Damnare Vultus

Capitulo 4

- Eres la niña que atravesó el auto de Samuel  -digo pensando en que he legado al borde de la locura.

- Claro, aunque fue su auto lo que me atravesó -sus ojos estan fijos en los míos mientras su cuerpo desprende otro tipo de luz hasta cambiar de forma.

Pero es igual a mi, es realmente igual a mi, solo que sus ojos son muy amarillos miel y yo los tengo celestes.

- ¿No podías tomar otra forma? -inquiero nerviosa.

- Esta es mi forma...

- Eso es un locura -digo viéndola de pies a cabeza, tiene un vestido blanco y largo de seda-. ¿Qué eres?

- Soy un ángel -mira hacia la puerta y toma mis manos con prisa-. Laana, soy tu hermana, quisiera explicarte pero ya no tengo tiempo y por tu seguridad en realidad prefiero que esto se quede en secreto -siento como sus manos desprenden algo frió hacia mi cuerpo, mis mano estan helada como un hielo-. Solo vengo a devolverte algo que te pertenece, te lo quitaron hace muchos años, aún no debieron, puede que esto te ayude a decidir si quiere seguir viviendo como una humana o ser como yo.

Apenas termina de hablar una punzada, casi podría decir, filosa me traza el pecho de golpe, pierdo el aire en cuestión de segundos y un ardor se construye en mis omóplatos sin parar hasta que cada parte de mi columna quema.

- Tu cuerpo debe acostumbrare a la esencia angelical que no ha tenido por veintiún años -dice como si eso fuese de ayuda y desaparece.

Clavo mis uñas en mi palmas mientras trato de tomar aire, escucho el sonido de algo caer y romperse, creó que he botado algo que estaba en la mesa de noche, la puerta se abre y mis padres entran, apenas puedo ver un poco porque mi vista esta nublada, pero veo como mi madre al verme cierra de golpe y se apoya en la puerta.

Papá me mira y luego a ella, entre susurros y a veces gritos, sólo logro entender las últimas dos frases.

- Has algo, Hotson -pide mi madre alterada.

- No podre quitarle la esencia como siempre, solo la equilibrare -no sé que responde mi madre, pero si sé que esto me ha dejado cientos de preguntas, nuevas, en la mente.

Siento la palma cálida de mi padre en mi frente y un alivio recorrerme, puedo sentir como las alas se cierran y desaparecen, mientras mi madre me recuesta en la camilla, pero sé que las las siguen ahí, que ahora son parte de mí.

Quiero preguntar a mis padres como es que sabían que hacer, porque tomaron con tanta tranquilidad lo de mis alas, no es como si me hubieran preguntando que me paso, solo actuaron como si supieran del tema.

Pero no estoy en condiciones para preguntarles sobre ello.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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