Damnare Vultus

Capitulo 13

- No te llevarás a mi nieta -la señora Carmen, mejor dicho mi abuela, camina hasta donde mi madre y cuando la alcanza la toma del brazo con fuerza-. Lárgate de aquí, bien me demuestran que no quieren formar parte de esta familia, pero Laana no tiene que sufrir por sus egoistas deseos, tampoco sus hermanos.

Dante y Amadeo nisiquiera se mueven o parece importarles lo que dice nuestra abuela, ellos también están del lado de mis padres.

- Nunca dejarán de cuestionarnos... -asegura mi padre, no lo esta preguntando-. Nos vamos, ahora.

Amadeo voltea a verme y yo tomo carrera por el pasillo, escucho unos pasos detrás de mí, me volteo cuando llego al final del pasillo, veo a mi hermano en mi único modo de salida, la ventana detrás de mi parece una opción, si no fueran por los pisos demás.

Tal vez pueda usar mis alas, pero nisiquiera puedo poner un pie en el marco de la ventana cuando siento las manos de mi hermano en mi cintura, su tacto me quema y suelto un quejido de dolor, no se esta controlando.

Veo como mi madre se aparta de la suya y sale por la puerta detrás de mi padre.

Mis ojos pican, pero no puedo identificar bien si es por furia o por el dolor que me esta causando Amadeo, me esta quemando la piel.

- ¡Amadeo me estas lastimando! -me quejo mientras pasamos por la sala.

- No puedes llevartela -dice Marcus furioso.

- No molestes -la voz de Dante es lo único que escucho antes de salir por la puerta del lugar, mientra respiro hondo con dolor.

- Amadeo, por favor, me duele, bájame.

- No puedo creer que hayas sido tan desobediente -reclama mi padre cuando el elevador llega al primer nivel.

- Estas en serio problemas -dice mi madre sin verme.

Dante me mira con cierta pena, pero el gesto de enojo en su rostro es lo que más capto. No es justo.

- ¡No soy una niña! Están siendo muy crueles conmigo, solo se la pasan ocultándome lo que necesito saber.

- Es por tu bien -dice Dante.

- ¿Sobre qué? -mi voz suena débil, trato de liberarme de los brazos de Amadeo, el cual me carga en su hombro, pero mis esfuerzos por liberarme solo me lastiman más.

- Ya han sido suficientes preguntas -dice Amadeo, con enojo, cuando termina esa frase mi piel arde con fuerza y aprieto su camisa con la poca fuerza que me queda reprimiendo mis ganas de llorar.

Cierro los ojos por lo que me parece un segundo hasta que pierdo la conciencia.

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Mi vista viaja a toda la estancia, oscura, con paredes negras y sin una sola ventana, me levanto de la cama en la que me encontraba y camino por el lugar hasta que encuentro un botón.

Esto me entrega una escasa luz que me permite ver una puerta y prácticamente corro para abrirla, pero esta cerrada.

- Pero... -golpeo la puerta, la empujo y la jalo, pero nada sirve-. ¡Sáquenme de aquí!

Golpeo la puerta con varias palmadas, mientras siento un frío recorrerme la espalda, detesto los lugares tan cerrados.

- Lo siento, pero te mantendrás aquí hasta que aprendas -la voz de mi padre se hace presente al otro lado de la puerta.

- Papá, por favor, sácame, no soporto estos lugares -le pido, con la voz temblorosa, me siento como una niña pequeña.

- Eso lo sabemos -esta vez es mi madre la que habla-. Lo sentimos, Laana, pero este es tu castigo.

- ¡No! No, por favor -golpeo la puerta histérica-. No me dejen aquí...

Los pasos, se alejan, me quedo quieta unos segundos pero mis nervios estan saltando sin parar.

Tengo náuseas y siento asfixia, cierro los ojos tras acostarme en el centro de la habitación, bajo la escasa luz. Siento ardor en mi cintura y levanto mi blusa para ver unas vendas, supongo que cubren las quemaduras que me causó Amadeo.

Tengo hambre pero a este nivel es lo que menos me importa, necesito salir de aquí.

Las paredes no tardaron en verse pequeñas, sentirse como si estuvieran a mi lado, como si me presionaran con fuerza, ¿qué hice para merecer esto?

Me abrazo a mi misma cerrando los puños con fuerza y siento como si me estuviera ahogando.

- Por un demonio, Dante, no puedes hacer esto.

- Esto no es un castigo, es una tortura -la voz de mi hermano mayor tras la puerta me saca un poco de mi tormento.

Camino hacía la puerta, o corro, no lo sé, siento que estoy en otro plano.

- ¡Laana! -Dante grita mi nombre y escucho el cerrojo de la puerta.

- Te irá peor a ti, entiende, solo quieren protegerla -Amadeo suena preocupado y el sonido de la puerta se detiene.

- No, no, no le hagas caso, por favor sácame -pido, más para mi misma que para él, no sé ni siquiera si me ha escuchado.

- Lo sé, pero este no es el modo de hacerlo, se están dejando llevar por el miedo -la puerta se abre y salgo tan rápido como veo un brillo de luz.

Respiro con fuerza, agarrando la camisa de mi hermano mayor, con fuerza, siento como si mis músculos estuvieran entumidos, ¿cuánto tiempo habré estado en esa habitación?

- Tranquila, pequeña, tranquila -mi hermano acaricia mi cabello, como lo hacía mi madre cuando pasaba algo malo-. Lo lamento -se disculpa mientras me rodea con sus brazos.

- Será peor si...

- Cállate, Amadeo -se queja Dante-. Ya ha sido suficiente, solo mírala, a penas y puede respirar



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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