Damnare Vultus

Capitulo 14

- Lo van a saber... -vuelve a quejarse Amadeo, por décima vez en media hora, yo aún sujeto la camisa de Dante con fuerza.

No quiero que me vuelvan a encerrar.

- Debo irme... -digo soltando mi agarre.

- No puedes -dice Amadeo molesto.

- No quiero que me vuelvan a meter a ese lugar -digo sin verlo, estoy tan inestable que podría lastimarlo.

- No vas a irte, Laana -la voz de Amadeo suena brusca y gruesa, apenas puedo alzar la mirada cuando siento como me lanzan al suelo.

Mi hermano mayor ve a Amadeo con odio y cierra sus puños, dispuesto a pelear.

- ¿No quieres protegerla? -pregunta con enojo.

- No de este modo -responde Dante.

Amadeo trata de acercarse a mi y yo me alejo aún en el suelo, volverá a quemarme.

- No, Amadeo... -trato de levantarme, mientras me mantengo alejada.

- ¡Vas a lastimarla, idiota! ¡Ya fue demasiado!

- Cálmense ya -Amadeo deja de seguirme y Dante voltea hacia mis padres.

- ¿Cómo has salido? -pregunta mi padre con enojo.

Su mirada es fría, oscura, extraña, es como si viera a un total desconocido, no al hombre que me crió.

- ¿Quienes son ustedes? -mi voz tiembla, ellos no son mi familia, pretenden protegerme de algo que desconozco y solo me hieren o mienten.

No puedo evitarlo, el dolor camina por todo mi cuerpo, no sé nada de estas personas, de los que he llamado padres toda mi vida. Dante es el único que parece mantenerse cuerdo, pero los apoya, hasta cierto punto apoya lo que hacen.

- No digas eso como si no nos conocieras -exige mi madre.

- ¡No los conozco! -grito-. Yo no sé nada de ustedes, no sé nada de esta familia y por su culpa tampoco sé nada de mi misma.

- Hija solo queremos salvarte -confiesa mi papá pero yo niego con la cabeza.

- ¿Salvarme de qué? -Dante trata de decir algo pero mi madre lo detiene-. ¿No me dirán? ¿Porqué no puedo saberlo?

- No podemos decirlo -mi madre trata de acercarse pero no lo permito.

- Entonces tampoco puedo quedarme... -respiro hondo y dejo que mis ojos viajen a los de Amadeo, clavando mi vista en sus pupilas, este de inmediato pestañea y cae al suelo.

Mi cuerpo empieza a arder cuando dejo que la sangre encadenada me recorra libremente, respiro más rápido de lo normal y ruego al cielo no haberle hecho demasiado daño a Amadeo.

He deseado dejarlo inconsciente, pero no sé si eso sea suficiente para controlar el efecto nocivo de mi mirada.

Dante da varios pasos hacia atrás, tras ver lo que le he hecho a nuestro hermano y luego miro a mi madre, ella no ha visto lo que le ha pasado a Amadeo, aún trata de acercarse a mí, nunca la veo a los ojos así que la toma de sorpresa cuando lo hago, siento como mi cuerpo duele con su mirada y en un pestañeo ella esta al suelo también.

Pongo mi mano sobre mi pecho, mientras me inclino hacía el suelo, suspiro aliviada al sentir como respira.

- Lo siento... -susurro y me vuelvo a levantar dispuesta a irme.

Mi cuerpo duele como si tuviera varios vidrios clavados en mi, el efecto que causan los ojos de mi madre es realmente doloroso.

- Laana... -Dante toma mi mano pero no lo veo-. Prométeme que vas a cuidarte.

Miro a mi padre, sobre el hombro de mi hermano, esta viendo como esta mamá y yo sonrío de lado, nostálgica, pienso alejarme de ellos, no sé cuanto tiempo, pero lo haré.

- Lo prometo -lo abrazo-. Pero... mejor cuida de nuestros padres, no puedo entenderlos, realmente no puedo, pero es algo que ustedes comprenden -me alejo despacio.

- ¿A dónde iras? -pregunta Dante y veo como nuestro padre nos voltea a ver.

- No lo sé... -no espero a más preguntas y corro fuera del lugar, antes de que papá pueda alcanzarme.

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Al parecer estaba en un tipo se almacén, me escondí en un callejón y puedo ver como mi padre sale corriendo del lugar, para buscarme, me voy  por el callejón y sigo corriendo hasta que termino chocando con un tipo. He caído sobre él tras hacerlo caerse.

- Oye, ¿porqué la prisa? -pregunta con una sonrisa burlona, sus ojos miran los míos con tranquilidad y no pude evitar compararlo con Samuel.

Al ver que mi mirada no le hacía daño se forman dudas en mi que mando a segundo plano pues necesito irme rápido, pero, ¿no puedo lastimar a alguien mientras no lo quiera? Es un tanto reconfortante.

Me levanto y me disculpo para luego tomar carrera y alejarme lo más posible de ese lugar, pero antes de haber girando a otra parte, veo que me observa y me regala una sonrisa engreída antes de irme.

Ja, idiota.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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