El término Nephilim según el Talmud proviene de nafal que significa caer. Según internet y la mayoría de los foros en los que investigué, los nephilim son descendientes de los inmortales hijos de Elohim ―tanto del cuerpo celestial como los que lo desafiaron en sus propias leyes.
Aquellos descendientes que llegasen a la edad madura, se les hereda los poderes de su último linaje. Y si tenía en cuenta lo que Landon me había dicho ―quinientos años de dinastía demonio―, no tenía ninguna esperanza de detener la transformación.
Suspiré con la laptop entre mis piernas mientras el cobijo del edredón me resguardaba del frío. Afuera las temperaturas descendían de modo atroz y sin piedad. El instituto ese día había quedado en segundo plano para todos mientras la gélida tormenta no cesara pronto.
Ariadna estaba a un par de pasos de mi habitación pero aún no habíamos resuelto nuestros conflictos. No es como si pudiese olvidar todas las mentiras que me había dicho a lo largo de mi vida en tan sólo un par de noches. Me quedaba mucho en lo que reflexionar de todo.
También sabía que Logan estaba con ella por sus voces un poco subidas de tono a veces.
Aunque todo estuviese sucediendo normalmente a lo largo de los días, mi cuerpo iba más acelerado que mi mente en conceptos de procesar toda la información. Es decir, continuaba con los entrenamientos de Seth para manipular la energía que crecía en mi interior, convivía con dos ángeles que se aseguraban que no fuese demasiado lejos de su protección, pasaba algunas tardes con Axel en el interior de mi cuarto sólo hablando de cómo iba todo y de vez en cuando Landon aparecía mientras entrenaba con Seth para informar al Consejo o simplemente para ayudar en los conflictos.
Los días continuaban pasando y se sentía como si todo buscara acomodarse a mi alrededor pero yo no quería. Al principio me negaba a darle una oportunidad a todo pero comprendí que necesitaba que las cosas siguieran su curso, intentar acostumbrarme parecía una opción, pero realmente aún no podía conseguirlo.
Dos golpes en la puerta me despertaron de mi ensimismamiento; últimamente tenía demasiado tiempo para pensar en la soledad.
― ¿Estás entretenida? ―La sonrisa de Axel apareció al otro lado. Se adelantó a mi cama cerrando tras de sí y se acomodó sobre mi cama―. ¿Qué haces en la computadora? ―Se inclinó para ver mis búsquedas y sonrió―. ¿Nephilim y las creencias judías? Tienes un sentido de la investigación muy agudo, roja, me sorprende que siempre tengas el interés de descubrir más cosas de las que puedas llegar a querer saber.
Cerré la laptop y la deposité sobre la mesita de noche, mordiendo mi labio inferior. Axel se acomodó más cerca, sin terminar de recostarse.
Desde que descubrí que él y yo no podíamos considerar estar juntos, me sentí vulnerable por las emociones que sentía cuando él estaba cerca; pero Axel se había encargado de mantenerse a mi lado sin afectarme con su aura divina. Sin roces, ni contactos no había luz, pero las emociones aún estaban entre nosotros.
―No digo que me es fácil saber todas estas cosas ―repuse―, pero creo que me quita un poco el agobio de no entender nada en lo absoluto.
―Siempre puedes preguntarme lo que quieras, roja ―sonrió él. Su sonrisa era una combinación de estrellas brillantes y labios suaves. Perfecta; y ahí estaba yo, tentada a acercarme a ella aún con el problema de la esquela de brillo que dejaría en mi piel si lo tocaba. Volví a atrapar mi labio inferior.
― ¿Y me dirías la verdad si lo hiciera? ―Él frunció el ceño y se recostó a mi lado, su cabeza se sostenía por su brazo derecho. Un par de hebras rubias caían rebeldes sobre su frente―. Pensé que debíamos mantener una distancia.
―La distancia es relativa, habría una distancia considerable aún si te mordiera ese labio que no has dejado de morder desde que entré ―calor se extendió por mi cuerpo desde el centro e inconscientemente volví a atrapar mi labio―. ¿Seguirás haciéndolo?
―Eres tan ególatra que piensas que lo hago por ti ―me burlé. Alcé la vista hacia el cielo raso de mi habitación y suspiré―. Es algo que los caracteriza a todos ustedes.
― ¿Estás comparándome con esos demonios? El cuerpo celestial tiene mucho más que ego y una gran cantidad de energía liberada; somos hijos de la paz y la armonía ―no pude contener una sonrisa. Axel me imitó―. ¿De qué te ríes?
―Eso fue aún más narcisista que lo que dijiste antes ―reí. Axel se recostó con la vista en el techo con esa sonrisa que me hacía delirar en su semblante―. ¿Viniste sólo a hacerme compañía o hay algún secreto inmortal de por medio?
―Los demás pedirán pizzas para cenar, queríamos saber si querías unírtenos a la diversión.
―Sí... yo creo que paso, pero gracias ―repuse y luego me giré hacia él―. Aunque si quieres traerme pizza al cuarto...
― ¿Por qué estás haciendo esto?
― ¿Hacer qué?
Ambos enfrentados sólo por la pequeña distancia que nos imponía mi cama. Los ojos de Axel se habían oscurecido ligeramente, y sabía que lo que vendría a continuación no me gustaría.
―Ella está angustiada también por todo lo que pasa, roja. Está pasándolo tan mal como tú en estos momentos.
―Pues me alegra que así sea.
― ¿Quién es la narcisista ahora? ―Alzó las cejas él. No quise responder, porque Axel también me había ocultado cosas y yo no podía olvidarme de eso así sin más. Pero lo de Ari aún dolía; ella era mi todo en este mundo oscuro que me rodeaba―. Ella siempre está diciendo que necesitas tiempo, que se te pasará luego y cuando suceda podrán hablar más tranquilas.