Hoy, como todos los años, mi padre y Gabriela me despertaron con el desayuno en la cama. Cumplía 20 años, pero me sentía igual que todos los días.
Luego de cantarme el feliz cumpleaños mi padre me trajo un regalo. Era un hermoso vestido celeste claro, tenía escote en forma de corazón y parecía ser ajustado a la cintura para luego dejar paso a la falda más suelta; podría estrenármelo al día siguiente en la fiesta. Le agradecí y comí mi desayuno antes de prepararme para la universidad.
Ya había recibido mensajes de todos deseándome un feliz cumpleaños, incluso Nick me había hecho llorar con el suyo. Y casi vuelvo a llorar cuando al verme, mis amigos me apretaron en un agradable abrazo grupal. No sería la misma persona sin ellos y agradecía cada día por tenerlos.
Cuando entramos a la universidad Santi estaba allí esperándome. En cuanto me vio me dio una gran sonrisa y me abrazó mientras giraba, levantándome del piso.
- Felices veinte, preciosa –me dijo al oído para luego darme un beso que me dejó mareada.
- ¡Oigan! No cuenten plata delante de los pobres –dijo Bianca bromeando.
- Cierra los ojos –me pidió Santi. Obedecí y sentí que se paraba detrás de mí y me colocaba algo muy finito en el cuello, una cadenita. – Ya puedes mirar, feliz cumpleaños...
Abrí los ojos y vi la cadenita plateada que me había puesto, el dije era una rosa súper linda y delicada. Era perfecta.
- Santi... Me encanta, muchas gracias de verdad –le dije en un abrazo.
- Es re delicada y te queda re linda Lu –dijo Clara.
- Sí, es linda –Nick miró a Santi y luego a mí. – Nuestra sorpresa te la daremos en el almuerzo, para crear un poco de suspenso.
Las clases pasaron bastante rápido, y en los pasillos siempre que me cruzaba con algún conocido me saludaban por el cumpleaños. A la hora del almuerzo esperé a Santi y fuimos hasta nuestra mesa, allí ya se encontraban mis amigos, estaban hablando pero se callaron en cuanto me vieron llegar.
- ¿Qué ocurre? –pregunté.
- Siéntate –dijo Nick. - ¿Estás lista para tu sorpresa?
- ¡Claro! –desde siempre me encantan las sorpresas y los regalos.
- Bueno... Aquí está –dijo Clara dándome un sobre.
Dentro del sobre había cinco entradas para el concierto de Shawn Mendes para hoy a la noche...
- ¡OH POR DIOS! ¡NO ME LO CREO! –dije gritando, toda la gente a nuestro alrededor me miraba pero no me importaba en lo absoluto. Me paré y empecé a dar saltitos de alegría. – ¡¡VAMOS A VER A SHAWN MENDES!!
Hacía ya tres años que era completamente fan de Shawn. Amaba su voz, su música, cómo era él como persona y cómo se comportaba con sus fans, amaba todo de él pero nunca había tenido la oportunidad de ir a verlo y qué mejor que compartirlo con mis amigos que lo amaban tanto como yo.
- ¡Feliz cumpleaños! –cantaron los tres al unísono.
- Mira los asientos –dijo Nick. - ¡Vamos a estar al frente!
- ¡Oh por Dios, vamos a tenerlo súper cerca! –estaba al borde del llanto, no podía creer esto.
- Si llegamos a tocarle la mano me desmayaré, pero déjenme ahí, tal vez vaya a rescatarme –dijo Bianca y todos nos reímos imaginando la situación.
– Gracias chicos, no sé qué decir... Es el mejor regalo del mundo, los amo.
- Hay cinco entradas... –dijo Nick mirando directamente a Santi que se había quedado a mi lado en silencio observando todo. – Tú también estás invitado si quieres venir –sabía que mi amigo estaba haciendo el esfuerzo de integrarlo al grupo y lo agradecía.
- Gracias, no sé muchas canciones pero iré con gusto.
Unas horas después estábamos en la fila para entrar al arena donde sería el concierto y yo estaba al borde del desmayo, muy nerviosa, y ansiosa. Todavía no caía en que iba a ver a mi ídolo y encima que iba a tenerlo tan cerca. Era como un sueño hecho realidad, y la mejor parte estaba en poder tener a las personas más importantes de mi vida a mi lado.
- Creo que me estoy hiperventilando, necesito entrar ya –dijo Bianca con una mano en el corazón, dramática como siempre.
- ¡Estoy tan feliz! –exclamó Clara. – No puedo creer que al fin podremos verlo.
- Me voy a dejar la garganta cantando, eso es seguro –dijo Nick, a lo que todas asentimos de acuerdo con él.
- Siempre me había parecido que cantaba muy bien pero no suelo escucharlo. Solo me sé There's nothing holding me back, Stitches y Señorita –dijo Santi.
- No te preocupes, después de escucharlo en vivo te encantará, ya verás –le contesté. – Y si no puedes ser nuestro fotógrafo personal y grabarnos mientras cantamos y morimos por él.
- Vas a lograr que me ponga celoso... –dijo bromeando.
Una vez dentro del arena estamos todos muy emocionados de lo cerca al escenario que estamos, es muy probable que pueda tocarle la mano y creo que si eso sucede moriré. Nos sacamos muchas fotos con la rosa gigante que había en el medio del escenario mientras esperábamos que todos se acomodaran.
De repente las luces se apagaron y las primeras notas de Lost in Japan comenzaron a sonar. Cuando Shawn salió al escenario todo el mundo se volvió loco, nunca había gritado tanto en mi vida. Miré a mis amigos y me di cuenta de que los cuatro estábamos llorando, al fin habíamos podido cumplir nuestro sueño...
Cantamos y saltamos como si no hubiera un mañana en todas las canciones, por momentos me quedaba sin aire pero no importaba, nada importaba en ese momento. Era plenamente feliz. Santi nos grababa y nos sacaba fotos pero a veces también lo escuchaba cantar y gritar. Era imposible no disfrutar de un show así.
Hay partes que se volverán inolvidables, como la piel de gallina que se siente con Never be alone, los saltos en If I can't have you, las hermosas palabras que nos dedicó antes de empezar Youth, y cuando en Fallin' all In you todos gritamos con mucha pasión la parte de "If I'm dreaming, baby, please don't wake me up." Tampoco olvidaré que en toda esa canción Santi mantuvo su mano en la mía y el beso que me dio al terminar.