Estaba yendo a una fiesta con mi amiga Nikki, hoy iba a divertirme sin preocuparme de nada, menos del posesivo e idiota de Dakota.
Si Dakota, mi novio o ¿Ex? Bueno, ayer por la mañana lo termine, pero es tan terco que de seguro no se quedará como si nada. Es un perro que le gusta morder y ladrar a todo lo que le molesta.
Él mismo lo dijo o mejor dicho me prometió que nunca podría librarme de él.
Pero joder, él es demasiado sobreprotector y posesivo, no tengo vida social por él. Y si, lo quiero lo amo, pero tal vez estar un momento sin mi le dé una lección para darme más libertad de la que me estaba dando.
Ya habíamos llegado a la fiesta hace dos horas, el ambiente era muy movido y alegre, iba por mi segunda bebida de la noche. El alcohol aún no me tenía viendo estrellitas.
Todos los pensamientos que incluían a Dakota habían desaparecido por completo, solo tenía tiempo para bailar y bromear con el chico que estaba frente a mí, en mi estado ni siquiera pensaba en lo que estaba haciendo lo único que podía pensar era en el aquí y ahora.
Seguí bailando con el chico, hasta que Nikki se acerca y me toma de la cintura, obligándome a mirarla. Fruncí el ceño, confundida, pero sin dejar mi baile.
—Tengo que hablar con ella —sonríe disculpándose con el chico que luego se va con otras personas.
—¿Qué pasa? —me quejo por la interrupción.
—Dakota está aquí —dijo con urgencia, hasta Nikki para ser su hermana menor, le tenía miedo y a mí eso era lo que me faltaba ahora.
—Si claro —me reí— el fabuloso Dakota Esfir codeándose con los imbéciles sin vida, como él les llama.
—No, hablo en serio Harriet, Dakota está aquí —me sacude un poco para hacerme volver a la realidad.
Me rei más fuerte y me abalance sobre ella para abrazarla por los hombros.
—Oh eres tan graciosa Nikki. Te quiero mucho ¿lo sabes? —chille junto a su mejilla.
—No, Alice, escúchame, está aquí y te está buscando. Está... —la frase se queda en el aire cuando la música de repente se detuvo.
Todo el mundo dejó de bailar y nos quedamos en silencio e inmóviles mientras todos miraban para ver quién había quitado la música. La gente dejó de quejarse Y entonces mire hacia enfrente
Dakota.
Me entró el pánico, de un momento a otro todo el alcohol se había bajado a mi estómago y me producía un enorme malestar ¿Que iba hacer? Mire a Nikki.
—Ayúdame —dije.
Asintió y puso su dedo entre sus labios para decirme que guardemos silencio, tomo mi mano y me empujó detrás de ella.
—Cuando te diga que te muevas, te...
Fue interrumpida por la voz de Dakota, sonaba herido, furioso, me dolía oírlo así. Y a la vez me daba tanto miedo hacerle frente ahora, tal vez no era tan valiente como el alcohol me hacía creer. Que estúpida fuiste Harriet al pensar que podías desafiarlo.
—Pondré la música de nuevo tan pronto encuentre a Harriet. Se que está aquí —sus últimas palabras se convirtieron en ira emanando de su garganta.
Maldición. ¿Por qué no me deja en Paz? Mi estómago se revolvió y sentí ganas de vomitar.
Hubo un silencio incómodo, hasta que una chica borracha levantó la mano y exigió ¡pon la música otra vez!
—La pondré cuando me digan en dónde está Harriet. Es tan simple como eso.
Me doblé hacia abajo, no podía entregarme. No ahora que estaba disfrutando de la fiesta. Estúpido Dakota. Él debería estar durmiendo a esta hora y no jediéndome la diversión.
Un hombre detrás de Nikki que se volvió hacia nosotras, obviamente estaba borracho. Parece un poco confundido al principio hasta que reconoció mi rostro.
—¡Está aquí! —dijo el soplón. Nikki le dio un codazo en el estómago y él se quejó.
—Idiota -susurro.
Pero ya era demasiado tarde, las personas comenzaron a girar hacia nosotras. Los gritos se hicieron más fuertes cada vez y la gente poco a poco comenzó a rodearnos.
—Nena, te estoy esperando —me estremecí por la forma en que Dakota me habló.
Nikki se aferró a mi brazo cuando una ola de adolescentes borrachos me empujó hacia él.
Vi que Dakota tenía una ceja levantada, sin embargo se quedó quieto esperando pacientemente. Su cabello perfecto como siempre y portaba su inigualable camisa blanca formal arremangaba por los codos, jeans negros y botas negras.
Maldita sea por su buena apariencia.
—Basta —exigía a medida que más gente me empujaba.
Cerré los ojos mientras Nikki trataba de mantener a raya a los empujones.
—Harriet —susurro Dakota.
Me estremecí, su voz era tan ronca.
Abrir los ojos para ver a Dakota quién me miraba, había dado un paso hacia delante, por lo que casi me estaba tocando. Tragué saliva.
—Dakota ¿Que estás haciendo aquí? —trataba de hacerme la tonta. Apretó la mandíbula.
—Sabes perfectamente porque estoy aquí —bajo la mirada. Sus ojos se estrecharon, volviéndose oscuros.