Damnare Vultus

Capitulo 3

Diría que no puedo creer como la vida cambia en cuestión de minutos, pero sería mentir, no era la primera vez que mi vida se desequilibrada de tal modo, pero él dolor es fresco como si nunca me hubiera pasado.

Tengo frío, mi cuerpo tiembla, mi garganta esta seca, el ser que ha disparado, tras lo hecho ha desaparecido, Samuel cayó en mi brazos hace ya dos minutos, tiene una bala en el estómago, he llamado a la ambulancia mientras cubro con mis manos la herida de mi novio, no paro de llorar mientras él trata de consolarme.

Trata de bromear sobre la situación y hacerme reir, pero no lo consigue, solo pienso en como trato que la sangre pare de salir y en mis súplicas al cielo para que no muera.

- Laana, mirame, Laana -lo miro y él levanta su brazo para acariciar mi rostro-. ¿Crees que soy hermoso?

- Si -digo tratando de sonreirle pero es un fallo total-. Si, lo eres.

- ¿Hasta con este feo color? -él detesta el rojo.

- Si... -cierro mis ojos tratando de evitar que las lágrimas sigan cayendo.

- Laana, no cierres los ojos, por favor, no lo hagas, mirame, quiero ver tus ojos -pongo mi mano sobre la suya, que esta en mi mejilla-. Son hermosos. Eres hermosa -noto como su mano pierde fuerza para seguir en mi rostro-. Y te amo.

- Yo también te amo, Samuel, te amo.

- Se feliz, ¿si? -me pide en un susurro quebrado-. No te vuelvas una ermitaña aburrida solo porque me voy a ir.

- No, no, no te vas a ir... no digas eso -cierra sus ojos respirando cada vez menos.

- Sé que encontrarás a alguien grandioso en tu vida que te amará tanto o incluso más que yo, porque eres maravillosa...

- Solo te quiero a ti -susurro.

- Y yo quiero que seas feliz -aprieta mi mano que cubre su herida-. Y dile a mi familia que yo los amé, ¿esta...?

- ¿Qué? -susurro y pongo mis manos en su rostro-. Samuel... ¿qué ibas a decir? Háblame, por favor háblame, despierta.

En ese momento aparece un hombre de traje y abrazo a Sammi como si así lo pudiese proteger.

Es un policía, me pide que mantenga la calma y sale del callejón, vuelve con otras personas, vestidos de verde, al parecer son los de la ambulancia.

Me separan de él, pero no quiero que lo hagan, hablan de si levantarlo o no pero cuando notan que ya no tiene pulso la escena se vuelve un homicidio, no pueden mover su cuerpo y siento furia recorrerme, no pueden dejarlo en este callejón, tienen que levantarlo.

- Vamos, querida, acompañame -una mujer que tiene sus manos en mis hombros me aleja hasta llevarme a la ambulancia.

Mi ropa y mis brazos están llenos de la sangre que he tratado de parar, sé que me están hablando, pero no oigo, siento como si estuviera bajo agua hundiendome y a la vez quemandome, me preguntan sobre Samuel, sobre que ocurrió, pero me siento tan mal que algo hace a mi cerebro desconectarse de mi cuerpo, no soporto la presión de la situación y pierdo la consciencia.

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Disfrutaría mucho, pero de verdad mucho despertar y que esto solo sea otro horrible sueño, pero no estoy en un cuento de hadas.

Al despertar me encuentro en la camilla de un hospital, sola. Me levanto despacio, trato de analizar la situación, pero no es fácil, solo pienso en Samuel, la propuesta, el disparo y su sangre.

Lo he perdido en cuestión de minutos y no puedo hacer más que aceptarlo, cuando me dispongo a salir de la habitación un hombre de aspecto muy mayor entra, me saluda amablemente y me pide que vuelva a la camilla.

- Mucho gusto, soy el doctor Sydney.

- Yo soy Laana, pero, ¿porqué no estoy en mi casa?

- He visto que en tu registro médico que solias desmayarte mucho de niña, eso no es algo muy saludable, si ne lo preguntas, además de que pasaste por una emoción muy fuerte y comprensible, tu familia pidió mantenerte aquí hasta que despertaras. Y como buena noticia, estas muy saludable.

- Samuel...

- Él chico a tu lado, es algo que por ahora yo no puedo informarte, no queremos causarte otra impresión muy fuerte, evita alterarte, le pediré a tu familia que pasé.

Es un poco irónico, por no decir tonto, el echo de que me oculten lo sucedido, como si no lo supiese, pero es su modo de trabajar y decido no objetar.

No puedo hablar demasiado, mi cuerpo me pesa y siento un vacío indescriptible en el pecho, por no decir que estaría llorando si pudiera, pero es como si no fuese yo, como si mi cuerpo no reaccionará.

La verdad suplicó que sea por bastante tiempo, pues cuando yo reaccione realmente, me voy a hacer pedazos y no habrá modo de unir todo lo que se destruye en mí.

- Me alegra que despertaras -cuando decido girar mi vista hacia la voz en la habitación me encuentro con una niña.

Esa niña que creí que íbamos a aplastar, que no fue así, como si ella solo fuera aire.

- Tú ...
 



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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