Damons

CAPÍTULO 3

La rueda de prensa que murmuraba debajo del estrado donde nos encontrábamos comenzaba a dispersarse a medida que las sombras se unían al clan evaporando del lugar los escombros y rescoldos de una velada anterior.

La sangre se desteñía de los suelos, el olor metálico y picante ya casi no podía sentirse, los cuerpos eran devorados por los entes oscuros que desplegaban sus mantos gélidos sobre la muerte y el exilio y todos los reunidos no parecían ni una parte de lo maravillada que yo estaba por el espectáculo. Era extraño observar a las sombras, entes que me habían acompañado durante toda mi vida, explayarse con tanta libertad frente a mis ojos y frente a los ojos de todos esos inmortales.

La flama de la llama el infierno estaba inquieta, y el azul intenso de su candor era tan pálido y grisáceo como el mismo cielo tormentoso que acostumbraba a ver en Ventura.

Los que conformaban al Consejo se reunieron alrededor de ese cáliz y aguardaron unos segundos antes de esbozar un murmullo constante entre ellos, en un dialecto que no pude reconocer. El mantra volvió loca a la llama, alzándose en figuras espectrales y movimientos enérgicos, así como había sucedido al principio cuando aparecieron frente a mí. Su luz irradió una potencia estremecedora y estalló en más llamas alzándose sobre nuestras cabezas.

Cerré los ojos al momento que estalló, pensando que esa llama sería capaz de tragarnos a todos en su poder. Pero nada de eso ocurrió; y para cuando abrí los ojos nuevamente, el Consejo de Infratierra se había evaporado con ella.

Estudiando en profundidad el resto de la cueva, los demonios de pómulos marcados y mandíbulas rectas también estaban desapareciendo. Y entonces Seth apareció entre ellos, justo en medio de todo como una figura espectral que desentonaba del resto. La oscuridad siempre estaba ahí, perpetrada en sus profundos ojos, el rictus de su semblante inalterable, los músculos tensos de su escultural cuerpo masculino enfundado en ropa negra. Toda su aura de chico peligroso del que querrías alejarte sobre su cabeza egocéntrica y petulante.

Esbozó una mueca ladina con sus cejas arqueadas haciéndome creer que sabía lo que yo estaba pensando y por un momento le creí. Aún había muchas cosas que no sabía de los demonios. Pero algo me decía que tendría tiempo para averiguarlo.

―Te perdiste la diversión, Seth.

―Diferimos en conceptos de diversión, ¿no es lo que me has dicho siempre? ―dio un par de pasos hacia nosotros. Landon tras de mí, curioso―. ¿Y bien? ¿Qué decidieron? ¿Te dejarán vivir entre nosotros?

― ¿No estabas seguro de ello?

―Son demonios, lucecita, ¿cuándo se puede estar seguros de sus actos?

Seth tenía esa exasperante capacidad de hacerme enojar, y siempre la sacaba a relucir en nuestras conversaciones. Detestaba su forma de ser y en esos momentos era cuando más lo hacía.

―Tú lo eres también ―dictaminé, él enarcó las cejas―, entonces no debería estar segura de lo que haces... o confiar en ti.

― ¿En quién más lo harías? ―Seth estaba divirtiéndose de la situación podía verlo en la mueca que alteraba su rostro. Pero en el momento en que cruzó miradas con Landon a mi lado, sus cejas se fruncieron―. ¿Te abandonaron en esta dimensión? Creí que los del Consejo no aflojaban demasiado tu correa, Landon; sólo así perdonaron tu extinción.

―Deberías preocuparte por tus asuntos, Seth, y no meterte en lo que no comprendes ―los ojos de Landon viajaron hacia mí. No estaba observándolo pero sentí el peso de su mirada―. ¿No te lo han dicho aún? Oh, es cierto, soy el portador de las buenas noticias. Adivina quién será tu nueva pupila.

Su brazo se extendió a mí para hacer dramática la situación y los ojos de Seth se mantuvieron estáticos sobre mí. Sentí en él miedo o preocupación, o ambas no estaba segura pero el rictus de su semblante se había alterado por primera vez frente a mis ojos. Era una noche de primeras veces para todos.

―Tenías que impedir que la sacrificaran ―lo oí murmurar a Seth. Carraspeó haciendo su voz ronca y viril como siempre―. Tenías la tarea de encargarte de que no la mataran, Landon, sólo eso.

―Y lo hice, está aquí, ¿no? Y a tu cuidado como tú lo querías desde el principio de la velada ―se abrió camino entre nosotros y deambuló por el salón, cavilando sobre algo―. Selene Vriednoch es una mestiza interesante, ¿no? No fue una casualidad encontrarla contigo, eso ya lo tengo asumido pero, me preguntó para qué.

Los ojos de Seth dominaron la noche, fríos e intimidantes.

»Sin duda la sangre de su linaje hace carácter a su sed, despertando mucho antes de que sus poderes lo hagan. Es fascinante su condición, ¿no lo crees? ¿Selene tú...?

―Continuemos esta conversación en privado ―cortó Seth, y sólo en esos momentos noté la tensión del resto de los demonios que quedaban a nuestro alrededor. Ojos curiosos y acusadores.

―Como prefieras.

Me adelanté hacia Seth, caminando a su lado y sentí palpable la ira que incubaba en su cuerpo, su expresión delataba un tercio de lo que sus músculos dejaban entrever. Él estaba furioso, y yo aún no estaba ni cerca de comprender sus emociones.

― ¿Cuándo podré ver a Ari? Axel me dijo que estaba con ella y con Logan ―susurré hacia él. Pero no obtuve respuesta a eso.

En cambio Seth carraspeó por lo bajo:

―Nos encargaremos de desviar la atención de Landon sobre ti y te llevaré a tu departamento antes de que acabe la noche. Tienes que mantenerte alejada del bosque y todos mis problemas por una buena vez.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.