Damons

CAPÍTULO 13

Seth ya no quería hablar conmigo, no al menos después de la última pelea que tuvimos con las hipnosis. No había discontinuado con los entrenamientos, pero la tensión entre nosotros podía sentirse a una legua de distancia. Su temperamento ―por otro lado― era un digno adversario para mí y mi concentración, sobre todo porque mis comentarios sarcásticos parecían avivarlo drásticamente.

Ese mismo día teníamos que entrenar, pero luego de intentar en vano hablar con él acerca de Léon y su paradero, acordamos ―decidí y discutimos por mi irresponsabilidad―, que dejaría de lado sus clases para salir con Bruce y Lori a una cafetería.

Me sentía frustrada con no poder dar con Léon, no porque realmente quisiese encontrarlo ―la última vez que lo vi estaba sacando el corazón de Nancy en la velada demostrativa―, sino porque no sabía realmente qué hacer en esos momentos. La influencia que ejercía en mis compañeros les daba esperanza, una esperanza de ganar una guerra en la que no tenían oportunidad ―sobre todo si yo también acababa convirtiéndome en ese bestial asesino para el que me entrenaba Seth.

Aquello no me dejaba dormir en las noches.

El día anterior Seth había insistido con que yo tomara la posesión de un trance; perder la conciencia tan sólo para visualizar un único escenario en mi mente que yo pudiese proyectar en la cabeza de Seth, sonaba más fácil de lo que era. Sobretodo por la voz de Seth hostigándome desde el interior.

No estás concentrándote.

―Cállate ―dije aún con los ojos cerrados―. Lo haré si no molestas.

Sentí movimientos a mi alrededor, una brisa ligera colándose en el interior de mi chaqueta y el aliento cálido de Seth revolviendo mi cabello detrás de la oreja.

―Pero es lo que más me gusta ―musitó y sabía que estaba riéndose de mi reacción. Lo enfrenté enfada y él bufó―. Abriste los ojos de nuevo.

―Sí pero es que tú...

―Si no buscas concentrarte en ese escenario sin que lo que te rodea te distraiga nunca conseguirás hipnotizar ni a un gato a este paso ―volvió a acercarse a mi oído, su voz ronca causando escalofríos en mi piel―. Cierra los ojos.

Obedecí con mis nervios casi dominándome.

»Imagina ese escenario en tu mente, visualiza los detalles y haz que yo lo vea...

―Decirlo es muy fácil, ¿no? ―Me quejé y lo oí volver a bufar algunos pasos más allá―. Para ser entrenador no tienes ni un poco de paciencia para enseñar.

―No soy entrenador, me forzaron a hacer esto. Soy un cazador, y es mi mayor placer en la vida eterna.

― ¿Lo repites para afianzarte a la idea de que te gusta o sólo es un tecnicismo de tu enorme ego?

Seth dio un par de pasos para quedar frente a mí, su respiración recayó sobre mi rostro y sus ojos negros como la noche profundizándose en los míos con ahínco.

―Lo repito porque parece que no quieres reconocer que te gusta alguien como yo.

― ¿Qué...? Estás al límite, Seth... en serio, esta vanidad tuya no tiene... ―me detuve cuando él colocó su mano sobre mis labios, obligándome a cerrarlos. Su sien sobre la mía descansó y el tenso momento alrededor se afianzó a las emociones invocadas.

Oh mi dios, la anticipación estaba matándome.

― ¿Por qué nunca puedes cerrar esa maldita y atractiva boca que tienes? ―Musitó sobre su mano en mis labios. Su cálido y estremecedor aliento golpeó mi rostro y sentí desvanecerme. La tortura continuaba y Seth gozaba del momento que me hacía jadear por él.

Hacía bastante me había convencido que no sólo era yo y el alboroto de emociones en mi interior, se trataba de un seductor demonio cazador, acostumbraba a hacer estas cosas... provocar y excitar era su mayor diversión en el mundo mortal.

»Selene me obligas a hacer cosas que no debo... ―jadeó en un desesperado sonido ronco de su garganta. Demonios yo estaba deshecha entre su brazo sosteniendo mi espalda baja y su mano sobre mis labios―... tal vez deberías dejar de incitar tanto... ya sabes que no llevo bien las presiones.

Todo se desplomó por los suelos en mi interior, como ser bañada por un maldito jarro de agua bendita alejando los malos deseos del cuerpo.

― ¿Selene fumas yerba o qué? ―Bruce interrumpía mis pensamientos de la tarde anterior. Aún estábamos en la cafetería del centro con Lori bajo su brazo y tres batidos sobre nuestra mesa.

―Déjala, fantasear con Axel no debe ser voluntario ―se burló Lori jugando con la pajita de su batido. Alcé las cejas con sorpresa―. ¿No estás pensando en él?

― ¿No debe ser voluntario? ―Repitió Bruce―. ¿Así que no puedes controlarte pensándolo? Vaya, ¿Selene me harías un favor? Consíguele el número de tu ex a mi futura ex novia, por favor.

Sonreí mientras Lori buscaba besarle aquel sitio en su cuello que siempre hacía reír a Bruce. Aunque había detestado en un principio los besos y escenas de Logan y Ari, este par me parecían graciosos; sobre todo porque nunca dejaban de incluirme en sus escenas.

―Se lo pediré cuando vuelva a casa, lo prometo ―me reí de su escena de celos pero entonces noté lo que dije―, es decir, cuando lo vea, es que seguro estará en el departamento con Logan... ya sabes que Ari sale con él.

―Ya, ¿seguro que no siguen haciendo cucharita cada vez que se ven por ahí? ―Indagó Bruce.

―Axel y yo nunca hicimos... ―mis mejillas ardieron ante la pregunta y no pude responder cuando la risa se desató en mi interior―. ¡En serio!

―Seguro... roja ―guiñó Bruce incorporándose―. Iré al baño antes de salir, ¿vamos para mi casa?




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