Damons

CAPÍTULO 5

―Cariño, no sabía que estabas... ―Ari fue la primera en hablar pero se detuvo a medio camino.

Dolorosamente asentí con la ira y decepción entornando mis ojos, hubiese esperado por cualquier cosa a partir de esa noche; pero Ari no conformaba nada de mis planes. Definitivamente no habría esperado esto.

― ¿Desde cuándo? ―Inquirí con hostilidad, pero mis cuerdas vocales temblaban y mi maldito orgullo comenzaba a quebrarse con su mirada de preocupación y arrepentimiento.

―Sel, podríamos hablar en otro momento... más calmadas las dos, ¿De acuerdo?

― ¿En otro momento? ―Repetí, sorna embadurnaba mis palabras. Asentí y luego bebí un sorbo de mi taza―. Sí, como quieras, manéjalo tú yo... continuaré al margen de todo.

―Selene, ella sólo lo hizo...

―No quiero oírte decir que lo hacía para protegerme ―lo corté a Logan. Dejé la taza sobre la isla y enfilé hacia mi cuarto―. Esto es una maldita pesadilla.

En el interior de mi espacio personal sólo busqué un abrigo deportivo cómodo y me calcé un par de zapatillas. Auriculares en mano y mi móvil con ellos volví a la sala donde todo el grupo permanecía en silencio.

Dolor se filtraba a través de mí y podría jurar que todos estaban conscientes de ello; y no necesariamente por sus poderes supernaturales.

―Selene, ¿podemos hablar?

― ¿Ahora quieres hablar, Ari?

―No de eso pero... ¿a dónde vas?

―Regresaré, no te preocupes tanto ―ironicé, colocándome los auriculares y moviéndome hacia la puerta.

When the party's over de Billie Eilish sonaba en mis oídos.

―Roja espera ―Axel se incorporó de la mesa pero no me detuve por él.

La puerta del frente se abrió para mí y en un impulso demasiado infantil, simplemente corrí hacia afuera. En esos momentos sólo quería que todos se fueran, necesitaba estar sola y recomponerme. Mi interior se revolvía violentamente y sentía que todo lo que una vez creí comenzaba a despedazarse a medida que avanzaban las horas.

El sentimiento del engaño era dolorosamente traicionero, pero Ariadna dolía aún más. Demonios era lo único verdadero en mi vida y con eso me había demostrado que hacía tiempo sabía de todo eso.

Todos habían estado mintiendo pero ella era quien me importaba más.

»Roja, espera ―Axel me alcanzó pero yo no desistí de mi trote, decidida a ignorarlo. Él corrió a mi lado―. ¿Qué es lo que esperas que hagamos?

―Comenzar por dejar de mentirme se oye bien.

―Nadie te ha mentido ―entorné los ojos hacia él―, la hemos ocultado que es diferente. ―Tomé la ruta hacia la playa y jadeé por la falta de aire. Maldita sea, es que jamás salía a correr y Axel me llevaba tanta ventaja con todos sus entrenamientos en el equipo del Ventura―. Roja, las cosas son complicadas.

―Eso lo imagino, debe ser tan duro para ustedes esto.

Bajé por la gravilla de arena hacia la costa y sentí el aire volverse más gélido a medida que me acercaba al agua. Habían sucedido tantas cosas en ese lugar, comenzando por mis clases privadas de natación con Axel, con sus manos inquietas acariciando mi piel; nuestro primer beso, la vez que me ahogué y él rápidamente me sacó del agua salvándome la vida.

Fruncí el ceño recordando esa noche; él había llegado sorprendentemente rápido a salvarme, aún con la distancia en la que nos hallábamos.

»Esa noche estabas muy lejos del agua ―objeté. Lo observé negar con la cabeza en una mueca incrédula.

―Nunca estaría demasiado lejos de ti.

Me detuve a escasos centímetros del alcance de las olas impacientes de devorarme y me senté, jadeando un poco por el recorrido. Me quité los auriculares mientras Axel tomaba un lugar junto a mí, sin dejar de observarme. Evité encontrarme con su mirada, porque sabía que ese par de ojos contenían magia y bajé la vista hacia el horizonte.

―Ese es tu deber, ¿no? ―Él no pareció comprender―. Eres un ángel y mi guardián. Tu deber es cuidarme, por eso nunca te alejas lo suficiente.

― ¿Lo suficiente?

―Tiene sentido ahora que siempre hayas aparecido cuando las cosas se ponían difíciles; esa noche con los amigos de Seth, por ejemplo.

Las olas rompían incesantes sobre la costa, espuma efervescente se colaba entre la arena con tibias caricias. Un silencio reconciliador se establecía entre nosotros y junto a la calma del momento sentía que debía dejar fluir las cosas que sucedían. Aunque aún faltara mucho para terminar de comprenderlo todo.

―Esa noche con los amigos de Seth fue una coincidencia, roja. Yo no puedo saber dónde te encuentras todo el tiempo, no poseo esa habilidad. Pero siempre ayuda si tú me invitas a estar a tu lado y evitarte esa clase de inconvenientes.

Suspiré, notando que las emociones por Axel aún estaban latentes en mi piel, se sentía como si nada hubiese cambiado dentro de mí. Pero a la vez, lo había cambiado todo, y yo no podía seguir continuando con todo eso si nada había sido cierto.

―Qué conveniente que teníamos esa relación sin compromisos. Te facilitaba el deber ―solté arrojando una piedra al mar.

―Sé a dónde estás llevando esto, roja, pero ―tomó mi mentón obligándome a mirarlo y sentí la miel de sus ojos brillar como el oro al hallar los míos tan mansos― las cosas no fueron por intención mía sólo... pasó.

Se sintió como un golpe a mi estómago, una bola atorándose en mi garganta al pensar las cosas como habían sucedido. Hacía instantes recordaba la calidez de los recuerdos que tenía de Axel conmigo en esa maldita playa; y ahora sólo quería eliminarlos para siempre.




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