Damnare Vultus

Capitulo 5

No es como si fuera algo fácil de aceptar, en realidad no lo es, estar en el funeral de Samuel me destruye pedazo a pedazo, cada paso que doy hacia el centro del lugar pesa en mis huesos como rocas.

Estaba por casarme, por pasar mi vida al lado de la persona que tenía mi corazón, pero se acabó, como la ceniza contra el viento; simplemente todo se esfumó en un abrir y cerrar de ojos. Por más que deseé mantenerme al margen de la línea tan delgada de la vida llamada "cordura", no puedo evitar pensar que parte de mi apoyo en las malas situaciones era él, pero él ya no esta.

Mis manos tiemblan, al igual que mi vista, tiembla con las ganas de llorar que no permito, pero sé que pronto no tendré control sobre ello.

Veo en una esquina a los padres de Samuel, a la señora María y al señor Claudio, nisiquiera me acerco lo suficiente cuando voltean a verme, la señora María siempre me ha odiado, pero su esposo es muy amable.

Él al verme se acerca y me abraza, me rodea con sus brazos con fuerza, yo correspondo el abrazo, es demasiado cálido, no puedo evitar quebrarme a llorar, porque sé lo que imprime en este abrazo y quema.

- Lo lamento, de verdad lo lamento -le digo en un susurro.

- Tu debiste pasarla muy mal, niña -me dice separándose un poco, sus ojos están rojos-. Gracias por quedarte con él hasta...

- Señor, él quiso que les dijera que los amaba mucho -le digo con la garganta hecha un nudo y él sonríe levemente.

- ¿Cómo fue ese momento? -pregunta tomando mi mano para ir a sentarnos.

- Fue tenso, pero el bromeo en todo momento, solo quería mantener todo como siempre -le aseguro como un consuelo y parece funcionar.

- Eso me alegra -suspira con dolor-. ¿Crees que ira al cielo?

- ¡¿Qué hace esta tipa aquí?! -grita Clinton, el hermano mayor de Samuel, esta al lado de su madre, la cual me mira con desdén.

- Clinton, basta -ordena su hermana, es Rocio y es la hija mayor de la familia Montes-. Será mejor que te comportes -le dice en un tono amenazante y él decide obedecer.

En todo caso él siempre terminará perdiendo, me odia desde que lo rechace, yo ya llevaba dos años de relación con su hermano, pero eso a Clinton no le importaba.

- Yo me pregunto lo mismo, Clinton -comenta su madre y yo bajo la mirada, no tengo la fuerza para enfrentarme a esos ojos, que me culpan tanto como yo me culpo.

La señora de aspecto delgado, lleva sus manos a sus mejillas y las limpia antes de caminar hacia el ataúd.

- No la escuches, Laana, esta mal, todos los estamos, pero sigue siendo la mujer que lo tuve nueve meses en el vientre, será inevitable que le afecte mucho en el sentido personal, fuiste la última persona a su lado, supongo que comprendes -me dice Rocio, acomodando un poco mi cabello, sus ojos también están rojos, igual que sus mejillas.

- Lo importante es que entiendan que Samuel no esta en esa caja, mi hijo no esta ahí. Esta en forma física pero me niego a decir que voy a enterrar a mi hijo, él se ha ido para ser libre de un modo que no podemos explicar, su alma tal vez este junto a nosotros, mas jamás bajo tierra.

Rocio desvía la mirada al escuchar las palabras de su padre, debido a que unas lágrimas han empezado a escaparse de sus ojos, afirma con la cabeza a las palabras de su padre y me abraza, buscando consuelo.

Yo la abrazo de vuelta, mientra lloramos la misma pena, el mismo dolor, pero yo no paro de penar que debí hacer más, que todo mi culpa, incluso le he agarrado rencor a mi padres, desde lo que paso en el hospital sé que ellos entienden y saben más, de lo que yo creo, deben saber. Pensando en esa noche, cuando ese ser intento matarme por ser un supuesto ángel, de yo haberlo sabido podría haber estado preparada, pude haber reaccionado mejor, así que una parte de mi culpa a mis padres de lo que ha ocurrido.

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Cuando estan apunto de enterrar el ataúd, alguien me lanza al suelo, al parecer va aprisa, pero para irse, voltea a verme un segundo y cuando se acerca para ayudarme, parece arrepentirse, una persona tapa mi vista mientras me levanto y el chico ha desaparecido, sentí como si lo conociera, pero supongo que era un amigo de Samuel. La tarde la pase en el entierro, ahora voy a casa, Rocio me ha ofrecido ir a su casa pero la verdad ya la familia esta lo suficiente mal como para que yo vaya a fastidiar a su madre.

Mientras salgo del cementerio escucho la voz de Clinton detrás de mí y lo espero, solo por respeto, no realete a él, nunca se ha comportado bien conmigo, pero hoy no es un día para bromear, sabrá comportarse, caminamos hasta la salida sin decir nada, hasta que el debo irme en dirección contraria.

- Bueno, debo irme -mi tono de voz suena ronco debido a las lagrimas anteriores-. El jueves... -me giro para poder despedirme, pero a hacerlo cierra mi boa con sus labios.

Su mano esta en mi nuca y la otra toma con fuerza mi cintura, reacciono tan rápido como puedo y le doy un puñetazo en la mejilla, me suelta de inmediato.

- Eres una perra -dice ofendido.

- Y tu no vales nada -digo molesta limpiando mis labios, camino a mi parada del transporte.

- Sabes que me encanta que te hagas la difícil -sigo caminando, dispuesta a ignorarlo, pero me sigue y garra mi mano con fuerza-. Ya no tengo razone para no hacerte lo que...



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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