Damnare Vultus

Final

Laana

- No pienso irme sin mi hermana -digo por décima vez mientras unos mensajeros repiten que debo seguirlos para devolverme a la tierra.

- Ella ira con usted, pero por ahora debe enfrentarse a ciertas situaciones entre ellas el despojo de sus alas, por favor, no haga más complicado el momento, que mantener a uno de ustedes en estos lugares esta estrictamente prohibido, tiene que volver, entienda, es lo mejor que puede hacer por ahora.

- ¿Qué ocurrirá? -pregunto viendo a los dos que tratan de mantener la calma.

- Puede seguir su vida en su transcurso normal, cuando su cuerpo físico muera volverá al cielo para cumplir con el orden de poseer alas, aunque también depende de sus actos en la tierra y es muy posible que su memoria sea borrada para que no sufra las penas de su vida -me pide que le siga con su mano y decido hacerlo, no puedo hacer nada en realidad, solo esperar para que Egun sane-. Como los humanos tienen su fecha para el día del juicio sus almas deben esperar en calma y reposo hasta que el supremo decida el limite y sera ahí cuando todos los demás familiares, demás seres del planeta, serán designados al paraíso o a las llamas -suena tétrico pero me recuerda a ciertas lecturas que una vez me enseñaron en la escuela, pero la realidad es que es algo de religión, la cual mis padres no siguen.

- Entiendo... -susurro mientras cubro mi cabeza con la capucha que me han dado.

Pues para los arcángeles es mucho más fácil reconocer a alguien que no es de este lugar pero eso causaría un problema más grande, según lo que sé, los ángeles son seres que oyen y obedecen, amables y abnegados pero son frágiles y no se les dificulta caer en tentaciones más que a los humanos pues tienen demasiado tiempo bajo un régimen que toman como el aire, hasta que ven que tal vez algo diferente no les daña, hasta que lo descubren y debe pagar por tales deseos; carnales.

- Ya han pasado varios días desde lo sucedido, no se preocupe, si algo malo fuese a pasar en realidad ya habría pasado -detienen su paso y me miran-. Pero antes de que te vayas debes ver a alguien -mi gesto de vuelve uno de confusión y quien me guiaba señala detrás de mí.

Sonrío al ver a Egun y la abrazo.

- ¿Nos iremos? -pregunto separándome un poco tras abrazarnos pero ella niega con una sonrisa decaida.

- Tu debes volver, tus recuerdos empezaran a desaparecer si te quedas más tiempo, debo encargarme de algunas cosas y también debo saber que será de mí si no poseo alas, incluso puede que haya roto un par de reglas y me sentenciaran el castigo...

- Significa que puede que sea la última vez que te vea -digo más como una afirmación que  como una pregunto y ella pestañea varias veces tratando de aliviar el como sus ojos se humedecen.

- Solo quería que fueras libre de todo el peso que estabas sosteniendo desde pequeña -dice con la voz quebrada-. Porque siempre me sentí como tu, tan sofocada y asustada por muchas cosas, creí que me arrancarían mis alas si decía cuando deseaba vivir una vida humana y sin ellas solo hubiese sido lanzada para ser un demonio, siempre que te vi llorando pensando en lo mal que estabas pensaba en lo mal que estaba yo, así que si puedes volver a casa, libre de todo lo que te ha dolido por años yo seré muy feliz, por favor, solo ve.

- No quiero irme así, no quiero dejarte, hiciste todo esto por mí, porque tienes que pagar algo que has hecho con el corazón, Egun... -me interrumpe cubriendo mi boca con su mano, suave.

- Todo acto se paga y yo hice ciertos enredos que merezco pagar -niego con la cabeza mientras hablar y ella me sonríe mientras sus mejillas se cubren de lagrimas-. Me enamore, un ángel nunca debe enamorarse, no de un ángel caído -se ríe secando sus mejillas-. He vivido demasiado deseando algo que no era para mí, eso esta mal... pero uno de mis deseos se cumplió, solo te pido que valores todo lo que viene y cruza los dedos por mi si deseas mi regreso, por favor, solo por favor perdona a nuestros padres, por todo, algún día no estarán -me abraza de nuevo y cuando yo correspondo a su acto se desvanece.

Pestañeo varias veces para darme cuenta que ya no esta frente a mi, me encuentro en el suelo de mi habitación, la que fue mía alguna vez en casa de mis padres, miro mi alrededor y guardo mis alas al verlas.

- Tranquila -volteo hacia atrás al escuchar la voz de alguien y siento un alivio al ver a Arael, me abraza-. Ahora seré tu ángel guardián, de verdad -lo abrazo agarrando su camisa con fuerza, no quiero que se vaya él también, no de nuevo.

- ¿Eres Samuel, verdad? -pido saber sin soltarlo.

- Lamento que no haya podido decirlo antes, pero ahora estamos juntos, será así hasta él último segundo.

La conmoción en mi era demasiado todas las respuestas que quería ahora las tengo, pero he perdido a mi hermana y ahora tengo a mi amado de vuelta, estoy feliz pero a la vez tan sorprendida. Tengo miedo de soltarlo y que se desvanezca.

- No me iré, lo prometo, no esta vez.

Apenas era de madrugada cuando llegue a casa ese día, pero tenía que hablar con mis padres en ese momento, no diré que fue fácil llevarme con ellos, en realidad la relación que teníamos siempre fue una de sobre control, por lo que me dí cuenta ellas en realidad no pueden ver a a Arael y los recuerdos de la boda y las complicaciones entras habían sido limpiado de su cabeza, el último recuerdo que tienen de mí es cuando he huido de ellos tras haberme encerrado en una habitación.



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En el texto hay: angeles, demonios, cadena

Editado: 06.03.2019

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