Danger.

Capítulo II: Memorias del pasado.

Ellos fueron el legítimo origen de todo, simplemente dos jóvenes ingenuos y progresistas que por medio del dialogo y sus acciones como arma ofensiva, confiaban alcanzar el triunfo en una contienda que encubría una pavorosa evidencia. Pues pese a aquella oposición inquebrantable en la que muchos tuvieron el coraje de embarcarse, estaba oculta la irremediable inutilidad de su penoso movimiento ecologista, ya que nada ni nadie, lograría detenerlos.

Criaturas malignas que hicieron valer su supremacía con el propósito de procurarse el dominio de la humanidad, consiguiendo finalmente emponzoñar su inmaculada esencia, hasta convertirla en una mortífera jungla atestada de demonios con piel de cordero. Aunque aquel acto simplemente conformaba una minúscula falta en la interminable letanía de pecados gracias a la cual, reservaron para sus almas un espacio privilegiado en el más truculento de los infiernos. Cavilando de antemano que la mayor de las monstruosidades ni siquiera se había perpetrado aun, no obstante, la cosecha estaba próxima a ejecutarse.

Junto con la infausta pareja, miles de individuos fueron imputados de cometer actos indescriptibles, habiendo sido en realidad escogidos atentamente para un destino peor que la muerte. Engañados, se les confinó a sobrellevar una existencia en ''La granja'', donde su pasado se disipaba y cualquier tentativa de escape era penada con la extinción.

A pesar de semejante castigo, los enamorados resultaron compensados con un ápice de luz entre tanta barbarie, conferido por el advenimiento de su pequeña Cora. Una curiosa chiquilla sorprendentemente audaz en contraposición, al hábitat abastecido con el temor y la violencia impuesta por los susurradores, en el que maduró hasta su pubertad.

Valiéndose de la tortura y su mortífero armamento, desempeñaban un perenne acecho sobre los cautivos, por consecuencia, su retirada aquella aciaga madrugada debió de advertirles sobre la masacre que vendría. Pero el miedo causa estragos en las personas, sobretodo si es implantado durante tanto tiempo como el que ellos lograron sobrevivir.

De modo que temerosos ante una posible prueba, prosiguieron miserablemente con su día. El agua de los pozos ennegreció, las alarmas permanecieron en un mutismo sepulcral y para cuando se refugiaron en la semi-seguridad de sus barracones, tratando de conciliar el sueño con el que podían imaginarse libres, la hecatombe se desató llegada la medianoche.

Al son de la lúgubre sinfonía todos intentaron protegerse durante el aterrador momento, aunque nada escapaba de la brutalidad impartida por los susurradores, ni siquiera Cora o sus adorados padres. De manera que para cuando fue consciente ya era demasiado tarde, se rindió y su cuerpo fue desechado con los demás, a la espera de convertirse en cenizas.

Pero el murmullo acusador que involucraba a una corporación como el verdugo, alimentó un odio colosal, capaz de impulsarla a renacer con el eterno recuerdo de lo sucedido y el anhelo de una justicia digna para aquel negro día.




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