Prólogo

Stephen un niño de cuatro años viendo la televisión mientras su madre cocina la cena, una escena digna de un comercial de familia feliz ¿no?, el programa infantil del pequeño es interrumpido y una noticia sale de la nada.

— lamentamos la interrupción, pero en las últimas horas se ha dado una desaparición masiva de niños, treinta niños de la misma edad han sido raptados, por lo que nos da a conocer las autoridades estos niños han desaparecido alrededor de la misma hora, nadie sabe porque se dan estos casos de secuestro, pero siempre es bueno dar un llamado de advertencia a que cuiden de sus niños— decía una reportera de una forma muy profesional.

— hijo deja de ver eso — le grito su madre desde la cocina — no es sano para ti — se dirigió al televisor y lo apago

— mami, ¿qué es secuestro? — pregunto el pequeño niño muy inocentemente

— nada de lo que debas preocuparte cariño —volvió a la cocina

[...]

Ocho años después de esa horrible noticia comenzaron a llegar las demás, día tras día las terribles noticias.

—un hombre fue hallado muerto en un lago cercano de la carretera 43— decía la misma reportera de años atrás— lamento dar estas noticias, pero nadie sabe qué hacer.

Nuevamente la madre de Stephen apago el televisor, ella odiaba que su hijo viera esas cosas, era muy preocupada por él y más ahora que su marido había desaparecido, a eso sumarle que estaba embarazada, era una carga muy pesada para una sola mujer.

—mamá, ¿tú crees que papá regrese? — se atrevió a hablar el pequeño

— claro amor — le besa la frente — recuerda que él te dijo que saldrían a un partido de futbol juntos, tu padre nunca rompe sus promesas — le contesto un tono de voz muy dulce, ella era un ángel y uno muy fuerte por sus hijos.

— tienes razón — la abraza.

Mientras esta pequeña familia tenía un momento muy tierno, desde fuera de la casa se emitió un extraño y único sonido, una sirena de emergencias, la madre de Stephen, Elisabeth solo se limitó a encender el televisor para buscar respuestas a ese gran alboroto, solo que esta vez la reportera no parecía nada tranquila, estaba llorando y muy inquieta.

— están evacuando las ciudades, corran al campo militar más cercano, esto no es un simulacro corren grabe peligro en sus hogares esas cosas ya vie — la transmisión se cortó repentinamente lo que no puso muy tranquila a Elisabeth.

— mami ¿qué vamos a hacer? — pregunto muy asustado Stephen

—nos vamos, toma tu mochila echa algo de ropa y una frazada, yo iré a buscar más cosas— dijo la madre de Stephen muy preocupada por todo lo que estaba sucediendo

El pequeño no lo dudo y se fue corriendo a su habitación e hizo lo que su mamá le ordeno sin darle tantas vueltas al asunto, no tardó mucho en aparecer su madre para decirle que ya debían irse.

Ambos salieron a la calle, no podían entender que pasaba, la confusión y el miedo era lo único que podían sentir, los dos se quedaron inmóviles mirando como la gente corría en distintas direcciones. Por lo visto la suerte estaba de su lado ya que unos militares le ofrecieron ayuda.

— ¡señora venga! — le gritaron unos militares a la mujer.

La madre y su hijo corrieron y subieron a la gran camioneta de los milicos, en ella ya había más personas mujeres, niños y hombres, todos horriblemente asustados, solo se oían gritos, llantos y nada más. El camino no parecía acabar, parecía ser un laberinto sin fin, pero nada se compara a cuando el camino se terminó.

— ¡mujeres ahí, niños por aquí, hombres allí! — grito un sargento.

Muchas madres gritaban por sus niños, y una en específico se aferró a él con su vida, si, Elisabeth su madre, no se atrevía a soltar a su hijo por nada en el mundo.

— ¡NO! ¡él es mi hijo! — grito desesperadamente.

— señora por el amor a dios — la jala fuertemente y la separa de su pequeño.

Si, así fue como el pequeño Stephen fue separado de su madre y obligado a las horribles criaturas que amenazan la existencia de la humanidad.

“el peligro es una base de la vida; por eso debes de estar sobre ella”

-M.Caviedes