Daiki No Kakusei

Capitulo 3: El Combate a Iniciado

Capitulo 3: El Combate a Iniciado

—¡Qué rico ramen! —exclamó Una persona —. ¿Puedes decirle al mesero que traiga otra botella de sake?

—Señor Ogawa, creo que ha bebido suficiente por hoy —respondió con preocupación.

—¿Qué dije, Viktor? ¡Déjame disfrutar la vida!

Se levantó del banco con dificultad, tambaleándose por la borrachera, y gritó:

—¡Déjenme disfrutar mi vida, o lo poco que queda de ella! ¡La vida hay que vivirla con dicha y felicidad, y jamás arrepentirse!

Giró torpemente hacia la barra, mientras Viktor extendía el brazo frente a él, tratando de detenerlo. Sin embargo, Ogawa lo ignoró y le dijo al mesero:

—¡Tráeme otra botella de sake!

Y en ese mismo instante, cayó desplomado, arrastrando consigo el brazo de Viktor en su caída.

—¿Señor Ogawa, está bien? —preguntó el mesero, visiblemente preocupado.

Viktor suspiró y respondió con calma:

—No te preocupes, esto siempre pasa cuando bebe demasiado.

Viktor llamó al mesero y le preguntó:

—Disculpa, ¿cuánto sería?

Sacó su billetera, que no era más que una pequeña bolsa de tela atada con una cuerda. El mesero sonrió y respondió:

—La casa invita. No todos los días tenemos el honor de atender a integrantes de las generaciones segunda y tercera de los Kazafuyou.

Aun así, Viktor vació su bolsa sobre la mesa y dejó quince mil yenes. El mesero se quedó en shock al ver la enorme cantidad.

—¡Señor, el total era solo 250 yenes...! Pero como dije, la casa invita...

Viktor lo miró con seriedad y respondió:

—No puedo salir de un establecimiento tan bello, después de una comida tan deliciosa, sin pagar. Mi honor como hombre me lo impide.

Sin aparente esfuerzo, cargó al inconsciente Señor Ogawa sobre su espalda, se dirigió a la salida y dijo:

—¡Gracias por el excelente servicio!

El mesero seguía paralizado, mirando los billetes con los ojos como signo de dinero. Corrió hacia la cocina, emocionado, y exclamó:

—¡Papá, mira esto!

El chef, su padre, al ver el dinero, no pudo evitar sonreír de felicidad.

En ese instante, una voz firme resonó por todo el lugar, como si narrara desde el cielo:

—Presentando a los integrantes de la Organización Mundial Kazafuyou,(El espadachín del oído)

Kiku Ogawa, segunda generación, rango Z.

Apodado "Mimi no Kenshi" (El Espadachín del Oído).

Ciego desde un accidente en su pasado, Kiku ha agudizado sus sentidos del tacto, olfato y audición hasta niveles sobrehumanos. Su percepción del mundo no depende de la vista, sino de la precisión absoluta con la que capta los sonidos, las vibraciones y los aromas del entorno.
Es reconocido como uno de los tres grandes espadachines de la Organización Kazafuyou.

Empuña dos espadas legendarias:
Fukuin (Evangelio) y Ansoku (Descanso eterno), hojas que no fueron forjadas para matar, sino para traer paz a las almas que se desvían del camino.

Su presencia es tan tranquila como su espíritu. Viste gafas de sol oscuras, un traje blanco con camisa negra, una corbata roja larga y zapatillas marrón claro. Su cabello en punta se mece levemente, incluso ahora, mientras yace inconsciente sobre la espalda de su compañero.

Viktor Yamada, tercera generación, rango C.
Apodado "Ōgon no Gōken" (El Puño Dorado de Acero).

De dos metros de altura, musculoso y sereno, Viktor impone respeto incluso en silencio. Viste el uniforme reglamentario de la Organización Mundial Kazafuyou, una entidad encargada de controlar y exterminar demonios y especies mágicas anómalas.

En sus manos lleva un par de guantes de oro, artefactos especiales diseñados para contener su fuerza colosal. Se dice que, sin ellos pierde el control de su fuerza y en su mente, un solo golpe suyo sería capaz de reducir una ciudad entera a escombros.

Gracias a estos guantes reguladores, Viktor mantiene un equilibrio perfecto entre poder absoluto y disciplina total. Es un guerrero que combate no con rabia, sino con propósito.

Caminando por las bulliciosas calles de Tokio, la capital de Japón, Viktor avanzaba con paso firme por la avenida más transitada. A su alrededor, la gente se apartaba instintivamente, intimidada por su imponente presencia. Su rostro serio parecía capaz de infundir terror con solo una mirada.

Mientras cruzaba la multitud, Viktor pensaba en dónde podría encontrar una tienda para comprar una botella de agua. A pesar de ser el hombre más fuerte que conocía, tenía un punto débil inesperado: un estómago delicado.

Viktor encontró finalmente una tienda de conveniencia y entró sin pensarlo dos veces. Al cruzar la puerta, un joven distraído miraba su celular tras la caja registradora.

Viktor se acercó al mostrador y dijo con su habitual voz grave:

—Dame una botella de agua.

El chico, sin levantar la vista, respondió automáticamente:

—Cien yenes...

Pero cuando al fin desvió ligeramente la mirada, se congeló. Frente a él tenía a un gigante musculoso, con pinta de yakuza: traje ajustado, expresión seria y... una persona inconsciente colgando de su espalda.

Su mente entró en pánico.

¿¡Qué demonios...!? ¿Mató a alguien? ¡Va a matarme a mí también! ¿Qué hago? ¿Llamo a la policía? No... si se da cuenta, podría enfurecerse y matarme al instante... ¡Tengo que hacer algo!

Sin pensarlo mucho, agarró un pack de 12 botellas de agua y también el dinero de la caja registradora. Lo puso todo sobre el mostrador con manos temblorosas y suplicó:

—¡Por favor, no me haga daño! Tome sus botellas... y el dinero también... solo váyase...

Viktor, completamente confundido por la reacción del chico de la tienda, se quedó inmóvil por un momento. No entendía por qué le estaban regalando agua y dinero. ¿Había hecho algo mal? ¿Había dicho algo extraño?



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En el texto hay: shonen, ciencia ficcion y aventura

Editado: 10.11.2025

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