que estuviera ayudándome. Si te soy honesto, al principio no me agradabas—confieso sin temor a ser reprendido.
Me sorprende oír una carcajada salir de su boca, no sabía que ella también podía reír como los demás. Siempre ha sido tan ermetica y especial que esto parece un gran hallazgo.
—Tampoco creí que buscaría ayuda en el guardaespaldas de Adam, pero que te digo, a veces las mejores cosas suceden sin esperarlos.
—¿Las mejores?—la miro con una sonrisa ladeada.
¿La demonio mayor esta admitiendo que soy el mejor?
—Si se lo dices a alguien lo voy a negar todo—amenaza.
Sonrío, esto era muy bueno para ser verdad.
—No te preocupes, además no me conviene decir que soy lo mejor que te ha pasado, luego Travon se pone celoso—me burlo.
Vuelve a reír iluminando sus ojos de diferentes colores, se ve bonita cuando ríe, debería hacerlo más seguido. Creo que estar juntos después de todo no fue tan malo, es mi única cómplice en la Tierra, y la única que puede salvarme si el diablo se entera de nuestros cambios de planes.