-es hora de sepas la verdad hija mía-habla el hombre que esta alado de mi madre.
-¿Quién es usted?-le pregunto al hombre.
-siéntate-dice mi mama, señalando una de las sillas que se encuentran desocupadas.
Sin decir una sola palabra me siento en una de la silla de frente de ellos.
-hija...-hace una pausa mi madre y luego continua-hija te quiero presentar a tu padre-dice esto señalando al hombre a su lado.
-¿QUE?-pregunto totalmente sorprendida.
-tranquilízate Elena, te contaremos todo, pero tienes que calmarte-dice mi supuesto padre.
-Tu padre nunca nos abandonó, tu padre siempre estuvo para nosotras, cuidándonos pero nunca podía estar cerca de nosotras porque él es uno de los narcotraficantes más peligrosos, y nosotras a su lado corríamos peligro.-dice mi madre.
Me quedo unos segundos asimilando la situación.
-eso explica porque nunca estabas en casa, es lógico estabas con este hombre-hablo y me levanto de mi asiento enojada.
-Elena, cálmate-dice mi supuesto papa.
-y tú que crees, que porque apareces crees que te voy a recibir con un abrazo, cabron-escupo con rabia mis palabras.
Mi padre biológico estampa su mano sobre su escritorio, provocando un sonido que hace que salte de mi lugar.
-bájame ese tono, princesa –dice acercando su cara más a la mía.
-¿o qué? ¿No me vas a dar golosinas papi?-hablo con todo mi cinismo del mundo.
Sé que me estaba comportando como una verdadera hija de puta, pero este hombre se lo merecía.
-No volverás a ver a Daimon-sus palabras son como un puñal en mi pecho, me quedo totalmente sorprendida ante sus palabras.
-¿Qué?-digo sin poder creer lo que me acaba de decir.
-te contare una historia hija mía-dice mientras saca de su bolsillo un tabaco y lo enciende.
-Durante hace mucho tiempo la mafia Smith siempre ha tenido un contrincante los "Miller"-pronuncia esta última palabra con asco.
MIERDA.
-¿eso que tiene que ver?-pregunto asustada.
-¿crees que no se, que eres la chica de un Miller? Eres la novia del hijo del jefe de los Miller-dice viéndome con un poco desprecio.
-¿Dónde está Daimon?-pregunto viéndolo con rabia.
-no me mires así hija mía-habla con una sonrisa.
-tu noviecito se encuentra encerrado en una de mis celdas-dice con una sonrisa.
-yo me largo de aquí-digo levantándome para salir hacia la salida.
-no saldrás de aquí, no permitiré que mi progenitora este con un Miller-dice con rabia.
-¿me tendrás aquí encerrada?-pregunto incrédula.
-no, puedes irte cuando quieras, pero NUNCA volverás a ver a Daimon-dice apagando lo que quedaba de su tabaco en un cenicero de vidrio.
-¿Qué le vas a hacer?-pregunto asustada.
-no lo matare, no por ahora, pero lo mandare lejos de ti Elena, nunca volverás a ver a Daimon-ante estas palabras, salgo corriendo de ese lugar y me dirijo a la maldita salida de este lugar.
Corro fuera de la gran mansión en busca de la carretera y una vez que estoy en esta, paro el primer taxi que encuentro.
Le pido que me lleve lejos y una vez cerca del centro me bajo del coche y como no tengo con que pagarle, le entrego mi anillo de oro, que no tiene ningún valor sentimental.
ESTOY JODIDA.