Damnare Vultus

Capitulo 2

Llegamos al restaurante, al parecer él tiene una reservación, él lugar es elegante pero Samuel y yo siempre venimos vestidos de modo informal, porque nos da risa la mirada de las personas, como si fuéramos una pecadores o asesinos, un vez una señora mayor se me quedo viendo como si me tuviera miedo, de pies a cabeza, nunca olvidare su gesto.

- Te ves preciosa -me dice cuando nos sentamos.

- Es el primer vestido que encontré -digo tomando el menú, y con mi mano libre, su mano.

- Sea lo que sea que te pongas, te vez bien -bajo el menú y lo veo sonriente-. Incluso sin nada te vez bien.

- ¡Ay no! No digas eso aquí, estas loco -digo aguantándome la risa.

- ¿Y yo cómo veo sin nada? -dice alzando sus cejas.

- Te ves desnudo -digo como forma obvia, agarra la servilleta para la mesa que se debe poner en las piernas y me lo lanza a la cara.

- Dime que soy hermoso -dice cruzándose de brazos.

- Sería mentir, Sammi -digo arrugando mi nariz.

- ¿Puedo tomar su orden? -pregunta una señora con con un pequeño cuaderno y un lapicero, ella ha interrumpido la futura objeción por parte de Samuel.

Por mí parte, yo bajo la mirada porque he olvidado mis lentes.

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- Ya vuelvo, Lan -dice Samuel y va donde la camarera que nos atendió antes, empiezan a hablar como si se conocieran y algo arde dentro de mí.

Agarro mi telefono y empiezo a contar los minutos que tardan en la tan interesante conversación, pero cuando agarro mi teléfono alguien toca mi hombro, levanto mi vista esperando que sea Samuel, pero es la mujer con la que él estaba hablando.

Aparto mi vista de inmediato de la suya, mientras respiro hondo, mis ojos arden por la sangre que los recorre, la sangre en mi interior castigada que solo sirve para hacer daño.

- Lamento haberla asustado, pero el chico que vino con usted me pidió que la viniera a buscar para llevarla al salón.

Agarro mi bolso y camino junto a ella hacía la segunda parte de restaurante, este es como una pista de baile, el suelo son laminas en cuadrados que tiene colores y las paredes tienen unos cuantos parlantes para reproducir música, en un tono no muy alto realmente.

La música cambia de inmediato cuando entro y Samuel me voltea a ver, esta nervioso, veo a su mejor amigo detrás de él y me saluda con la mano, de lejos, le da un pequeño empujón a mi novio y él libera una sonrisa torcida.

- ¿Me dirás qué pasa? -pregunto al verlo tan nervioso.

Afirma con la cabeza pero luego desvía la mirada a la mujer que me trajo aquí.

- Laana, ella es la novia de mi tio, iba a presentártela pero...

- Niño, déjate de rodeos -le dice la mujer con una sonrisa amable-. Luego nos presentas -tras decir esto ella sale del salón, supongo que para seguir trabajando.

- Bien -me mira y sus ojos conectan en lo míos, sin el más mínimo temor, me gusta que me mire así, como igual, como si yo no fuese un monstruo-. Laana, hemos estado juntos desde los dieciséis años, he pasado al lado de la mujer, más bella que conozco, durante cinco años -muerdo mi labio inferior, con una sonrisa-. Y quiero que sea así, durante toda mi vida -siento mi garganta seca de repente-. Quiero... -clava una rodilla en el suelo y yo cubro mi boca porque no me fió de lo que puedan soltar mis labios-, saber si te quieres casar conmigo -saca una caja de color blanco y me muestra el anillo dentro de él.

Sabía que estaba planeando algo aparte de la cena. Me pongo a su altura y sonrío.

- Definitivamente si -rodea mi cintura y me levanta del suelo.

- Eso es un si -dice el amigo de Samuel y las personas en la sala aplauden.

Ni siquiera me había fijado en las otras personas.

- ¿Te parece si es después de graduarnos? -faltan dos meses para eso.

- Si -sonrió, me baja y lo abrazo-. Estar en tu vida, es un claro que si, lo sabes.

- Tenía que ser formal -dice de modo egocéntrico-. Te amo, preciosa.

- Te amo -respondo feliz.

Me da un corto beso en lo labios y luego me pone el anillo.

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- Pero tu carro estaba aquí -aseguro mientras caminamos por la calle.

Cuando salimos del restaurante, hace ya media hora, no encontramos su automóvil, el lugar tiene espacio frente al establecimiento para dejar los autos, pero no esta y el valet dice que ningún auto se ha movido durante dos horas.

- Tal vez lo estacione más arriba, no importa -toma mi mano y caminamos hasta el final, llegamos a la esquina y no lo vemos-. ¿Estábamos ahí al bajar? -señala su auto frente a un callejón lejos de la esquina limitante; propiedad del restaurante.

- Sammi, estoy segura de que lo estacionaste frente al establecimiento -digo, sin permitir que él se dirija hacia su auto-. Llama a la policía.

- Lan... -lo miro con el seño fruncido-. Esta bien, los llamare -sonrió y él saca su celular para avisar de a situación, dicen que llegara en unos minutos un policía de la cajetilla más cercana.

- Esto no me gusta nada -digo y él empieza a caminar hacia su auto-. Sammi te dije que no te acercaras -parece que no me oye, sigue caminando-. Samuel... -cuando llega a su auto no lo voltea ni a ver, entra directo al callejón y en ese momento corro tras él, lo tomo del brazo.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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