Damnare Vultus

Capitulo 22

Y así fue como prácticamente inicio todo mi dolor, mis padres me culparon diciendo que la familia lastimaba a veces de esas maneras, comprendí que yo era mala y que le había hecho daño a alguien solo con verlo, a los doce años desee quemar mis ojos y por poco lo hago, Amadeo me encontró cuando estaba acercando mi cara a la llama de la cocina, una vez intente sacarme los ojos con unas tijeras, un tenedor, un cuchillo, pero sin buenos resultados, mi familia siempre me atrapaba en el acto, ahora con todo lo que sé me duele más, el peso de sus actos se asienta mucho en mis hombros, estuve indefinidas veces determinada a hacerme daño para no herir a otros solo por que ellos no quisieron ser honestos conmigo, solo quisieron encerrarme y alejarme de todos, de todo.

Alejarme...

Abro mis ojos separando mi mano de la de Arael y él me mira atento, aún el asco y el dolor del recuerdo me recorre la piel pero trato de ignorarlo.

- ¿De qué me estan protegiendo mis padres? 

- De mi -dice una tercera voz y me encuentro con una mujer de cabellera plateada, viste completamente de blanco y sus alas son del mismo color.

- Demonios -susurra Arael y la mujer lo mira unos segundos.

- ¿Quien eres tú? -se acerca a él y toma su barbilla-. No te he visto en mi eternidad, pero algo en ti logro que pudiera encontrarte -dice esta vez viéndome-. Tu estas ayudando a Egún, ¿cierto? -pregunta viéndome pero sé que se dirige a Arael.

- ¿La han atrapado? -dice captando la atención del ser que me mira con admiración, apenas ella se distrae Arael me hace una seña de que huya, dejo el dinero de la cuenta en la mesa y corro del lugar, esto de correr se esta volviendo una costumbre.

Aún tengo tanto que preguntarle, mas no es ese el principal problema, ¿a qué se refiere con que han atrapado a Egún? Esa ángel es la causante de la paranoia de mis padres, eso entendí, ¿Arael esta en peligro? Ha dicho que no lo ha visto jamás, ella debe tener poder si conoce a todos los ángeles, ¿pero porqué me sigue un ángel?

Odio mi mente, es momento de correr no de preguntas, necesito concentrarme.

Me escondo en un tipo de iglesia, esta sola, no hay nadie más que una mujer que se encuentra arrodillada frente al altar, decido que no es lugar para esconderme, cuando salgo del lugar estoy frotando mis manos entre si por la ansiedad, escucho que alguien dice mi nombre pero supongo que solo estoy escuchando voces así que sigo mi camino.

- Laana, espera -levanto mi vista cuando alguien irrumpe mi camino hacia mi departamento-. Eres tú, mi amor.

Me encuentro con Samuel o una imagen de él, pero la imagen no calza en mi interior, estaba segura de que Arael era Samuel, si, sé que suena como una locura pero no he podido dejar de pensar en ello, su mera presencia me hace sentir como si lo tuviera a mi lado.

- Samuel... -susurro y sonrie para luego abrazarme.

- He vuelto -dice mientras rompe el abrazo.

Pero aunque quiero creer en lo que esta pasando no lo hago, me separo un poco de Samuel y lo miro como si fuese un total desconocido.

- No, no, no -digo repetidas y lentas veces sin dejar de verlo.

- Amor, quiero presentarte a alguien -dice con una sonrisa, sus ojos no miran los míos y odio eso.

- ¿Quien se supone que vas a presentarme? -digo dando pasos en retroceso.

- Le llaman el ángel del amor, aunque ya lleva un tiempo desterrado del cielo -dice en un tono risueño-. Seguro que te agradara mucho.

- ¿Hablas de cupido? -se acerca a mi y toma mi mano para detener mi huida.

- Supongo que también le puedes llamar así, ¿sabías que lo castigaron porqué se la pasaba uniendo personas equivocadas? Le divertía ver lo toxico que podía terminar siendo una relación...

- ¿Cómo se supone que lo conoces? -pregunto soltándome de su agarre, pero cuando me suelto termino golpeando a otra persona con la que me disculpo.

- No te disculpes -dice una voz gruesa y cuando me dispongo a irme de nuevo ese tan "Samuel" toma mi mano-. ¿La jovencita tiene prisa?

- Mucha, no te la podre presentar adecuadamente -dice Samuel rodeando mi cintura con sus brazos.

- De todas formas no me gustan las formalidades -saca de su abrigo una cuchilla de carne-. Por fin tienes a tu amado, Laana, no lo dejes ir -hace un corte en mi brazo tras terminar de decir eso y sonríe.

¿Cómo, qué?

Miro la herida mientras trato de soltarme y ese tipo se va, desapareciendo a la distancia, me siento aturdida y veo la herida de la cual no sale sangre, aunque el corte parece profundo.

Mi cuerpo tiembla y me siento frágil.

- Tranquila, tranquila, Laana, ¿porqué estas tan asustada? -Samuel pone sus manos en mis mejillas mientras siento como el aire se va de mis pulmones-. Yo estoy aquí, estoy contigo, de nuevo -me besa y cierro los ojos mientras hago fuerzas para alejarlo pero las fuerzas se van en un segundo.

Siento como si de algún modo todo se distorsionase y olvido lo que estoy haciendo.

Lo que... ¿qué?

No puedo recordar lo que...

- ¿Samuel? -susurro cuando deja de besarme.

- Aquí estoy.



#19024 en Fantasía
#41296 en Novela romántica

En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.