- ¿Y este qué tal? –dije dando una vuelta para que vieran mi vestido.
- Mmm no lo sé... Necesitas algo un poco más relajado –Clara me observaba con una mano en su barbilla, pensativa. – Recuerda que es una fiesta en la playa, no una gala de moda, Lu.
Suspiré y volví a revolver entre mi ropa. Ellas llevaban unos vestidos cortos y al cuerpo muy parecidos pero de diferente color, Bianca uno rosa y Clara otro celeste.
Bianca se acercó a ayudarme a buscar; la verdad es que no tenía mucha ropa para salir y ya me estaba estresando por no saber qué ponerme.
- Ajá, este servirá –dijo sacando un vestido blanco de tiras con encaje, es muy hermoso y me había olvidado que lo tenía. – Pruébatelo.
Me lo puse y al verme en el espejo me gustó lo que vi. Era un vestido que marcaba mi cintura dándole forma a mi cuerpo y luego caía suelta la falda, ideal para la playa; me quedaba hasta la altura de las rodillas y tenía un precioso escote en v.
Di una pequeña vuelta y miré a Clara con una sonrisa:
- ¿Y? ¿Qué piensas? ¿Está aprobado? –siempre que salíamos Clara tenía que aprobar nuestros outfits, ella era la que entendía de moda.
- ¡Me encanta, estas preciosa Lucy! –dijo dando palmaditas y saltando en mi cama. – Encima ese color hace que resalte el rojo de tu pelo, es perfecto para ti. Excelente elección, Bi.
- ¡Oh por Dios! ¡Miren la hora que es! –no podía creer que habíamos estado más de dos horas para sólo elegir la ropa. – Nick llegará en cualquier momento chicas, hay que apurarse.
Terminé por elegir unas sandalias bajitas de tiras plateadas que combinaban a la perfección y con respecto al pelo decidí que iba a llevarlo suelto y a dejar mis rulos naturales. Finalmente nos maquillamos un poco, con un estilo natural ya que al fin y al cabo íbamos a estar en la playa, y al mirarnos en el espejo estábamos espectaculares, las tres parecíamos salidas de una revista. Pasamos los últimos minutos sacándonos fotos hasta que llegó Nick.
Cuando llegamos al auto nos dio una mirada de arriba a abajo y con un silbido nos dijo que estábamos muy hermosas, por lo que nosotras reímos como niñas y entramos al auto para empezar la noche.
Habíamos llegado hace un rato y ya se notaba el nivel de alcohol en la gente. Muchos eran compañeros de la universidad pero también había gente que no conocía. Habían hecho un gran fogón en el centro, algunos bailaban alrededor, o simplemente hablaban en grupos. Nosotros estábamos sentados cerca del fuego, con unos conocidos de clase de Clara, jugando al "yo nunca" en el cual uno de nosotros decía algo como por ejemplo "yo nunca he besado a una amiga" y todos los que sí lo hayan hecho debían beber. Ya habíamos hecho varias rondas, en nuestros vasos teníamos tequila y yo ya había bebido un par de veces por lo que me encontraba un poco alegre.
- Bueno, ¡vamos a bailar perras! –gritó Nick que ya estaba un poco más que alegre. Nos levantó a todos y lo seguimos hasta donde estaban todos bailando, supe que iba a tener que pedirme un taxi cuando volviera a casa porque no iba a dejar a mi amigo conducir en ese estado.
Un par de tragos después ya estaba muy cerca de estar borracha, lo cierto es que no debería haber tomado tanto, pero la estaba pasando tan bien que incluso no había pensado ni una vez en lo que me perseguía a cada minuto de cada día, y el alcohol ayudaba.
Podía sentir la mirada de alguien sobre mí mientras bailaba. Busqué entre la gente de manera disimulada, pero no veía a nadie que me mirara de manera especial. Sin embargo, a lo lejos me encontré con una cabellera negra, era él... Santiago estaba allí, hablando con alguien que no reconocía pero que se parecía mucho a él, tal vez sea su hermano, o algún familiar, parecía ser un poco más grande. Por supuesto que ellos tenían a dos chicas a su alrededor, no me sorprendía, siendo tan apuestos podrían tener a la chica que quisieran. En un momento nuestras miradas se cruzaron y por un pequeño segundo que pareció eterno pude sentir cómo me recorría con la mirada, antes de volver su vista a su acompañante, completamente indiferente. Seguramente fuera él el que no paraba de mirarme, sin embargo no entendía por qué no se acercaba a hablarme.
Habíamos perdido a las mellizas hace un rato, seguro estaban por ahí con algún chico, es lo que suelen hacer. Mientras Nick me servía otro trago sentí que mi celular vibraba con un mensaje, al abrirlo noté que otra vez provenía de un número desconocido:
"Sé que notas mi presencia. Te veo... aunque tú no puedas verme."
No sé si fue mi estupidez o el alcohol lo que me llevó a ignorar el mensaje, pero en ese momento no me importaba nada. Tomé a Nick del brazo y lo arrastré a bailar otra vez, estaba disfrutando como hacía mucho no hacía. Cerré mis ojos y me deje llevar al ritmo de la música. De pronto sentí unas manos a mi alrededor, mientras su cuerpo se movía al compás del mío. Abrí mis ojos, pensando que era mi amigo, pero no lo veía por ningún lado, y no conocía al hombre que bailaba demasiado cerca de mí. Intenté alejarme cortésmente, mientras buscaba a alguien conocido con la mirada entre la gente, pero el hombre me agarró por la cintura con firmeza impidiendo qué me fuera.
- Vamos hermosa, baila conmigo –dijo mientras se frotaba contra mi cuerpo. Yo lo empujaba con mis manos, tratando de no armar un escándalo. Estaba completamente borracho y yo también, lo cual era un problema.
- Suéltame por favor, tengo que buscar a mis amigos.
Finalmente volví a encontrar a Santiago con la mirada, él me estaba mirando también. Intenté pedirle ayuda con el pensamiento. Habrá visto el pánico y la desesperación en mis ojos porque, para mi sorpresa, no dudó en acercarse hasta nosotros.
- Te dijo que la sueltes –le dijo al otro con voz firme, apretando los puños con fuerza. – Quita tus manos de mi chica.
¿Acaso dijo "mi" chica? Sentía que me ponía más y más roja cuando de un empujón me lo sacó de encima. Pasó su musculoso brazo por mis hombros, sosteniéndome mientras me tambaleaba. Debía admitir que no sabía qué me daba más vergüenza, si el suspiro que di al haberlo escuchado llamarme su chica aunque para él sea una extraña, o si el hecho deque haya tenido que venir a ayudarme para no ser acosada de la borrachera que tenía encima. Que papelón por Dios...