Damnare Vultus

Capitulo 9

Sé que he causado demasiado ruido, pero últimamente me pasa mucho cuando duermo y mis padres no saben que ya desperté.

Abro la ventana de mi cuarto y saco un pie, me siento en el borde de la misma y tras tomar aire para tener fuerzas saco el otro, siento el peso de algo sobre mi espalda y me resbalo aunque me traté de sostener.

No caigo demasiado fuerte, en realidad caigo sobre algo suave pero el dolor en mi espalda se hace presente, unas leves punzadas en realidad.

- Demonios... -es lo primero que sale de mi boca cuando me levanto.

Veo un reflejo blanco en el rabillo de mi ojos y giro mi cabeza, ahí están esas alas de nuevo.

Repito la palabra de antes en mi cabeza mientras trato de meter las alas de nuevo a su lugar.

Los empujo con mis manos hasta que parecen obedecer y desaparecen, por fin salgo del jardín de mi madre y me encaminó a la casa de mis tios.

Trato las alas como si tuvieran mente propia, pero tampoco puedo descartar ese hecho, alta paranoia, muy alta.

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Cuando llego a casa de mi tío, quien me abre la puerta es mi primo Marcus, ya lo he llamado unos minutos antes.

Me sonríe y me abraza, casi, de inmediato, me invita a pasar y llama a sus padres.

Me siento apenada de no recordarlos, me abrazan como si me conocieran y es calido.

- Estas muy alta, Laana -me dice una mujer de cabello castaño-. ¿Me recuerdas? -niego con la cabeza mientras muerdo mi labio y mis mejillas arden, escucho una risa por su parte-. Soy Ana, la última vez que te vi tenias ocho. Él es mi esposo Henry.

- También te conocí de niña, Laana, es un gusto saber que estas bien.

El esposo de mi tía es un hombre sin esta sangre, libre de nuestra maldición.

Marcus me invita a almorzar con ellos y luego me pide ayuda para arreglar su maleta, cuando terminamos le entrego el dinero que gastó en mi boleto del avión pero se niega aceptarlo.

- Tomalo como un regalo de navidad -me pide mientras cubre su computadora con una manta, supongo, para que no se ensucie en su ausencia.

- Pero en ese caso toma lo que te doy también así -me pega en la frente, suave.

- No cuenta, me estas pagando algo que yo te regale, piensa algo más para darme.

- Eso es complicado -digo recostandome en su cama-. Y como sabre que darles a todos, no sé nisiquiera cuantos tios o tias tengo -confieso cubriendo mi rostro-. No recuerdo casi nada de las fiestas.

- No te preocupes por eso, estarán feliz de verte -me consuela-. ¿No irá tu novio? La familia ha visto lo que publicabas en tu perfil, parece muy serio, ¿no?

Sonrío de lado con una ganas de llorar extremadamente fuertes pero respiro hondo y niego con la cabeza, sin la fuerza suficiente como para hablar.

- No, no irá -cubro con mi mano el collar que mantiene el anillo que me dio Samuel ese día.

- ¿Terminaron? -pregunta-. Uh, mi madre quería conocerlo.

- No, bueno... es algo complicado.

- Marcus, ya debemos ir subiendo al auto, linda ya tus maletas están dentro, ven -mi tia Ana me hace una seña para que me acerque y cuando lo hago toma mi mano y caminamos a la sala-. Eres igual a tu madre cuando tenía dieciséis.

- ¿De verdad? -afirma con la cabeza.

- ¿No has visto fotos? -me pregunta.

- No, en realidad nunca he visto un álbum familiar en mi casa -ella suelta un suspiró de cansancio.

- Nunca entenderé a tus padres, querida, son demasiado... distantes -susurra lo último y va a buscar algo a un armario que se encuentra al lado del televisor-. Pero bueno, ellos siempre estuvieron en su propio mundo, juntos.

- ¿Siempre? -pregunto confundida y recuerdo de nuevo las palabras de mi primo, había olvidado eso-. Oh, claro...

- ¿Ya lo sabes? Me sorprende que te lo dijeran -dice mientras se acerca a mi y me entrega un cuaderno, bastante pesado a mi parecer-. Son todas las fotos que tengo.

- Eh, ellos no me lo dijeron realmente -camino junto a ella hasta el carro.

- Eso tiene más sentido, ha tenido que ser difícil vivir así, sin respuestas, sola... -acaricia mi mejilla con cariño y aparto mi vista de ella, lo que menos quiero es lastimarla.

- Tranquila, no me pasará nada -me asegura-. Tienes unos ojos muy hermosos, no temas mostrarlos.

- Yo no quiero volver a lastimar a alguien inocente -le confieso, el álbum  en mis manos tiembla.

- Él no era inocente, Laana, se lo merecía -tiene las cejas unidas-. ¿Te dijeron que fue tu culpa?

- No, no me culparon, solo me explicaron que era algo normal en la familia lastimar a las... -siento un ardor recorrerme el cuerpo, diría más que es una corriente eléctrica que me hace retorcerme en mi lugar.

Aunque trato de mantenerme quieta la corriente en muy fuerte y caigo al suelo en un segundo, se me ha ido el aire como si me hubieran golpeado con un tanque.

- Laana... -Marcus me levanta despacio, rodea mi cintura con su brazo, aún sigo aturdida.

- ¿Qué pasó, mamá? -pide saber y dirijo mi vista a mi tia Ana, esta cubriendo sus rostro mientras respira con fuerza.

- Cuando tu abuela sepa esto... -susurra-. ¿No se van a cansar? -quiero preguntar de que habla pero temo ponerla más inestable.

- ¿Ha sido mi culpa? -pregunto preocupada, trato de acercarme pero Marcus no me suelta, lo cual agradezco porque sigo sin componerme.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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