Damnare Vultus

Capitulo 18

Camino hacia mi departamento después de un día extremadamente largo, necesito un descanso, mientras camino veo al chico de siempre pasar a mi lado y en eso recuerdo que debo preguntarle como es que sabe mi nombre, pero cuando voy a girarme para encararlo ha desparecido.

Siempre hace lo mismo, veo a mi alrededor y estoy totalmente sola, dejo que mis pulmones liberen aire, para empezar a tomar carrera.

Es muy tarde y hace mucho frío, no puedo estar centrándome en ese chico de la calle, de todos modos no parece una amenaza.

- Disculpe... -me detengo y veo a un señor que parece esperar el transporte-. ¿Sabe a que hora pasa el siguiente? -señala el letrero de los horarios.

- Bueno, a esta hora ya no hay más, pero si sigue directo por el norte encontrará un... -el señor toma mi mano jalandome.

- Que joven tan hermosa, ¿por qué estas sola, quieres compañía? -su tono de voz parece distorsionarse por un segundo, tal vez sea el sueño pero me pongo nerviosa y me libero de su agarre.

- Debo irme -sin más empiezo a caminar más rápido.

Cuando siento que ya me ha perdido de vista bajo la velocidad y me quito los tacones, me estoy lastimando por correr con ellos.

- Es de mala educación dejar a las personas con las palabras en la boca -levanto mi vista para encontrarme con el mismo señor de antes.

Pone su mano en mi mejilla y la acaricia, me libero rápidamente de él y le lanzo mis zapatos haciendo que suelte un quejido de enojo y corro, así corro, descalza hacia mi departamento, como una loca por la desolada calle.

Cuando llego a mi hogar entro rápidamente con la llave, pero la desgraciada no me quiere obedecer, no entra de ninguna manera.

- Eres muy rápida, angelito -no me atrevo a verlo, necesito que esta puerta se abra-. No me gusta que me ignoren -pone su mano en mi hombro y antes de que yo pueda girarme suelta un grito, cae al suelo cerrando su puño con fuerza, con un gesto de dolor-. Por un demonio, ¿desde cuando sabes manejar tu estúpida aura? -me grita furioso, veo como su mano esta negra, como si la hubieran quemado a una alta temperatura.

Me quedo paralizada ante la imagen pero cuando reacciono consigo meter bien la llave, la puerta abre y cierro de inmediato, sin esperar a nada corro hacia el elevador para poder llegar a mi piso y encerrarme en mi cuarto.

Pero no puedo entrar en el elevador, veo en el reflejo del espejo que dos alas enormes me acompañan y siento que se me va el aire por un segundo, llevaba meses sin verlas, no es el momento para que aparezcan.

No tengo opción, tendré que subir las escaleras, aunque podría usarlas.

Considero la idea un poco infantil en mi opinión, pero si estas cosas aparecen deben servir de algo, logro que un ala se mueva, pero eso, solo una, trato de mover la otra y la única que me estaba siendo de ayuda deja de obedecer, lanzandome al suelo.

Soplo mi cabello que ha caído en mi cara con mis labios y suelto una mala palabra en el proceso de levantarme.

- Esto ha sido inútil...

- Corre... -escucho la voz de una niña y giro a ver a todos lados pero estoy sola-. Ahora, corre.

Por la distracción veo como mis alas desaparecen y entro en el elevador, antes de que se cierren las puertas pego un brinco al ver a una joven, casi como una sombra que me sonríe.

Mi corazón va a explotar si sigo así, cuando llego a mi piso prácticamente vuelo a la puerta y suspiro aliviada cuando abro la puerta.

- Laana, espera -veo de reojo a la persona que me habla y detengo mi acción de cerrar la puerta al verlo.

Tiene que ser una broma, no es cierto.

- Samuel...



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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