Damphyr

5.4. Initium Novum.

Initium Novum.

¡BANG!

Mi cuerpo se había abalanzado hasta alcanzar una de sus dagas… su muñeca había sido penetrada, mientras un gancho con se conectó contra el cuello de aquel hombre en medio de aquella tormenta… un relámpago iluminó el escenario, y lo siguiente qué sucedió fue qué mi cuerpo golpeado impactó contra los barrotes de la celda, pero ¿Cómo?

Y cuando un segundo relámpago emergía, volví a aquel combate.

-¿Duele? –Pregunté.

-Imbécil… ¡Te mataré!

-Puedes intentarlo…

No recordaba con exactitud cuántos movimientos ya había realizado, pero aquella escena no parecía desear detenerse por ahora. Y cuando los golpes conectaron, fue mi cuerpo el qué retrocedería, dejando un rastro de sangre en medio de la madera mientras al mirar a mi alrededor, contemplaba esta vez barrotes alrededor del muelle.

Un tercer relámpago iluminó el cielo, y sentí como mi cuello acabaría por verse envuelto por la mano de Ethan, mientras nuestra conversación proseguía y finalmente, el relámpago decisivo cayó en medio de nosotros.

 

El sonido metálico de los grilletes fue lo primero que resonó mientras despertaba de aquel trance, y frente a mí –o sobre mí–, la figura y rostro de Ethan yacía mientras observaba con gran detalle lo que debía ser mi rostro.

Intentaría moverme, pero al estar con las manos en la espalda, aquella acción resultaba difícil conforme aquel azabache empezaba a incorporarse, colocando su bota contra mi pecho para ejercer presión y sacarme el aire a propósito. Sus ojos no dejaron ni un instante de mirarme, hasta que finalmente, una de sus manos le robaría la atención al desenvainar de su cuchilla, colocando esta entre sus dedos antes de empezar a jugar con ella.

-No tienes ni idea de lo difícil que fue encontrarte –comentó mientras la hoja iba y venía–. Causaste tantos problemas, ¿Cómo lo lograste? Qué maldita suerte tienes para haber sobrevivido y encontrarte de nuevo conmigo… solo para recordar a donde perteneces.

-¿Cómo lo…?

-No creí que sobrevivirías a través de la tormenta –interrumpió luego de volver a ejercer presión y finalmente retirar su pie, comenzando a avanzar por lo que debía una habitación–; pero, cuando nos reportaron todo de ti, cuando te vieron en Sagunto… supuse que el único sitio posible sería este, pero necesitaba estar seguro. Afortunadamente, tu amigo estaba ahí. Eso hizo más sencillo concluir a donde debería venir a buscarte y vaya, al final, tú viniste hacia mí.

¿Amigo?

Miré a mi lado, y observé el cuerpo de Irina recostado boca abajo, con sus manos atadas por grilletes de igual forma qué el rehén qué aún seguía con su rostro cubierto, y que, al verlo más de cerca, dejaba en claro múltiples heridas abiertas y manchas de sangre a través de la tela de la capucha qué lo cubría. Ethan dijo “tu amigo”, y esa sola expresión comenzó a invadir mi cabeza, taladrando con furia mientras aquel hombre se acercaría hasta aquel cuerpo para tomarlo desde su hombro herido, obligando a aquel sujeto a gritar a través de la capucha y lo que debía ser la mordaza mientras intentaba ponerse de pie conforme Ethan tiraba de él.

Traté de ladear mi cuerpo en un intento de ponerme de pie, y enseguida, los grilletes se tensaron una vez que la cadena limitó la distancia a la que podía moverme, mientras él no perdía el tiempo y comenzaba a guiar de aquel hombre con pasos torpes hasta donde yo estaba.

-No lo voy a negar –expresaría él con una serenidad qué daba asco–: al principio fue difícil. Demostró haber sido un miembro del antiguo ejército de unificación, por lo que tomó mucho trabajo sacarle información, pero cuando un soldado es torturado a través de la mente más que de su cuerpo, la voluntad se rompe y hace de la persona un libro abierto y totalmente vulnerable a verse envuelto en las llamas… Fue tan tonto, creyó qué realmente era un familiar tuyo y aceptó ayudarme, y al final, acabó en nuestro poder.

Su risa se desató mientras la quemadura en su rostro llegaba a deformarlo hasta volverlo en algo amorfo, grotesco; su mirada se dirigió a un monitor antes de ver en mi dirección, pidiendo que mirara a donde él, y tras hacerlo, vi la plaza principal envuelta en llamas, repleta de cuerpos tendidos por todos lados mientras solo un puñado de civiles permanecieron de pie, entre ellos, André.




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