Daemonium

Capítulo 18: La fiesta

Cubro mi cuerpo con la fina tela de la ropa, tal cual ella me enseño aquel día en la tienda. No quiero ir a ese baile, me parece aburrido y sin sentido, pero a mi humana parece gustarle, seguro se verá hermosa, será el centro de atención de todos en cuanto ponga un pie en la escuela.

Peleo con la cuerda que se supone va alrededor de mí cuello, no recuerdo como lo arregló, estaba muy ocupado resisitiendo la tentación de besarla, de ver otra cosa que no fueran esos ojos almendrados que me encantan para fijarme en los nudos que hacía.

—Mierda—me rindo, iré sin ese objeto del infierno.

Me arreglo lo mejor que puedo, mirándome por última vez en el espejo antes de salir. Nadie está en el refugio, seguro todos siguen en sus respectivas obligaciones. Por hoy me ahorré sus burlas o chistes baratos con respecto a la ropa que tengo que usar para pasar desapercibido.

La noche es interesante en este lugar, puede parecer oscuro y una apenas fría brisa recorre tu piel, sin embargo pequeñas constelaciones pintan el cielo iluminando el gran espacio, una de ellas en especial, es tan grande que resalta entre todas ellas iluminandolo todo, llamando la atención de cualquiera que alza la vista.

Dejando que esa estrella sea mi guía, no tardó mucho en llegar a la escuela, muchos alumnos y maestros entran por las puertas luciendo sus mejores prendas de ropa. Estoy ansioso, al igual que Eve yo nunca he ido a uno de estos eventos en la tierra. Si tiene algo remotamente parecido a las fiestas que hacemos en el infierno estoy jodido, no podría soportar verla bailar sin ninguna prenda en medio de todos los idiotas que asistan hoy, los mato a todos antes que dejar que miren a mi humana de esa forma. 

Cruzo las puertas inspeccionando el lugar, luce impresionante, con luces por todas partes, y música sonando por las grandes bocinas que tiemblan por la vibración tan alta. El director Hudson me saluda desde el otro lado, invitándome a acercarme. 

—Buenas noches.

—Que elegante se ve esta noche profesor—saluda palmeando mi hombro. —Llega justo a tiempo, al parecer la fiesta esta a punto de comenzar. 

Paseo la vista por todo el salón. 

—Puede comer y tomar lo que guste—apunta a la mesa con los dulces y bebidas frías.—Solo le pido que ayude a vigilar a los muchachos. 

—¿Vigilar?

—Si, siguen siendo mi responsabilidad aunque no estemos en horario escolar, y no dejan de ser unos adolescentes con hormonas alborotadas, con una creatividad que me sorprende y me sigue sacando canas—suspira viendo a los humanos.—Si ve algo sospechoso me lo hace saber inmediatamente. 

—Por supuesto—asiento. 

°||°||°||°

Esto es peor que regresar al infierno y enfrentar a mi creador, es mi puta pesadilla, estoy que no puedo conmigo mismo, aprieto mis puños controlando lo mejor que puedo la rabia que siento carcomerme por dentro. Están demasiado cerca, un poco más y juro que no respondo. 

Mi humana se mueve al ritmo de la música llamando la atención de todos, y cómo no hacerlo, se ve más allá de hermosa con ese vestido puesto, parece toda una divinidad. Su maquillaje resalta las belleza de su rostro, lleva el cabello recogido, pequeños cabellos rebeldes escapan de su coleta cayendo por los costados, remarcando su rostro. 

Puedo ver sus largas piernas moverse danzando de un lado a otro, el movimiento de sus caderas hipnotizan a cualquiera, pero sobre todo los que más resalta es su enorme sonrisa, y sus ojos brillando de nuevo. La música cambia a una lenta, tranquilizando el ambiente de inmediato. Mi parpado tiembla viéndola rodear sus brazos alrededor de su cuello, la lombriz la sostiene por su cintura pegándola a él. 

Eso es todo, explote. La sangre en mi venas se evaporo del coraje. ¡Por una mierda! Debería ser yo quien este ahí con ella, yo quien la sostenga entre mis brazos, yo quien la haga sonreír como lo hace ahora. No me importa nada que no sea ella en este momento, me importa un reverendo pepino si me envían al infierno por lo que estoy a punto de hacer. Entro a su mente cómo lo hice antes, muevo las cuerdas de su cerebro jugando con ellas hasta crear la ilusión que quiero. 

Soy yo frente a ella, el que baila y la sostiene con fuerza girando por la pista del baile. Maia parpadea varias veces alejándose de golpe de William, sus ojos me buscan con desesperación, niega con la cabeza sin saber que pasó. El músculo en mi pecho cae a mi estomago cuando sus ojos conectan conmigo, respira con dificultad confundida. William se acerca a ella intentando calmarla. 

—¿Usted que opina maestro?—escucho la voz de Hudson. 

—¿Cómo?—despego la mirada de ella para ver al director. 

—Que, ¿qué opina de la fiesta?

Que es una mierda.

—Hasta ahorita todo me parece perfecto.

Giro el rostro para regresar a ver a mi humana ignorando a los humanos a mi alrededor.

Mierda.

Mierda.

Mierda.

No está, desapareció.

—Permiso, necesito un poco de aire—salgo de aquí seguro que no está en la fiesta.

¿A dónde te fuiste? ¿Porqué te fuiste? Y sin despedirte, ¿tanto me odias ahora? La busco por todas partes hasta que llego a las canchas de fútbol.




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