Damons

CAPÍTULO 17

El distrito 4 era un espacio de departamentos amontonados entre sí y calles desiertas y de aspecto peligroso. Si hubiese sabido que se trataría de un lugar como aquel, tal vez hubiese considerado la posibilidad de traer a Ari conmigo ―tal vez.

El silencio era extraño y escalofriante; me sentía intimidada por todo en realidad que se refiriera a Léon, y sólo hasta esos momentos había pensado en la posibilidad de que algo, saliese mal. Pero no podía ponerme en modo negativa en esos momentos, estando a tan sólo un par de metros de la puerta de entrada.

El olor a humedad se colaba en mis fosas a lo largo del edificio y hall de entrada, moho y polvo se unían en un recibimiento acre y espantoso. Si Léon vivía ahí, entendía por qué a nadie le había mencionado su dirección, y por qué no festejaba sus fiestas de cumpleaños.

Era un desastre de espacio amohosado y soledad.

Durante al menos cinco minutos estuve parada frente a su puerta, dudando en mi cabeza si debía tocar o simplemente entrar. El efecto sorpresa sólo se le daba bien a Seth, y no creía que resultaría bien si yo lo intentase; por lo que toqué la madera avejentada y descolorida. El marco se agrietó y la estructura se deslizó fácilmente hacia el interior, permitiéndome una vista del interior del departamento.

Las cosas no resultaron como yo las había imaginado, dentro de la sala, los muebles nuevos y la pantalla plana sobre la pared eran lujosos y estaban limpios. Había un par de alfombras persas bien cuidadas y unos cuantos sofás regados por la habitación.

Una reconocida fragancia almizcle a pinos y chocolate llegaba a mí a medida que la puerta se desplazaba por la alfombra.

Pasé saliva algo inquieta por el silencio devastador del interior y di un par de pasos hacia la sala. A decir verdad, era bastante acogedora y masculina, sin duda cargaba con el toque personal de un hombre como Léon.

A mi izquierda, un mueble de puerta vidriada contenía demasiados juegos de video para alguien cuyo significado de la diversión era arrancar ―literalmente― los corazones de sus víctimas. La cocina continuaba a la sala y estaba pulcramente ordenada y olía a cítrico. Algo no estaba bien en ese lugar, de hecho, nada lo estaba considerando que los demonios no se alimentaban de comida humana.

Me abrí paso al pasillo que conectaba la cocina, la sala y las restantes habitaciones cuando oí abrirse una puerta al costado. Mis pies se clavaron a la alfombra en el momento que Léon salía de ella; el cabello castaño revuelto y mojado le caía sobre el rostro viril y afilado, sus ojos brillaban en una mezcla de sorpresa y malicia, haciendo brillar el ámbar de su color. Agua resbalaba de los tonificados músculos de su torso desnudo, hasta el ángulo recto y bien definido de su abdomen bajo.

Gracias a todos los santos él llevaba una toalla debajo.

Retrocedí estupefacta cuando él sonrió galante mientras se afirmaba al marco de la puerta del baño.

― ¿Entretenida? Sabía que vendrías a buscarme ―murmuró, cruzándose de brazos. Sólo esperaba que esa toalla rodeándolo debajo no cayera al piso o estaría realmente avergonzada por interrumpir―, pero no sabía de tu impaciencia por verme, pelirroja.

Pasé saliva y mis mejillas se encendieron completamente.

―Tengo que hablar contigo sobre Layla ―expliqué, bajando la cabeza―, pero tal vez quieras... hm... Deberías vestirte antes.

― ¿Eso es lo que quieres? ―Dio un paso hacia mí que retrocedí al instante―. Parecía que estabas muy a gusto viéndome desnudo.

―No es así, por favor...

―Ya, iré a vestirme, pelirroja ―Léon se movió por el pasillo con sigilo hacia la puerta contigua―, dejaré abierto por si quieres venir a observar.

―No hace falta, te esperaré en la sala.

―No tienes que avergonzarte, Selene Levy, podría ser divertido.

Pero realmente no estaba interesada en continuar humillándome aún más. Me dejé caer en el sofá y cerré los ojos recuperando el aliento. No hubiese esperado jamás esa clase de ambiente y definitivamente no había esperado encontrar a Léon saliendo de la ducha.

Encendí la televisión tomándome el atrevimiento de usurpar su espacio para distraerme; pero en definitiva, ya lo había hecho entrando sin avisar mientras él se bañaba.

Sin nada particular que encontrar para distraerme hice zapping durante el tiempo que Léon demoró en regresar. Apareció por el pasillo vistiendo una camisa blanca y unos jeans ajustados y oscuros. Su cabello aún estaba húmedo y la expresión maliciosa de su rostro no abandonaba su semblante.

―Entonces, ¿me veo mejor así para ti? ―Inquirió abriendo los brazos para mostrar su look. Respiré hondamente―. Qué aburrida eres, Selene, aún no encuentro el encanto atractivo que vieron en ti.

Se sentó a mi lado en el sofá y apagó la televisión de inmediato.

»Vienes a preguntarme por Layla, dijiste ―su brazo se extendió por el respaldar del sofá―, ¿qué quieres saber sobre ella? No me digas que continúas defendiéndolos.

― ¿Cómo sabías que vendría? ―Él enarcó una ceja―. Dijiste que sabías que estaba buscándote.

―Tu jueguito de llevar las riendas en todo me irrita sobremanera, pelirroja, yo no soy como Seth. Así que dime, ¿a qué has venido a buscarme?

Recordé las diferentes situaciones en las que me había envuelto con él ―ninguna agradable―, por lo que decidí ir al fondo de todo eso.

― ¿Por qué estás jugando con Layla ahora?

― ¿Eso te importa?

―Eso me molesta, Léon. Primero destruiste la vida de Nancy y ahora haces lo mismo con la de Layla. ¿Sabes acaso que ambas eran amigas?




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