Dangerous

3.

 

"CUANTO MÁS PROHIBIDAS SON LAS COSAS, MÁS POPULARES SE VUELVEN

- MARK TWAIN"

 

 

La noche transcurrió con normalidad, me aburrí luego de que sirvieron la cena. Arthur y sus amigos hablaban de los proximos proyectos que pondrían en marcha aquí en el pueblo, por supuesto todos son un fiasco, Mila escuchaba encantada a su esposo y bebía grandes cantidades de licor cada que podía. Su cara reflejaba felicidad y alegría pero sé que en el fondo se siente triste y sola.

Drew por otro lado yacía dormido en la mesa.

—Jules, lleva a Drew a otro lugar, la gente está mirando raro.— Dijo entre dientes. No tenía nada que hacer ni con quien hablar así que hice caso.— Shane ha prestado un cuarto de su habitación para que descanse.

Shane es el dueño del restaurante, su casa está enseguida.

Toqué a mi primo para que se despertara, y cuando levantó su cabeza de la mesa su cara estaba tallada y roja, me reí brevemente.

—Mueve el culo de ahí y sigueme.— Me miró extrañado y aún somnoliento, comenzó a seguirme.— Shane ha dicho que te puedes quedar en su casa mientras se acaba la fiesta.

Caminamos hacía la gran propiedad, era una casa sumamente hermosa, de las mejores del pueblo. Ya estaba tarde, eran las once o tal vez las doce de la noche cuando salimos. Drew empujó la puerta de la casa y entró sonriente.

—No hagas que Mila se arrepienta de haberte mandado a dormir.— Le advertí y luego giré sobre mis talones para irme nuevamente.

El viento se estaba poniendo cada vez más fuerte, los árboles se mecían con cada paso que daba y la noche particularmente estaba sin una sola estrella en el cielo. Miré hacía donde estaba la gente reunida y no pude evitar pensar en cuanta hipocresía y falsedad hay allí dentro, todo por dinero. Decidí sentarme en una de las bancas del parque que está a pocos metros del restaurante.

Me quedé ahí mirando a la nada, simplemente descansando por un momento de mis propios pensamientos y del repudio que me generan esas personas. Un ruido proveniente de la esquina de la calle llamó mi atención e hizo que me asustara un poco, cerré un poco los ojos intentando enfocar lo que se movía por  allá y entonces lo vi.

Vi a un chico corriendo por la mitad de la calle, cuando pasó junto a los faroles pude ver que tenía la camisa ensangrentada y de su boca salía más del liquído rojo, inmediatamente me levanté de la silla e intente acercarme. ¿Lo robaron? ¿Van a matarlo? ¿está en problemas? esas preguntas rondaban por mi mente.

—¡Oye!— Fui en su dirección lentamente.—¿Te encuentras bien? ¿Quieres ir al hospital?

El chico me miró, jamás lo había visto aquí en Beaverton.

—Yo...— Estaba jadeando.

Iba a seguir hablando cuando entonces muchos más gritos se empezaron a escuchar, él abrió los ojos asustado y se limpió la sangre en su boca. Me empujó con fuerza hacia un lado, manchandome el vestido con una de sus manos y siguió corriendo apresurado, como intentando escapar...entonces supe que tal vez el no era tan inocente.

De repente cuatro hombres mas aparecieron de la nada en mi campo de visión, casi me voy de nalgas al suelo cuando a vi a Hunter Harrison liderando su pequeño clan, entonces todo para mí cobró sentido. El y su grupo perseguían a ese chico por razones que desconozco. Me di la vuelta aterrada e intenté pasar desapercebido.

Mirarlo o dirigirle la palabra me metería en graves problemas con Arthur, y no solo eso, cualquiera que se relaciona con ellos siempre salen mal.

El nombrado venía sin camisa, dejando ver todo su tonificado cuerpo. Su respiración agitada y manos empuñadas me hicieron saber que estaba molesto, sus amigos miraban en todas las direcciones intentanto encontrar a ese muchacho.

—¿A donde se fue?— Al escuchar la voz de Hunter detrás mio se me erizaron hasta los vellos de las piernas, nunca en la vida me había hablado ni yo a él, por obvias razones.— Jules.

Cuando dijo mi nombre volví a reaccionar, lo observé por un segundo, no estaba molesto, estaba furioso.

Sus cejas estaban arrugadas, y sus labios apretados. Nunca lo había visto tan de cerca como esta noche y me sorprendí.

—S-si, por allá.— La voz me tembló al principio, le señale con el dedo por donde lo vi irse ya que no sabía que otra cosa decir.




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