Damphyr

1.1 No esta noche.

No esta noche.

-Levántate.

Lo escuchas, pero también lo ignoras.

-He dicho que te levantes.

Suena impaciente, deberías hacerle caso. Sin embargo, el cansancio es mayor, por lo que decides una vez más ignorar su llamado.

-No te lo pediré de nuevo –menciona de mala gana. El sonido metálico aturde un poco tus oídos; ya conoces la rutina, por lo que es mejor prepararse que intentar oponerse ante lo que se es inevitable– ¡Es hora! –grita mientras su mano tira de ti con fuerza hasta lanzarte fuera.

Tus músculos pesan, duelen. Agonizas en cada respiración, especialmente al momento de levantarte del suelo; es una verdadera tortura el no poder oponerte, rechazar lo que está por venir. Tus ojos se abren con pesar, mirando instantáneamente a quien mantiene una postura tranquila frente a ti, quien camina lentamente hasta quedar a un par de centímetros. Su uniforme se muestra impecable, con esa tonalidad gris que no hace más que resaltar lo molesto que puede ser.

-Comienzo a creer que haces esto por deporte, por un gusto personal, tal vez.

-¿Qué puedo decirte? Necesito distraerme en éste maldito lugar, y tú eres la razón por la que estoy aquí.

-Según sé, no está permitido que salga de mi celda. Podrían castigarte por ello –decías antes de poder incorporarte, estirando un poco tus brazos hasta sentir los ligamentos totalmente doloridos.

-¿Recuerdas la regla?

-Si en diez movimientos no te derribo, recibo una paliza.

-Muy bien, has mejorado en eso.

Dio la vuelta, sin miedo alguno a darte la espalda antes de poder dirigirse a la mesa que se situaba fuera de su hogar. Enciende la radio, dejando un día más ese sonido infernal a lo que él llama “buena música”. No es tu gusto, pero tampoco puedes decir mucho ya que no cambiará ese maldito disco por algún otro.

Antes de empezar, te observa con burla, elevando su brazo izquierdo para echar atrás sus dedos anular y meñique, dejando arriba su pulgar mientras el índice señala en tu dirección. Bang. Es lo único que siempre dice antes de comenzar a retirarse el uniforme. Un chaleco cae al suelo, levantando grandes cantidades de polvo por el peso del mismo, un par de protectores del antebrazo, rodilleras y por supuesto: esas malditas pistolas. Ya antes me ha disparado, sabiendo que tarde o temprano podré regenerar, es de lo peor.

Una vez que se mantiene con el equipo ligero, empieza a mover de un lado a otro sus piernas, dando saltos cortos mientras sus brazos vuelan golpes al aire. Está listo.

-Diez golpes -te recuerda él.

-Diez golpes…

Pie derecho al frente y flexionado, pie izquierdo atrás para mayor impulso. Brazo derecho doblado para cubrir el pecho y brazo izquierdo elevado hacia el rostro. Postura defensiva antes de poder buscar un modo de atacar. Respiraciones profundas que buscan mitigar el dolor corporal y mirada fija en los movimientos que se puedan realizar.

La música continúa. Hasta donde tu mente puede procesar, el titulo de dicha canción es “Rise” del grupo que él adora. Skillet, algo así.

Everybody one for all, sound off, this is the call!

Rise.

Prestas atención a cada palabra, cada letra de esa canción desesperante. Levántate. Como si aquello fuera tan fácil.

La pieza sigue y, en cuanto la canción cambia a su siguiente titulado. “Not Gonna Die”. En ese momento, preparas a tu cuerpo. Lo mejor es prepararse en lugar de oponerse.

Tal y como saliste de la celda, tal y como has salido volverás a entrar. Tu cuerpo se impacta contra el acero frío de la celda, llegando hasta las rejas que asoman con vista al océano. Tus músculos se encuentran tensos, tanto que es difícil moverse; tu ojo derecho está hinchado, con tonos rojos, morados y un poco de verde. Es difícil ver con un solo ojo que –además– mantiene un derrame. Un brazo roto y ambas piernas totalmente tensas; es posible que haya una o dos costillas rotas. Pensándolo bien, es posible que no haya estado tan mal si tomas en cuenta el hecho de que antes te ha roto ambos brazos y piernas, incluso te ha dejado múltiples heridas de bala y cuchillos en zonas que podrían ser casi fatales. No es tan malo como parece si haces una comparación de lo que has vivido desde hace ya varios años.

Entre los sonidos del océano y el cambio de temperatura, es posible comprender que el atardecer está próximo. Unas horas más y la noche llegará.

-Levántate fenómeno, ya es hora de cenar.

-¿Intentas ser gracioso?




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