Dahlia

5.

Querida Amelia,

Por primera vez en mi vida, me alegra que la reputación de mi familia nos haya beneficiado. Aunque, y una vez más, disculpa mi atrevimiento, pero debo preguntar si esta es la razón por la cual tú también me has perdonado la vergüenza que debo haberte hecho sufrir frente a tus Padres.

Al leer el resto de tus palabras, no supe cómo sentirme. Al comienzo, me invadió la timidez y luego la vergüenza. Sin embargo, al escribir esta respuesta, no puedo evitar sonreír y, si pudieras verme ahora, competiría con la Iris que viste leyendo tu carta.

Tu formalidad sí alegra mis días, Amelia, así como tu presencia, por lo que, una vez más entre estas mismas palabras debo hacerte otra pregunta. ¿Por qué no me visitaste el día en que me viste sentada en el porche?

Iris




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